Manos que juegan, piel sobre piel. Cuentan fragmentos lejanos de vida mientras juegan entre ellas y con el cuerpo de al lado. Caricias tiernas en el cabello, cosquillas de sopetón o simples roces. Risas que flotan, palabras que se traban y otras que se olvidan. La noche pasa lenta, tranquila, como un río de alivio que llega a dar de beber a quienes por mucho tiempo estuvieron solos. Pero ya no lo están, ahora se tienen el uno al otro, y sonríen.