-Sobreponiendose a los nervios-
En el cielo se podía admirar como las tonalidades grisáceas y azuladas se difuminaban discretamente. Creando un ambiente un tanto melancólico y misterioso, era como si realmente el clima tuviera vida propia. Pasando de un resplandeciente cielo azulado a un cielo grisáceo y triste, temporada de lluvia lo llamaban.
La castaña sentada sobre el verdoso pasto, inhalaba hondo cada 3 segundos, apreciando el hermoso aroma de la tierra mojada. Una ligera capa de humedad cubría sus alrededores y un sentimiento de paz invadía su pecho.
Parecía el momento perfecto y se sentía como si lo fuera.
Ella siempre había pensado que la lluvia le traía paz a su mente, le gustaba sentarse sobre su ventana y apreciar la ligera llovizna que caía y después, como justo ahora, iba a su patio trasero y se tiraba en medio del gran jardín, sintiendo la humedad del pasto y el inconfundible olor de la tierra mojada, su aroma preferido.
El sol comenzaba a asomarse después de toda la lluvia que había caído durante la noche. Reflejos de algunos rayos solares se posaban en su cara, impidiendo que sus verdosos ojos vieran el cielo. Alzó su mano derecha y la puso frente a ella, tapando así lo que impedía su vista. El reflejo de su mano con el sol era digno de apreciarse, su tez blanquecina adquiría color con los rayos solares; un color caramelo que parecía incluso irreal.
Le gustaba sentir la calidez del sol y a su vez sentirse rodeada del frío viento que había.
Dando un largo suspiro de decepción se ordenó a ella misma pararse y continuar con sus deberes. La mayor parte de la mañana la había pasado tumbada sobre su jardín, era hora de activarse.
El fin de semana había llegadó y con él, el día en que vería nuevamente a Luca.
Luca, Luca, Luca...
Últimamente ese nombre se repetía en su cabeza mucho tiempo, y aunque a veces sólo eran pensamientos vagos, lo que restaba de la semana para haber llegado al día de hoy, habían ocupado su cabeza en algunas ocasiones.
De igual manera lo hacía el recuerdo del chico de su instituto, aquel patán que la había corrido aquel día. Sentía un poco de frustración por no saber su nombre, pero aún así recordaba su gruesa voz, sus ojos electrizantes y su aura misteriosa.
Dos personas rondando en la mente de una.
Una con nombre y presencia,y otra con el simple recuerdo de haber visto su rostro.
Este último solo porque en sus dos años de preparatoria jamás lo había visto y de cierta manera la carcomía el deseó de saber más de él
Matt había accedido a acompañar a la chica sin rechistar, sabía que ese lugar era peligroso para alguien como ella y, de todos modos, él se lo había mostrado en primer lugar.
Acordaron que el chico pasaría por ella, a la misma hora de la primera vez.
Los nervios de Claire aumentaban más conforme miraba su reloj y se daba cuenta de que pocas horas faltaban. No sabia como actuaría. Tenía miedo de quedar en ridículo y además el ambiente de aquel lugar no era lo que ella estaba acostumbrada, aunque la adrenalina le surgía y lograba calmarla.
Gracias al cielo su mamá había accedido a dejarla salir de noche.
Con cuidado de no resbalarse, Claire salió del cuarto de baño con una toalla enredada en su diminuto cuerpo y otra más en su cabellera castaña. Caminó de puntillas hasta su closet y sacó lo que vestiria para esta noche, un pantalón oscuro de mezclilla y una camiseta de tirantes blanca, junto con sus fieles compañeras, las Vans negras que su madre le había regalado en su cumpleaños.
Se vistió y calzó de prisa, luego cepillo su humedo cabello con el cepillo que había tomado de su buró.
No le gustaba peinar su pelo después de la ducha pero si no lo hacía sabía que después, cuando se secara, parecería una maraña de pajarracos y obviamente cuando eso pasara no tendría un cepillo a la mano.
Cuando terminó de alistarse escucho el sonido de la bocina de algún auto. Miró por su ventana y se dio cuenta de que Matt ya había llegado. Bajó a toda prisa , pero antes de salir tomó su chaqueta de mezclilla y se apresuró en cerrar la puerta.
Matt se encontraba subido en el capó de su coche, fumando un cigarrillo. Con su aire tan característico de despreocupación.
—Apaga eso —fue lo primero que dijo cuando se posicionó a unos cuantos pasos de su amigo.
—Tranquila, piernas de pollo —Matt dio un salto de su lugar y se paró frete a ella—Solo es nicotina.
Claire formó una mueca hasta hacer que sus labios fueran una delgada línea.
Odiaba cualquier tipo de cigarrillo.
—No importa, solo apagalo —pidió
El castaño rodó los ojos y tiró lo que restaba de su cigarrillo al suelo.
—Como ordene jefa —se burló— Ahora vamonos, ¿o qué? ¿también quieres que te abra la puerta?.
—Si es tan amable, caballero.—Bromeó— Un poco de caballerosidad no te va a matar.
—Si, si. Ya vámonos Claire hoy estás demasiado chistosita.
Ignorando la petición de la chica, ambos se montaron en el coche y emprendieron su viaje hasta aquel lugar.
El cielo gruñia de vez en cuando anunciando que tal vez una fuerte lluvia los cubriría.
Los árboles, edificios, casas y establecimientos pasaban rápidamente sobre la vista de la chica. A diferencia de la última vez el camino parecía ser más corto. Tal vez solo eran los nervios que sentían.
—Nunca me dijiste como se llama el lugar —Dijo ella tratando de aligerar el ambiente.
—No me pareció necesario. Pero de igual forma, si quieres saber te lo diré —Con las manos sobre el volante él le dio una rápida mirada a su amiga. Ella asintió a sus palabras —Se llama "The seven"
Claire arrugó su nariz y miró a Matthew de soslayo.
¿Qué clase de nombre era ese?
—Pues no fueron muy creativos que digamos —Ironizó
El castaño se río entre dientes, él había pensado lo mismo la primera vez que escuchó el nombre del lugar.
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Editado: 10.01.2022