Tras la supuesta “negociación” del Senador con Franchesco, nos pidió que nos retiráramos. Pero antes de que yo saliera de la sala me detuvo tomándome del pecho y llevándome al otro lado de la sala, no sabía que quería y tenía algo de miedo por saber qué es lo que quería o que me haría hacer. Al estar al otro lado, saco de bolsillo de la camisa un bolígrafo metálico, parecía tener unas marcas en este con el nombre del senador.
- “Escúchame bien novato. Este bolígrafo es del senador, un regalo de su esposa para él. Lo llevaras a la comisaria y con los documentos de propiedad, donde en esta sede a alguien las tierras, un nieto. Te acompañara Duck, para que nadie sospeche de ustedes. Tendrán identidades falsas, ¿Entendido?” – Me comento para luego, tomar con cuidado el bolígrafo, no sin antes colocarme unos guantes de látex para no tener mis huellas en él. Guardarlo en una bolsa y asentir.
Al llegar a mi apartamento guarde el bolígrafo en un buro de madera para luego acostarme y descansar para el día siguiente.
Lo primero que escuche fueron golpes en la puerta de mi apartamento, me levante deprisa y fui a la puerta, abriendo la puerta donde se encontraría la nieta de la dueña del lugar, una joven mujer de alrededor de unos 25 años. Pelo rubio y ojos claros, de estatura mediana y una complexión envidiable para cualquier mujer.
- “Oh, era usted Alice, ¿Qué sucede?” – Comente abriendo un poco más la puerta para recostarme en el borde de esta.
La mujer le empezó a subir un sonrojo por las mejillas y desvió la mirada hacia la ventana de los pasillos. – “Un chico lo está buscando en la recepción, y por favor sea decente y colóquese unos pantalones, ¿Y se llama ser policía?” – Dijo para luego a paso rápido irse a las escaleras.
Me quede un poco impactado por el comentario de la joven, pero luego me percate que en verdad no tenía pantalones y solo la ropa interior, ya que ayer me quite la ropa para dormir y al tocar la puerta, no tuve tiempo de colocarme los pantalones. Cerré la puerta y después de vestirme formalmente, baje a la recepción donde encontraría a Duck vestido informalmente, con unos shorts, una camisa para la playa y un gorrito puesto. Apoyado en el borde de la puerta.
- “Hey, pensé que durarías una eternidad para que salieras hombre.” – Me dijo riéndose mientras dejo de recargarse en el borde e ir conmigo para saludarme con el puño.
- “Hey… ¿Cómo estas… Daniel?” – Dije disimulando que lo conocía, realmente no sabía su nombre en el momento, solo el apodo de Duck y lo primero que se me ocurrió en la mente fue Daniel para que no pensaran mal nadie. – “¿Aun con la costumbre de usar esa ropa D?” –
Duck solo se ríe y rodea su brazo sobre mi cuello y me saca del lugar caminando mientras se ríe, al salir y caminar unos pocos metros se despega de mí y mira para atrás. – “La ropa es sagrada eh, no es por amenazarte, pero no vuelvas a insultar mi forma de vestir, ¿Estamos en sintonía?” – Me dijo mientras sacaba su cartera del bolsillo de su pantalón. – “Este soy yo, Mauricio Buenrostro. El nieto más joven del senador, tú eres Marcelo Buenrostro, el nieto mayor que heredera la mayor parte del lugar. Si preguntan porque ambos empezamos con M, decimos que es algo que nuestro “abuelo” le gusta hacer.” – Dijo sacando los dos carnets y dándome el mío a mí.
Asentí y ambos vamos de camino hacia la comisaria más cercana, que para mí mala suerte es la cual donde trabajo, mis superiores y ciertos compañeros saben que estoy encubierto, pero si me ven llegar creerán que vengo a reportarme y Duck vera que soy un infiltrado y peor, un traidor en la hermandad. Al llegar a la comisaria, me quedaría unos segundos parado enfrente a la puerta soltando un suspiro de cansancio y de nervios, luego Duck me da unas palmadas para con su mano apuntar a que entre. Sin más remedio entre en la comisaria y me dirijo a recepción.
- “Buenos dias, vengo a entregar unos papeles de una herencia de parte del senador.” – Comente mientras aun con mis nervios intentaba desviar mi mirada a otro lado para que no me reconocieran, aunque en ese momento la suerte me sonrió y en recepción le tocaba el turno a Lucas, el más flojo y sin importarle lo que pase. Asintiendo y dándome una nota más la dirección del lugar, aunque ya sabía dónde estaba.
En el camino hacia el sector donde se hacen la confirmación de papeles, muchos se me quedaban mirando, tanto oficiales como civiles por estar acompañado de Duck, era algo raro encontrar a alguien muy formal y una muy informal. Al llegar a la puerta, justo antes de abrirla la abre un oficial que estaba dentro de la oficina, que para mí muy pero muy mala suerte, era mi compañero de trabajo.