Gotas de sonido caen sobre mis oídos, están cansados de escuchar, pero es un trabajo de tiempo completo. Los párpados pesan y cualquier rincón de pronto se vuelve cómodo, ideal para dormir. Pero esas gotas insidiosas perforan mi tan precaria paz mental, irrumpiendo de a una palabra a la vez en este pequeño y preciado espacio al que sólo se llega al abrirnos al sueño. Esas malditas gotas caen una tras otra, como si yo fuera la superficie de un lago y ellas insistieran en inquietar mi superficie. Déjenme ser un lago espejado en un día en calma. Déjenme pasar todas las barreras y perder la conciencia.
Estoy a sólo unas gotas de sonido de mi objetivo último esta noche.