El Garg era un lugar siniestro, la temperatura era tan baja, que, si te detenías a descansar, podías morir congelado, había cuerpos congelados por todas partes. Una tenue neblina cubría la mayoría del lugar, los demonios ahí atrapados, enviados por las brujas, estaban deseosos de volver a la tierra, podía hacer cualquier cosa por volver. En ese lugar no se veía ni cielo ni tierra, solamente oscuridad, el lugar era iluminado por el gran castillo en el centro del Garg, el castillo de Mallory. No había plantas ni árboles, solo camino congelado por kilómetros, si estabas vivo y llegabas ahí, algo imposible, tus mayores deseos aparecían frente a ti, pero una vez que los toques, intercambias lugar con algún demonio.
Los dos jóvenes, Wintt y Zarzakovich, caminaron casi por dos horas, Jason estaba débil, pero se aferraba a la vida lo más que podía. Mientras caminaron, le explicó lo que pudo a Alejandro, aunque no fue mucho, Zarzakovich le pedía que ahorrara sus fuerzas. Aunque en la cabeza de Alejandro todo sonaba como una película, las pruebas lo hacían creer todo, pero lo que más daba vueltas en la cabeza de Alejandro, era el hecho que no era hijo del hombre que lo crió y mucho menos de Dios, era hijo del ángel de la muerte, el ángel que trabajaba de la mano con Dios, pero que era rodeado por maldad y oscuridad.
Han había enviado a ambos jóvenes juntos para que Jason acabara con la vida de Alejandro, pero el joven Wintt sabía perfectamente que, si lo asesinaba, nada se podía interponer entre los planes de Han. Confiar en un demonio y en un demonio tan fuerte como Alejandro, era arriesgado, pero ese demonio había sido criado como humano, en el fondo Jason confiaba que Zarzakovich iba a elegir el bando correcto, enseñarle a su padre, era peligroso, pero Azrael era el único con el poder de viajar entre dimensiones y reinos sin ningún costo, podía sacarlos de ahí en un momento, nunca lo haría por bondadoso, pero por su hijo, Jason confiaba plenamente en que Azrael lo sacaría. Aunque su plan podía fallar, Zarzakovich tenía mucho qué procesar y Azrael era conocido por ser muy persuasivo y mentiroso, podía engañar a Alejandro y convertirlo en su fiel aliado, asesinarlo y Han se saldría con la suya, por esa misma razón, Jason le dijo todo lo que pudo sobre Han y el papa Santiago, para que, si llegara el momento, Alejandro supiera elegir su bando, además, el joven Wintt le dejó claro lo poderoso que era, que lo necesitaban en la lucha que se avecinaba.
—¿Cuánto falta? —pregunta Alejandro. —No creo que pueda seguir cargándote.
—Es ahí. —señala hacia unos montículos que se veían a unos quinientos metros. —¿Hueles eso? Es muerte, ahí está tu padre, este es su lugar favorito para deshacerse de las almas.
—¿Deshacerse?
—Sí, las devora, es lo que lo mantiene vivo.
Los dos hombres caminaron directo al lugar, en la entrada el olor a muerte era insoportable, Alejandro quería irse de ahí, al igual que Jason, exactamente eso era lo que quería Azrael, que nadie lo molestara mientras cumplía su misión. Ambos se miraron a la cara, y siguieron derecho, encontraron la entrada, era una cueva, oscura, casi parecía que podían cortar esa oscuridad. Ambos sintieron un escalofrío correr por toda su espalda.
—Tenemos que entrar. —dice Jason. —El miedo no es real.
—Hay un demonio adentro, es real. —contesta Alejandro.
—Es un hechizo, mantiene a los demás fuera de aquí. El miedo es el arma más poderosa, tanto en la tierra, como aquí y tanto para humanos, como demonios y hechiceros.
Se colocaron justo en la entrada, solo necesitaban dar un paso y ya entrarían a la cueva, no se veían nada adentro, más que oscuridad, pero debían entrar. Inhalaron aire y dieron el paso juntos. Una vez los dos estaban adentro, el lugar cambió, se volvió un castillo, tenía enromes columnas, con diseños que nunca se han visto, la cerámica era blanca, sin ninguna mancha, no había habitaciones ni nada, solo un enorme pasillo y en fondo, una pila enorme de cadáveres, hombres y mujeres apilados, unos encima de otros, desnudos completamente, una pila de al menos quince metros, y en el último cuerpo, una pequeña mariposa color blanco, débil, la cual despegó vuelo hacia los dos jóvenes en la entrada, su vuelo era torpe, volaba de un lado a otro, pero ninguno de los dos parecía poder quitar su mirada de ella. Cuando la mariposa estaba frente a ellos, se detuvo y se transformó en una enorme aura negra, de la cual, brazos y piernas comenzaron a salir, éstos se quebraban para tomar forma, hasta que un hombre se formó. Era alto, con cabello largo, ondulado, ojos verdes penetrantes, una dentadura perfecta; que se notó por la sonrisa que le dio a Jason y Alejandro; se podía ver que tenía una mandíbula marcada. Llevaba una camisa transparente, la dejaba ver su abdomen perfectamente marcado y tatuado, unos pantalones de vestir a rayas y unas zapatillas color dorado.
—Hijo, nunca creí que vendrías. —dice el hombre, con acento, y una voz gruesa.
—Señor, hemos venido porque necesitamos su ayuda. —dice Jason Wintt. Y se quejó de la herida que tenía, Alejandro no pudo sostenerlo más y lo dejó caer al suelo.
—Está herido, ¿puede ayudarlo? —pregunta Alejandro inclinándose junto a Jason.
—Soy el ángel de la muerte, hijo. Puedo asesinarlo. —contesta con obviedad.
—Por favor, necesitamos salir de aquí. —Alejandro sonaba preocupado. —Necesita un doc… o lo que sea. —contesta recordando al mundo al que ahora pertenece.