Las amistades y los amores cumplen una especie de ciclo, al menos en su vida.
Se conocen, se acercan, todo es maravilloso, hablan a diario... y de pronto un día se da cuenta de que llevan una semana sin hablar. O más.
Pero mientras dura el acercamiento, su cabeza se alborota con ideas de amor y cosas que compartir. Se llena de sentimientos agradables y de sonrisas que son robadas por la otra persona. Sonrisas y sonrojos que se escapan en cualquier momento, como reacciones a las palabras más inesperadas. Algo tan común como la palabra sillón puede provocar ahora cosas que la semana pasada no podía.
La mente es curiosa, y crea barreras, que nos encierran dentro de burbujas felices.
El acercamiento nunca dura mucho, y si pasa el mes, es pura casualidad. Pero a veces, y sólo a veces, dura más tiempo, permitiendo que surjan buenas amistades. O más.
Sin importar cuánto dure, las sonrisas robadas siempre son igual de hermosas, espontáneas como pocas cosas en el mundo.