¡Hola lectores!
Aquí quise hacer una continuación un poco mas extensa del capítulo anterior “Cayendo” espero les guste. Sin mas preámbulos, les dejo el escrito.
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Quería llorar.
Quería caer por un precipicio.
Quería tirar todo a la mierda, pero sencillamente no podía. Una lluvia de lágrimas se asoma sin previo aviso.
Una vez mas me imaginaba corriendo desde la entrada de la habitacion de los sueños (como decidimos nombrar a nuestro “bello” espacio) hasta la ventana, esa que se encontraba justo al lado de los sillones que compré hace dos años, cuando todo parecía perfecto, cuando la vista se veía hermosa junto con todo lo que me rodeaba... junto con las personas que me rodeaban, me veía cayendo lentamente hasta encontrar finalmente la paz.
Esa de la que hablan en los libros, ese final perfecto anhelado.
Me veía siendo libre finalmente, pero esta es mi realidad.
Alejada de la humanidad, esperando a que mi príncipe me salve de este calabozo. Una vez fui esa persona que decía que no necesitaba de nadie para hacer lo que quisiera, pero ahora no me queda de otra que... Esperar, esperar el momento perfecto para huir y buscar mi libertad.
Quería estar con él, pero... Ya no conozco a esta persona.
Se va de casa sin avisar teniendo que ir sola a aquella cafetería, nuestra cafetería, esperando que algún día simplemente se aparezca y ocupe ese lugar que esta apartado para mi otra mitad.
Cada día empezaba a darme igual si regresaba o no, ya sabía que no regresaría en muchos días, ya no esperaba su regreso, mis lágrimas ya no tenían sentido, eran muchas despedidas entre lágrimas que ya nunca te dedique un beso más, volvías a irte y al final me daba igual.
Quiero ya no amarte.
Quiero enterrar este dolor.
Quiero que mi corazón te olvide.
Pedí tu sinceridad... me la diste
— Nunca te he amado, solo lo decía porque jugaba contigo, cuando te vas alguien mas entra a la habitación, tu sobras aquí — siento como mi corazón se quiebra lentamente con cada palabra, un nudo en mi garganta no deja que las palabras salgan, pero no... No quiero que crea que ha ganado
— abriste una ventana despertando una ilusión, me segaste, mi razón básicamente ya no existía, mantenía la esperanza de que todo cambiaría luego de conocerte bien, pero supongo que nunca se llega a conocer completamente a una persona. Luego de unos meses solo... Sentía tan ajeno tu calor, me veías diferente, intentaba hablar contigo pero simplemente me interrumpías y te ibas, ya no pertenezco aquí claro esta. Supongo que siempre soy la de la mala suerte, duele ser simplemente una diversión, duele ser parte de tus mentiras, decías que me amabas y que no había nadie como yo ¿cómo pudiste decir todas esas estupideces sin sentirlas? — limpio una lágrima rebelde, él simplemente esboza una sonrisa retorcida, como si estuviese disfrutando mi sufrimiento, trago fuertemente antes de continuar
— bien, si es lo que quieres — empiezo a guardar algunas pertenencias rápidamente — me iré, recuerda que una vez prometimos que si nos íbamos volveríamos — me detengo a pensarlo y me decido finalmente por lo que es correcto, quiero ser como él, quiero ser yo la fuerte — No esperes que lo haga, me quieres fuera de tu vida, así será
...
¿Soy libre? ¿Finalmente lo soy?
No imaginaba que fuese así.
Sigo amándolo, no debo hacerlo, claramente me dijo que él nunca lo hizo.
Pero ¿Por qué?
¿Por qué hasta ahora?
¿Por qué fingir que me quería cuando ya no lo hacía?
¿Por qué caer tan bajo para seguir ilusionando a una persona que no tiene la culpa de nada?
¿Por qué seguir fingiendo que tienes sentimientos hacia una persona cuando ya no es así?
Camino por las calles desoladas respirando nuevamente.
No debí probar de esto, el amor nunca termina en buenas condiciones, o al menos eso he conocido.
Me duele haber sido solamente una diversión, regresabas por las noches, me acariciabas y manipulabas a tu antojo, luego simplemente te marchabas al salir el sol dejándome entre sabanas blancas bañadas de lágrimas de dolor.
¿Por qué seguía ahí?
No pasa nada si el amor no es perfecto siempre y cuando sea honesto. Siempre lo supe, no debía seguir compartiendo algo que nunca se me dio.
No soy la dueña de tu corazón.
Creo que nadie lo será, debí saberlo antes.
Lo que me queda ahora es, olvidarte.
La de la mala suerte — Jesse & Joy