Había pocas cosas que él detestara más que aquellas raras ocasiones en que se enfermaba. Y es que su cuerpo realmente se revelaba en esos momentos. No podía simplemente tener una gripe, no; siempre que se enfermaba terminaba en el hospital, con muchos grados de fiebre y múltiples cosas conectadas a su cuerpo. Odiaba los hospitales desde lo más profundo de su ser. Odiaba que por encontrarse débil le inyectaran más cosas de las necesarias. Para empezar, odiaba los medicamentos. Más odiaba a quienes los daban como quien compra una bolsa de caramelos.
En todo eso pensaba mientras se debatía entre quedarse en cama o ir a clases, y es que también odiaba faltar. él odiaba muchas cosas, empezando por estar enfermo.