La niña de pálida piel mira hacia adelante y hacia atrás. Para un lado y para el otro, se encuentra con caminos casi imposibles de transitar. ¿Cómo ha llegado a estar en ese aprieto?
Cada decisión que ha tomado a lo largo de su vida la ha ido conduciendo lentamente a ese punto, dejándola atrapada entre un pasado y un porvenir igual de tediosos. Sólo le queda un efímero presente que no le causa satisfacción alguna.
Debe decidir. ¿Adelante, a buscar más problemas y decisiones que posiblemente luego no pueda sostener? ¿O hacia atrás, a intentar remediar los errores que ya ha cometido?
Ella se pone mal a causa de no tener la valentía necesaria para decidir lo correcto en momento justo, pero... ¿Quién podría hacerlo? Incluso si al fin juntara el coraje de tomar las riendas de su vida, podría estar guiándose en la dirección equivocada.
Es curioso, ella teme a no ser valiente más que en contadas ocasiones, pero los grandes héroes no son valientes todo el tiempo. Se vuelven grandes por ser valientes en momentos determinados.
Con temor aun, pero siendo tan valiente como nunca en su vida, decide continuar hacia adelante.
Con su piel pálida, sus enormes ojos bien abiertos, sus mejillas cubiertas de rubor y su respiración levemente agitada, ella se mueve hacia delante, un paso cada vez. Está lista para avanzar, porque ha decidido ser valiente.