Parte I

La descripción de una bruja, montados en siglos pasados, eran aquellas mujeres que practican un tipo de conocimiento extraño, la cual se decía que estaba ligado con pactos demoniacos hechos con satán, esta descripción fue una falacia creada por la iglesia católica al no tener certeza del conocimiento de la naturaleza que nos rodeaba. Más tarde esta farsa se desmintió, no sin antes ser castigadas durante años, injustamente. Nuestro conocimiento se denominó ciencia y se lo acreditaron a los hombres. El concepto en la actualidad ha cambiado, se sabe que llamaban brujas aquellas mujeres que tenían conocimientos científicos o curativos. Aun así, nos hicieron a un lado durante mucho tiempo, y aún lo siguen haciendo, aunque de una forma no tan directa. 

Después de que la mujer pudo ser parte de la ciencia, no dudamos en volvernos a conectar con ella de una manera más liberal. Sabemos perfectamente que la ciencia oculta grandes conocimientos oscuros y peligrosos, lo que hace que muchos científicos oculten sus conocimientos; una de esos científicos soy yo, me encontraba en la etapa de mi vida científica realizada, tenía decenas de laboratorios con mi más reciente creación, pero había uno en específico donde tenía mi más maravillosa creación y en este momento lo veía arder tras una pantalla. Ninguna élite política o religiosa tenía la más mínima idea de lo que hacía, pero mis propias creaciones han tomado riendas de su vida y se han ido en mi contra; “Cria cuervos y te sacarán los ojos.”

Apoye mi espalda en la pared y estire mis piernas en el suelo, a pesar de llevar una chamarra bastante gruesa y un chaleco antibalas, podía sentir los pedazos de vidrio incrustados en mi piel, pero sentía un dolor más fuerte en mi hombro; con mi mano libre busqué en bolsillo de mi chaleco un cigarrillo y un encendedor, lo puse en mis labios y lo encendí enseguida; sentí la nicotina recorrer en mi cuerpo, haciendo que mi dolor disminuyera un poco y mi sistema se sintió más tranquilo. De repente empecé a sentir una respiración agitada que provenía de la pequeña, monstruo, que estaba tirada en el suelo enfrente de mí, estaba en medio de la sangre y los cristales rotos de las ventanas destrozadas; cansada, alce mi arma, una M1014, y apunte a su cabeza. Uno, dos, tres, cuatro y cinco tiros resonaron en el laboratorio. 

- ¡Capitana, ¿está bien?! - la estruendosa voz de mi compañero que resonó en el auricular del radio hizo que frunciera mi ceño y soltara palabras bruscas, su voz en el radio me tomó por sorpresa, en ese silencioso lugar, haciéndome sobresaltar - ¿¡capitana!?

- Estoy bien - gruñí.

- Escuche disparos - sonaba preocupado.

- He sido yo - bote a un lado el cigarrillo - trae la camioneta - le ordene.

- Sí, señora - respondió sin refutar.

Me retiré el auricular y estire mis brazos hacia al frente, me pare del suelo y empecé a caminar en medio del desastre hasta la salida, encontrándome en el camino con algunos de mis compañeros haciendo su trabajo. A lejos vi venir a mi camioneta, la cual no se demoró en estacionarse frente a la entrada. Rápidamente, el tipo que había hablado conmigo por la radio hace un momento, bajó del automóvil y me miró con cara de satisfacción.

- ¡Oh!, vaya, capitana - era muy alto, tenía un promedio de altura cerca de los dos metros, era rubio, de cuerpo fornido, con una barba perfilada, de ojos grandes, era un estadounidense promedio; su rostro siempre reflejaba una expresión dura y fría, aunque realmente no era así, él era sonriente y curioso, pero yo lo consideraba inmaduro, un inmaduro que sabía hacer bien su trabajo - Ha hecho un excelente trabajo, si me hubiera dejado participar en la misión, no hubiera terminado tan mal - frunció un poco su ceño.

- Claro, Noah - ese era su nombre. Sin darle mucha importancia a sus palabras, me alejé al asiento del copiloto, me senté de inmediato ahí y solté un pesado suspiro - se escapó - hablé con decepción, Noah hizo una mueca y luego asintió levemente.

- Lo sé - se encaminó al piloto - hemos atrapado a algunos caballeros y damas oscuros, tal vez confiesen donde están los otros laboratorios - así era como se hacían llamar las brujas y brujos de la profesora, de su creadora, de nuestra creadora. Noah frotó sus manos mientras mostraba una amplia sonrisa, como si intentara animarme.

- Sabemos dónde están los laboratorios - fruncí el ceño - la niña es la que buscamos - dije entre dientes - maldita bruja.

- No creo que sea lo suficientemente inteligente como su hermana - solté un pesado suspiro, eso lo dudaba, si su hermana se enteraba de que ella ha sido liberada y en el proceso se ha escapado, por nuestra culpa, no dudará en buscarla y entrenarla. Noah prendió el motor, me acomodé en el asiento y cerré la puerta - solo ha pasado una semana desde que la soltaron - abrí la gaveta y saque la botella de whisky que estaba ahí. No dude ni un segundo en beber un trago - ¿Cuál es el siguiente paso? - tomó el volante; le di una mirada fría, él me devolvió una mirada en espera de una respuesta, solté un bufido, nunca podía tomarse las cosas en serio, pase mi mirada al frente y volví a tomar otro trago de la botella.

- Buscar a la niña - acelero con brusquedad, enseguida solté palabras bruscas mientras fruncía mi ceño, él soltó una risilla burlona. Deje la botella de whisky en su lugar y recosté mi cabeza en el respaldar del asiento, en este momento no quería pensar en nada, solo quería llegar a casa, curar mis heridas y tomar una ducha caliente, pero Noah no era de mucha ayuda, alardeaba palabras que quería evitar escuchar. De repente el timbre de mi teléfono llamó mi atención, lo saqué con pereza del bolsillo de mi pantalón y mire enseguida la pantalla; era un número desconocido, lo mire con duda por unos segundos. Decidí tomar la llamada.

- ¿Hola? - dije cortante, un gemido de dolor fingido fue su respuesta.

- Vas a matar mi débil corazón con tu frialdad - hice una mueca y rodé mis ojos.