Por un instante, después de las palabras de Hae, reinó el silencio, oyéndose sólo los sollozos de el infeliz padre. Hyuk había recibido sus frases, como latigazos sobre el rostro y sus manos se crisparon con rabia y dolor.
—¿A quién entregaste mi hijo? ¿En qué forma...? ¿Dónde? —preguntó ansioso, encarándose de nuevo a él.
—Cerca de las tierras de Cho, lo di a un vagabundo —confesó. Alzó el rostro y miró a los tres que lo observaban estupefactos—. Pero lo buscaré, hasta encontrarlo...
—¡Eso no puede ser cierto! —murmuró Seohyun—. ¡Eso sería peor que asesinar a este desdichado...!
—¡Fui a las tierras de Cho para entregar a Siwon su bastardo —exclamó irritado de nuevo—, si ese cobarde no se hubiera ocultado!
—¡Es usted un monstruo! —dijo Seohyun con tono cortante.
—¡No le doy a nadie derecho de juzgarme, y menos a ustedes, hipócritas encubridores de una falta!
—¡Basta, Príncipe! —Siwon se acercó a Hyuk, al verlo dio un grito de alegría salvaje.
—¡Ah... usted, al fin!
Donghae se lanzó entre los dos como una fiera, mientras Kangin y Seohyun trataban de defender a Siwon.
—¡Está herido —murmuró Seohyun—, y aunque usted no se fija en nada para cometer monstruosidades, no permitiré que mate a mi primo...!
—Sobre todo —replicó con altanería Siwon—, aun herido, puedo defenderme; pero antes que eso, tendrá usted que escucharme Príncipe... Suéltenme —pidió con violencia a sus parientes—, llévense a Hae...
—Veo que da usted órdenes —dijo con sarcasmo feroz Hyuk.
—Sí... a quien puedo darlas. Después podrá usted asesinarme, si puede aunque me defenderé y moriré como un caballero; conmigo no podrá usted hacer lo que con otros que maltrata, ni lo que hizo a ese inocente que es su hijo... ¿entiende? ¡Su hijo!
Hyuk fue con rápido impulso hacia Siwon que lo esperó inmóvil. Los Park se habían apartado. Donghae se sostenía en el brazo de Kangin. Una figura pequeña y débil surgió tras ellos, acercándose a Hyuk: era Sooyoung.
—¡Escucha a ese hombre, te lo ruego! —pidió.
—Bien —respondió Hyuk con ira contenida—. Vamos a mi despacho...
Entraron solos y Eunhyuk cerró con violencia la puerta.
—Le advierto que herido o sano, lo mataré, Siwon; el Príncipe aguardaría a que cerrara su herida, pero el campesino Eunhyuk no tiene paciencia para esperar; sólo he cedido a la súplica de esa mujer que me ha pedido que lo escuche, pero ya no tengo nada que oír, ni estoy dispuesto a perdonar nada...
—Tampoco yo voy a pedirle que perdone, ¡pues también le advierto que no tiene nada que perdonar! Hae es inocente de todo lo que se le acusa...
Fui novio suyo cuando usted ni siquiera entraba en su vida, y si tuve la idea de cambiar de nombre, al venir aquí, fue porque conociéndolo como lo conocía, por un hombre irascible y dominante, tuve temor de decir que era Siwon Choi. ¡No llegué aquí por mi gusto, sino por el atropello de que fui víctima... Y si volví, se debió a que comprendí que en Minhyun, Hae tenía un enemigo peligroso, puesto que no obstante toda su ferocidad, Príncipe, él lo domina.
—¡Eso no! —rugió más que dijo, Hyuk—; y Hae también me conocía, y sabía que lo único que yo no perdonaría, sería una mentira...
—¡Él quiso decirle a usted la verdad en dos ocasiones, y usted no se lo permitió! Fui a pedir a los Park que vinieran, y en principio Kangin me dijo que no; entonces fue cuando pensé en volver conservando el nombre de Youngjae...
—Bien... —Hyuk miró a Siwon, amenazante con los puños cerrados.
—Le repito que entre Hae y yo no hubo más que el más romántico noviazgo... jamás llegué ni a besar sus labios... menos aún a ser su amante; y si él se lo dijo, fue para vengarse, por su comportamiento de ogro, por la insultante actitud que asumió frente a un hombre que no merecía ser tratado como a un cualquiera... Mi amor por Hae fue el más limpio, el más puro, y lo respeté porque lo amaba y porque él me hacía respetarlo.
—Pero no fueron sinceros conmigo; nunca me dijeron que estaba comprometido; Hae me mintió siempre...
—No fue él, sino su madre, y usted lo sabe muy bien...
—Pero una persona jamás dice que ha sido el amante de alguien... ¡menos todavía una persona como Hae!
Fue a la puerta y a gritos llamó a su esposo. Donghae, entró altivo, pálido y lo miró fríamente, aguardando a que hablara.
—¿Es verdad o es mentira que este hombre fue tu amante? —interrogó trémulo, ansioso.
—Es verdad que te lo dije —respondió él con una tranquilidad absoluta—, pero antes te juré que había mentido. No ha habido más hombres en mi vida que tú... pero eso ya no tiene la menor importancia. Lo dije enloquecido, ciego, porque pisoteaste mi orgullo sobre el que impusiste tu voluntad de dueño, que ha comprado a un esclavo; por eso lo dije, y porque te odiaba entonces con toda mi alma.
—Pero después...
—Después he querido decirte la verdad... Pero ya todo es inútil... basta de palabras... Tú, Hyuk, has querido que todo termine... mátanos si así lo quieres, pero ya no diré nada para justificarme, ni tú tampoco, Siwon. Te ruego que salgamos de aquí, ahora