Mis ojos se mantenían fijos en los árboles de nuestro alrededor mientras caminaba con Mia a mi lado en dirección a la comisaria sintiendo como el aire aún frio de la mañana hacia estremecer mi cuerpo con suaves espasmos. La comisaria nuevamente permanecía desordenada, se respiraba un aire abrumador y pesado y por sobre todo eso, un viento helado corría el olor fuerte a nerviosismo que permanecía instalado en cada uno de los uniformados entre aquellas paredes.
Nos adentramos en la oficina donde generalmente pasábamos nuestras horas laborales con toda la aburrida intención de comenzar el papeleo que el asesinato de Zoe Pérez había ocasionado. Nos encontramos al oficial Tavish tomando café sentado en una de las sillas delante de mi escritorio, mientras revisaba unos papeles. Levantó la mirada y nos observó con cierta precaución. Sus ojos, cafés y muy normales en aquella parte del país, destilaban nerviosismo, uno mucho más profundo y oscuro del que sentían los policías afuera de aquella oficina. Pero intentaba ocultarlo, eso era lo extraño, con su cuerpo serio y su semblante distante y frio.
Lo miré con aburrimiento.
—Buenos días— volvió su mirada a los papeles en el escritorio. Estaban esparcidos y algunos tenían líneas enteras subrayadas con colores neón. Con curiosidad intenté leer lo que decían, pero se hallaban demasiado lejos a mis límites de visión. «Estás ciega»—Supongo que ya han visto la noticia de lo que ha pasado— Mia y yo asentimos— pues estos son los papeles del caso, necesito que los ordenen y hagan un expediente. Y una descripción detallada sin dejar pasar ningún hecho. Todos los indicios importan.
Mia asintió, dejando el bolso que había llevado sobre su espalda en su escritorio. En ese momento, donde me dispuse a mirar con fijeza los papeles sobre el escritorio intentando esta vez no confundir las palabras, ella se dedicó a sacar el computador del bolso.
Todos los papales contenían descripciones medicas que se habían realizado gracias a los análisis, pocos por apenas las horas que llevaba de ser encontrada, realizados al cuerpo de Zoe Pérez.
Me preparé para salir del lugar luego de haber organizado tota la información como Tavish había pedido en una carpeta azul. Habían pasado tan solo dos horas desde que habíamos llegado y el reloj colgado en la pared del fondo me lo recordó, burlándose de las inmensas ganas que tenía de ir a dormir.
—Debemos irnos. — avisé a Mia, agarrando la carpeta en manos y poniéndome de pie, observando como ella despegaba sus ojos de la pantalla y caía en cuenta del tiempo.
Asintió agarrando su gabardina junto a su cámara para después acompañarme a la salida. De las tres, a la que mejor se le daba la fotografía era a Carla, y sus clases particulares a mi amiga habían servido de mucha ayuda cuando entramos a trabajar aquí.
Al salir el frío se estaba disipando gracias a que el sol comenzaba a hacerse fuerte y resplandecía brillante, aunque, aun así, parecía ser tan solo una leve caricia de calor. Para cuando llegamos al lugar los rayos del sol brillantes y dorados nos daban de lleno en el rostro, a mi provocando que mis mejillas se sonrojaran y a mi amiga dándole un toque de brillo a su piel morena.
El lugar, lleno de policías uniformados, parecía una tétrica escena más de esas series policiacas que te terminabas en dos días por tu magnifica obsesión de saber qué sucedía. Iban de un lado a otro, con bolsas plásticas, con instrumentos brillantes y plateados, con tapabocas, e incluso, con guantes de látex para muy seguramente recoger indicios sin alterar la escena.
Era curioso. Había algo oscuro rodeando el espacio. No sabía si era solo mi imaginación, pero observar a Tavish muy cerca del charco de sangre seca hablando con uno de los policías me hace temblar y querer dar media vuelta para irme a esconder en las sábanas de mi cama. En el aire rondaba el olor a asesinato, a sangre, a suciedad. El ambiente era pesado y aunque te fueras a la otra punta del pueblo notarías ese leve brillo de los rayos del sol contrastando con la opaca oscuridad que proyectaba el ambiente.
Era abrumador.
El pedazo donde había quedado el cuerpo de Zoe tirado estaba rodeado con cintas amarillas, la palabra peligro parecía resaltar entre el amasijo de policías y me hacían recordar la pesadez que allí se respiraba.
«Peligro
¿A qué asocias esa palabra?»
Agité mi cabeza.
—¿Qué información tienen del caso? —pregunté mientras con pasos lentos y pesados me acerqué a uno de los oficiales. Me observó con una ceja enarcada pareciendo poco interesado por mi pregunta, cuando observó mi carpeta en manos y la pequeña placa plateada en mi pecho, sonrió e hizo caso a omiso a lo tanto que le desagradaba mi presencia allí.
—Hola, Stacey— fingió una sonrisa—Además de lo que ocurrió aquí, lo único extraño que encontramos fue una pequeña cinta amarrada al tobillo de la víctima, era de color rojo y parecía ser puesta adrede—alcé un poco mi ceja, interesada y aguantando la perplejidad que me empezaba a recorrer el cuerpo.
«Fue hallada una cinta roja amarrada en el dedo del pie de la víctima»
Asentí, intentando olvidar la lejana descripción que llegaba a mi cabeza como un susurro oscuro de cómo era exactamente la cinta encontrada en el cuerpo de Carter, y que al parecer también había aparecido en el cuerpo de Zoe.
El oficial se había alejado algunos pasos mientras me había perdido en mi cabeza imaginando la imagen de la cinta, por lo que simplemente me alejé de la escena y caminé hasta el auto de Tavish, que nos esperaba ahí, mientras Mia a pocos centímetros me seguía observando las fotos que había tomado.
La morgue nos esperaba siniestra en lo más profundo y recóndito del pueblo. Allá donde las calles eran más oscuras, donde la noche se sentía pesada y abrumadora, donde las sombras te hablaban entre susurros y lamentos agónicos. Era difícil estar ahí. Rodeada de las paredes blancas que con los años pasaban a ser grises y las puertas metálicas a estar oxidadas. El olor a alcohol estaba por todos lados, en las paredes, en las personas con trajes de enfermeros, e incluso, en nosotros que íbamos bajando unas escaleras demasiado limpias para parecer real hacia la última planta de aquel sombrío edificio.
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Editado: 12.09.2024