Hasley
Las gradas se llenaban poco a poco mientras pasaban los minutos, me encontraba en uno de los
partidos de Matthew, me había invitado con la condición de que estuviera cerca para que fuera su
amuleto de la suerte, según él.
No pude evitar sonrojarme por lo que había dicho.
Zev no pudo asistir porque tenía una cita con alguien, al parecer en estos días que no estuve mucho
con él, había estado quedando con una chica, no me dio tiempo de hablar muy bien porque apenas
sonó su celular, salió corriendo de la escena.
Sobre el beso con Luke. No le había mencionado a nadie, por dos cosas; no tenía a quien y
realmente prefería guardar aquel acontecimiento para mí. Después de eso, Luke no mencionó nada,
el ambiente se puso incómodo y preferí huir del lugar, no asistió los últimos dos días de la semana
al instituto y me preocupaba como de igual manera me hacía sentir mal. Tan solo recordar aquella
escena me daba golpes mentalmente.
El lugar estaba lleno, solo se esperaba a que el juego empezara para que todos los gritos de los
espectadores se hicieran presente apoyando a cada equipo. Matthew había estado a mi lado estos
últimos días, en la hora de comer, en los horarios libres y acompañándome hasta mis clases cada que tenía tiempo, era algo muy tierno de su parte, ya no me ponía tan nerviosa cada vez que
sacábamos algún tema de conversación, ahora
nuestras platicas fluían con más serenidad y confianza, todo estaba bien.
Quería creer eso.
Sentí como alguien se sentó a mi lado y por instinto volteé hacia la persona. Fruncí el ceño al ver
al rubio a lado mío con dos vasos de refresco mirando hacia la cancha. No mencionaba nada, solo
estaba allí con su mirada entretenida al frente.
—¿Qué haces aquí? —Me atreví a preguntar sonando un poco grosera.
—Vine a ver el partido, el aire es libre, ¿no, Weigel? —respondió sin mirarme.
—¿Viniste a ver como se satisfacen humillando a otros? —
contraataqué con las mismas palabras que me respondió el día en que me mostró el callejón.
Luke volteó a verme lentamente y sonrió de lado, levanté una de mis cejas y su sonrisa se agrandó
aún más.
—Y a ver como pierde el instituto —completó suspirando—. Ten.
Él ofreció acercándome un vaso de refresco.
—Casi nunca pierde nuestro equipo de baloncesto —defendí, porque era verdad, solían ganar casi
todas las temporadas—. ¿Me compraste una?
—Tú lo has dicho «casi nunca», quizás hoy sea su día de mala suerte
—mofó haciendo comillas—. Y en realidad, estaban a promoción, dos por uno. Ofertas así en la
vida no se deben rechazar.
—Eres muy negativo. —Rodé los ojos—. Guao, qué romántico.
—Solo con la gente que me cae mal —susurró regresando la mirada a la cancha.
Fruncí el entrecejo al no entender a cuál de las dos cosas se refería, si al ser negativo o a mi
sarcasmo, aunque preferí no volver a hablar, sabía lo irritante que lo ponían mis preguntas «sin
sentido», supuestamente él.
Después de varios minutos en silencio por parte de los dos, el juego comenzó y cuando salió el
equipo del instituto siendo encabezado por Matthew tuve que cubrir mis oídos al escuchar todos
los gritos a mi alrededor, prácticamente gritaban más el nombre del chico que del equipo.
—Agh, zorras. —Dejé salir volcando los ojos.
La risa de Luke me hizo voltear.
—Tranquila, Weigel, no sientas celos, al final todas lo sentirán por ti
—sonrió amargamente.
—¿Por qué lo dices? —demandé.
—Me he enterado de que Jones y tú han pasado más tiempo juntos —
confesó sorbiendo de su pajilla.
—¿Cómo demonios sabes eso tú?
Luke sonrió lobunamente y lo miré extrañada.
—A ver, Weigel —carraspeó—. Estamos hablando de Matthew Jones, el capitán del equipo de
baloncesto, y tú, no eres tan importante, pero eres amiga de Zev, y la casi chica del pelirrojo.
Abrí mi boca un poco indignada por lo que había dicho, pero la cerré al instante. Luke era a veces
tan insípido que en un momento juraba que golpearía su rostro.
—No sé cómo sentirme respecto a lo que has dicho, pero tampoco me aclara nada, se sup… —No
pude terminar, porque él me interrumpió moviendo su mano de un lado a otro.
—Concéntrate en apoyar al chico que te está mirando.
Al instante que mencionó aquello, miré hacia la cancha en donde los ojos de Jones me miraban
detenidamente y después a Luke. Regresé mis ojos al rubio y este solo le dedicó una sonrisa
amarga al otro chico.
Divisé como el Matt se acercaba hacia nosotros y sentí sudar mis manos, no me daba buena espina
tener a los dos juntos, no entendía por qué, pero estaba muy claro que no debían estar en el mismo
lugar.
—Hoy eres mi amuleto de la suerte —Matt dijo sonriente, sus palabras hicieron que soltara una
sonrisa boba, pero desapareció al escuchar la risa burlona de Luke. El pelirrojo arrastró sus ojos
hacia él—. ¿Qué es gracioso?
—Que Weigel no es de buena suerte, al contrario, es un imán para la mala suerte —gruñó
divertido.
—Tal vez contigo, pero no conmigo —respondió—. Me tengo que ir.
Matt me guiñó un ojo y regresó a la cancha creando un círculo con su equipo.
—Patético —farfulló Luke.
Reí por lo bajo. El partido comenzó y todos empezaron a apoyar a los equipos, me limitaba a
tratar de entender en qué consistía cada cosa del juego, pero no era algo que se me diera con facilidad, los deportes no eran mi fuerte. Pasaron los
minutos rápidamente y el marcador mostraba un claro empate, todos comenzaban a exasperarse,
solo faltaba un tiempo para ver qué instituto se llevaba el premio.
—Weigel —Luke me llamó y dirigí mi mirada a él—. ¿Beso bien?
Abrí los ojos completamente y sentí mis mejillas arder dejando de poner atención al juego, no
podía estar preguntándome esto, estaba loco,
¿cómo se le ocurría si quiera? Tragué saliva con dificultad y parpadeé varias veces, en cambio, él
estaba con su postura cómoda, como si la pregunta fuera la más común del mundo.
—¿Por qué me preguntas eso?
—Solo es una pregunta. —Se encogió de hombros—. ¿Tiene algo de malo? ¡Oh ya sé! Temes a
que lo escuche Mattie.
Se burló.
—Cállate, Luke —reprendí avergonzada.
—¿No me vas a responder? —inquirió levantando una ceja.
—¡No! —chillé.
Él bufó por lo bajo y se cruzó de brazos volviendo a mirar al frente.
Hice lo mismo y me di cuenta de que ya terminaría el partido en poco tiempo, y con eso, el triunfo
del instituto una vez más. Luke se levantó obligando a que lo mirase.
—¿A dónde vas?
—Van a ganar y… —mencionó frío—. No quiero ver.
Su vista se perdió y se movió entre las personas, no quería que se fuera así sin despedirse o
mencionar algo relacionado.
—¡Luke! —grité su nombre, pero no hizo caso—. ¡Luke!
Al momento en que me levanté dispuesta a seguirlo, todos lo hicieron y los gritos eufóricos de
todos los espectadores me hicieron pegar un grito.
El partido había terminado. El instituto había ganado. Por más que quise buscar al ojiazul, fue
imposible, lo había perdido de vista.
Por una razón muy extraña todo se calmó, de los gritos a los susurros, los integrantes del equipo
del instituto se pusieron en medio de la cancha con una lona y sus ojos eran dirigidos hacia mí. De
pronto, las demás miradas a mí alrededor iban de ellos a mí.