- Cobra… Cobra ¡Mírame! No tenemos mucho tiempo, necesito que me pongas atención.
La voz de Angelo se oye lejana, distorsionada, como si todo se tratara de un recuerdo borroso.
- No estás sola, una vez más, debes luchar, pero ahora por tu cuerpo, tu vida y la de tu gente. La clave de todo está en aquello que solo el que sabe observar puede apreciar. No confíes en nadie, Cobra. ¿Me escuchaste?
Los ojos de Cobra se enfocan con dificultad en la expresión de preocupación del humano, quien, sin darse cuenta, es rodeado lentamente del cuello por un par de manos largas y cadavéricas.
- ¡Cobra! ¡¿Me escuchaste?!
En el instante en el que las manos ahorcan violentamente a Angelo, Cobra despierta, con la respiración agitada, sudando frío y más que desorientada.
- Vaya, veo que ya estás despierta. - dice una voz en la habitación, una voz con peso y sustancia, que la trae de nuevo a la realidad. - El detalle es que me dijeron que lo mismo puedes ser la mujer que conozco, que la maldita bruja que la trae atosigada.
- ¿Y cuál crees que sea? - pregunta Cobra desafiante y juguetona al reconocer a Yerik delante de ella.
El general Vudoyra está sentado frente a ella, observándola detenidamente mientras come un pedazo de chocolate que corta simétricamente de la barra que tiene entre las manos.
- No lo sé… tengo mis sospechas. - sin preocupación alguna, Yerik deja caer la barra de chocolate completa al suelo, mientras observa la reacción de la prisionera.
- Oye, no desperdicies comida de esa manera, y menos un chocolate como los Wonka, ¿qué te pasa? - lo reprende Cobra.
Ante esto, Yerik comienza a sonreír.
- Sip, eres Cobra.
El general Vudoyra levanta del suelo el chocolate y le da una mordida, cuando advierte la mirada curiosa de la mujer atada a la silla.
- Te preocupaste por el desperdicio de alimento... y por la ofensa al chocolate de tu infancia, no por el hecho de que el piso está cochino y la posibilidad de que me lo comiera.
- Ah… ¿eh?
- Peter me dijo que Algora es fanática de la limpieza, al grado de ser obsesiva compulsiva. Mis dedos cubiertos de chocolate la hubieran puesto tensa en cuanto me viera.
- Buena estrategia, no cabe duda que eres bueno analizando a las personas. - comenta Cobra con una sonrisa.
- Te ves agitada, ¿todo bien? Parece que tu día no ha sido muy normal.
- Ay mira, cuando eres yo, te acostumbras a ya no tener días normales.
- ¿A poco todos los días estás amarrada a una silla, rodeada de sal y una bruja compite por tu cuerpo?
Cobra se encoge de hombros.
- Dios, necesitas unas vacaciones.
La ex-soldado del clan kukri afirma con la cabeza y, casi inmediatamente, sus ojos rojizos recuperan un tono triste y melancólico, Yerik no puede evitar preocuparse.
- ¿Tuviste una pesadilla?
- Sí, y lo peor es que no estoy segura de sea sólo un mal sueño.
- ¿A qué te refieres?
Los ojos vacilantes de la mujer se posan en el rostro del general, como si dudara si decirle la verdad o mejor guardarla para sí misma.
- Yerik, veo la muerte de las personas. Como sucedió, qué sintieron, sus últimos pensamientos, y ahora… estoy soñando con una muerte en especial.
- ¿La de Angelo?
Cobra se muestra sorprendida.
- Dijiste su nombre dormida.
- ¿Peter me escuchó?
- No. Comenzaste a murmurar antes de despertar. Y el mago no está aquí desde hace varias horas. Él junto con los demás está preparando todo para la sesión.
Cobra suspira de alivio.
- ¿Quién es Angelo?
- Es el hermano de Peter y fue quien me armó, él me ayudó a regresar a la vida.
La mujer mueve los pies y las manos, en parte para evitar que se le durmieran y en parte como un gesto ansioso, está preocupada.
- Dijiste que están preparando todo para la sesión, ¿a qué te refieres?
- Creo que ya encontraron la manera de ayudarte a expulsar a Algora de tu cuerpo. No me dijeron los detalles, pero tiene que ver con la dimensión astral y esas cosas raras que tanto te gustan. Lo harán mañana en la mañana, durante el día.
- ¿Por qué durante el día?
- Peter y Dragul dicen que porque durante el día el mundo de los espíritus se ve debilitado. Así evitarán que Algora escape, y te darán algo de ventaja contra ella.
Cobra asiente en señal de entendimiento y sonríe, pero esa sonrisa parece fugaz.
- ¿Tienes miedo?
- Sí, no… no lo sé. Antes, si las cosas salían mal, no pasaba de que me moría y ya. Ahora, presiento que la muerte es lo menos complicado que me pudo haber pasado.
- Tranquila. ¿Qué es lo peor que puede pasar?
- Que mi alma termine absorbida por una bruja y me sea negado el descanso eterno.
- Ay, Cobra, siempre viendo el vaso medio vacío.
Aunque Vudoyra comienza a desesperarse por la actitud temerosa de Cobra, algo nuevo en ella, esto lo impulsa a interrogarla y saber más sobre lo que cruza por su mente.