Seis
Salía de clases en la academia, mi cuerpo apenas podía dar un paso sin sentir que me caería dormida al segundo después, cuando lo vi aparecer caminando hacia mi dirección su vista estaba puesta sobre mí, esa escena me había traído un deja vu, recordándome a aquella vez que traía unas rosas y me besaba enfrente de todos, pero en ese momento no le había dicho que se pudriera, ni tampoco tenía aquella mirada, tan furioso que pensé que explotaría de solo verme.
—Necesitamos hablar— lo escuche decir, antes de que fuera capaz de poder soltarme de su agarre, siempre había disfrutado de caminar a su lado, ahora solo había un terrible silencio, sin nada que decir entre nosotros, esto no era ni cerca de lo que una vez había sido, solo eran las cenizas tiradas por todos lados.
Entramos a una cafetería, me senté en una de las mesas más alejadas luego apareció con dos frappes de durazno y rebanadas de pastel, estuve a punto de decirle que si eso también lo incluiría entre las cosas que le debía regresar, porque era claro que solo estaba aquí por eso.
—¿Cómo has estado?
Hizo aquella pregunta sin mostrar ningún interés, toda su atención estaba sobre la pantalla de su teléfono, verlo ahora me hizo darme cuenta que todo aquello que había creído perfecto de él, era toda una basura.
No era Minjae, el seguía siendo el número uno.
Era tan alto, que yo solo parecía un bichito a su lado y me dolía el cuello de verlo.
Su voz ya no tenía ese tono amable
Ya no parecía tan inteligente
Su sonrisa ya no era la más bonita de todo el mundo
Era un completo desconocido ahora
Su puntuación se volvió a cero.
Y ahora si me preguntaran porque había salido con Namjoon culparía a mi mente en volverlo perfecto y también a mi ego, muchas chicas del instituto lo conocían y estaban detrás de él, así que cuando me invito a salir estaba segura de que todas morirían de envidia, me sentía la chica más afortunada, ahora me sentía la más tonta de todo el mundo.
Lo veo por fin apartar el teléfono, tomo un sorbo del frappe yo seguía con los brazos cruzados, observándolo.
—No quiero hacer esto más largo, es sobre nosotros— una punzada en mi corazón, una pequeña chispa de esperanza que no duro más que un segundo—. Quería que esto quedara en buenos términos, he escuchado que aun dices que somos pareja, pensé que lo habíamos dejado claro, nosotros terminamos, no quiero estar envuelto en tus mentiras, ambos somos libres de salir con nuevas personas, yo quiero salir con nuevas personas pero ellas aun piensan que salimos.
—Viniste a verme solo para decirme que quieres salir con otras chicas, porque no era necesario.
—Vine, porque quiero pedirte que dejes de decir que somos novios, porque ya no lo somos.
—Créeme que lo sé, no necesitas repetirlo.
—Pues no parece, aun dices que lo somos
—No he hablado de ti desde hace mucho, Namjoon— enarco la ceja incrédulo, solo me ocurrió la vez que estuve con las amigas de Jihae hablando sobre él y las mil mentiras, pero podía ser imposible que supiera de aquello además de que había sido hace semanas, baje la mirada claramente un poco avergonzada.
—Eunjin— dijo mi nombre severo— . No lo pongas más difícil
—¿Mas difícil?, no querrás que vaya con cada una de las chicas a decirle que terminamos. ¿O sí?
—Baja la voz, nos están observando— dijo mientras apretaba los dientes—. No hagas una escena
—No tu no la hagas, no debías venir a decirme esto, cosas que son innecesarias. Y enserio puedo ir con un cartel que diga, “Ya no salgo con Namjoon”, pero no creo que sea necesario, debo irme.
—No te comportes como una inmadura, solo quería que fuera una plática civilizada
—Dejo de ser civilizada cuando me tomaste del brazo sin pedirme mi consentimiento, y sí, soy una inmadura.
Tome mi mochila y me levante de la mesa, cuando lo escuche decir.
—¿Aun tienes ese cuadro? — siento un hueco en el estómago cuando lo menciona—. Lo imagine,
Aún sigo sin saber cómo en ese momento no explote, porque jamás había estado tan llena de furia e impotencia, se me formo un nudo en la garganta con ganas de explotar en lagrimas. Tomé mi mochila, deseando que fuese la última vez que lo veía y salí de la cafetería.
Mi saliva era tan amarga como si hubiera tomado un trago de un expreso, trate de no mirar atrás, también trate de no llorar mientras caminaba con mis pies aun temblando, conteniendo toda esa ira que solo fui capaz de sacar cuando di la vuelta en la esquina y comencé a llorar.
Así llegue hasta mi edificio. Espere a que llegara el elevador cuando siento otra persona pararse a mi lado, intento ocultar mi rostro cuando noto quien es, nuestras miradas se cruzaron por un segundo y yo quería que en ese segundo la tierra me tragara.
Nuestro juego siempre que coincidíamos eran en ver quien lograba evitar más al otro, esto era una competencia, nos esforzábamos mucho en hacerlo. Pero esta vez él cedió cuando hablo,