45. Me miran con esperanza...

Dejo de correr al ver la enorme capa de polvo que cubre gran parte de lo que hay al frente. Hay sombras caminando de un lado a otro, una mezcla de Fitxponds y humanos por igual. Relamo mis labios antes de adentrarme en el lugar gris.

Poco a poco la claridad se apropia de mis ojos, y en su lugar, algo oscuro, denso y doloroso se instala en mi pecho. Ésta es una parte de Rayo Nocturno del mundo Pounder, hace unos días pase y se encontraba a la perfección. No se trata de grandes edificios, sino de pequeñas cafeterías, bares o sitios en donde las personas se reúnen con tranquilidad a sentarse, conversar y beber algo.

Ahora todo está vuelto nada...

Este lugar luce como si hubiera sucedido un terremoto en plena tarde. No hay nada que haya quedado parado, hay escombros en el suelo, completamente rotos, pieza por pieza. Madera, vidrio, cerámica... todo despedazado en grandes o pequeños pedazos.

Qué decir de las personas; los heridos están al lado izquierdo, en donde también hay un grupo de doctores para tratarlos. Unas cuantas ambulancias están ahí en caso de que sea muy grave. Estoy segura muchos fueron así.

Personas y auxiliares que buscan entre los escombros de un lado a otro sobrevivientes o el cuerpo de los que no resistieron.

Detengo mis pasos en un punto central, parpadeando continuamente ante lo que presencio porque no puedo creerlo.

Todo esto pasó en tan solo unas horas...

—Blue —unos brazos se envuelven a mi alrededor anudados con un olor varonil. Tardo en devolverle el abrazo a Cal, uno de los gemelos—. Dios, Blue. No encuentro a Pol, no lo puedo encontrar. Le dije que yo iría por algo que se quedó en casa, que él se quedará, cuando llegue todo estaba así. Ninguno de los cuerpos que han encontrado es de él, no sé qué hacer —la angustia se denota no solo en su rostro, también en su voz.

Aprieto mis puños en un intento de controlar el temblor de mis manos.

—¿Qué sucedió aquí?

—Blue —la voz reconocida de Tiffany se hace presente detrás de mi. La rubia se queda mirándome como si intentara reconocerme. Cuando se acerca Cal ha desaparecido, no tengo idea a dónde—. ¿En dónde estabas? Los fitxponds atacaron lugar por lugar, primero con armas, luego con pociones que derrumbaron cada establecimiento junto con los que estaban adentro.

Giro sobre mi propio eje, torturándome con la imagen de personas que lloran desesperadas por encontrar a sus conocidos que sucumbieron ante los enormes pedazos de techos, paredes y cualquier tipo de arma. Muerdo mi labio inferior con fuerza, pasando la mirada por los que, aunque no sufrieron la tragedia, yacen corriendo escombro tras escombro con intención de ayudar.

Una mano toma de la mía, ladeo mi cabeza para encontrarme con Reynolds. Me observa con la misma expresión que papá me da cada vez que llego a pensar en sucesos pasados.

—No es tu culpa, Blue.

Pero sí lo es.

Hace una hora yo comía helado con papá mientras que ellos estaban tratando de buscar, ayudar y arreglar.

Suelto la mano de Christopher, rehuyendo de él. El vacío que me invade me asusta, mas no objeto nada ante ello; en su lugar, me interno en un sitio abandonado. Pues todo lo de adentro está vuelto nada, lo único que se mantuvo en pie como si fuera un milagro son las paredes que ahora lucen sin color, completamente grises.

No hay nadie más, nadie busca en esta zona.

"Vamos..." susurra una insidiosa y áspera voz reconocida en mi cabeza.

"Hazlo..." susurra otra.

Volteo a la derecha, donde se materializa una sombra entre blanca, entre transparente muy conocida. Abre sus ojos, negros como el carbón, volando a mi con rapidez antes de desaparecer ante mis narices.

"¿Qué esperas?..."

"Todavía no es hora pero debes hacerlo..."

"¡QUÉ ESPERAS!"

Aquel último grito, aunque bajo y solo audible para mi, me marea, me hace perder el equilibrio. Trato de mantenerme de pie, y cuando lo hago, me concentro.

Cierro los ojos, en un intento de tranquilizarme. Pienso en latidos de corazones, bombeantes y llenos de vida. Llenos de reacciones, amor y dolor, de un todo que es lo que nos hace vivir.

Una enorme punzada en mi sien viene a mi solo porque son cientos de corazones. Aprieto mis puños, sintiendo como me hago daño con las uñas en las palmas de mi manos. Suspiro, tratando de hallar un solo latido de corazón, no los que resuenan como tambores, altos y llenos de vida, sino de aquellos que necesitan ayuda.