La espada de Jason se activó y el chico la cogió entre sus manos. Alejandro lo cogió del brazo para evitar que hiciera lo que iba a hacer, pero Jason de un golpe se soltó del agarre del hombre. Jason se abalanzó sobre Azrael, pero el ángel levantó la mirada y congeló al hombre, haciéndolo caer en uno de los sofás al lado de él.
Sally había terminado de curar a su hermana. Jess comenzó a correr hacia la sala de juntas. Pero Sally la sostuvo del brazo.
—Jess, ¿estás segura que podemos confiar en ellos? Ni siquiera sé sus nombres. —pregunta Sally.
—Jason me ayudó a liberarte, hay algo en él que me inspira confianza, no lo puedo explicar. —dice Jess.
—¿Y ese otro chico?
—Si Jason confía en él, no veo por qué nosotras no podamos. —contesta Jessica.
Ambas brujas corrieron hacia donde estaban los dos jóvenes. Al instante reconocieron al hombre de pie. Nunca había invocado al ángel, pero sí tenían libros con imágenes dibujadas del hombre, además, como toda mujer, las brujas podían ver el alma de las personas, y al instante pudieron ver la verdadera cara del ángel.
—¿Qué demonios? —dicen Sally y Jess al instante.
Ambas mujeres activaron sus armas, Sally no hesitó en disparar una flecha, que Azrael cogió con su propia mano, antes que golpeara su rostro. Jess cogió al hombre del cuello con su látigo, pero el ángel sostuvo el látigo, el cual comenzó a volverse negro, hasta llegar a la mano de Jess, que tuvo que soltarlo al instante.
—Esperen, esperen, esperen. —dice Alejandro, colocándose frente a las brujas. —Es mi padre.
—¿Qué? ¿Tu padre? —dice Sally.
—Sí, es el ángel de la…
—Sabemos quién es. Pero hasta el momento, no sabíamos que podían tener hijos. —interrumpe Jess.
—No podemos. —dice Azrael finalmente. —Una parte de mi alma y poder están dentro de él. Los inyecté cuando su madre casi muere, aquella inyección la salvó.
—Eres un demonio. —le dice Sally a Alejandro.
—Apenas lo descubrió. —se incorpora Jason, que Azrael recién desertó. —Quería ser papa, estaba en el Vaticano conmigo.
Sally analizó al hombre de cabeza a pies, al igual que Jess. En toda su vida nunca habían visto a un demonio mitad humano, lo más cerca que conocía eran los vampiros y los lobos, pero ellos no eran del todo humanos, como ese hombre frente a ellas en ese momento. La duda invadió los cuerpos de ambas brujas, pero no sintieron energía oscura la primera vez que lo vieron, no había una razón para desconfiar del chico. Además, si era cierto lo que dijo Jason, debía ser un buen hombre, debió haberse criado con los humanos, sin saber lo que realmente era. Ambas sintieron un poco de lástima por el hombre. Sabían que podían confiar en él, sus propios poderes se lo decían, pero si tenía sangre de demonio, sus impulsos demoníacos podían controlarlo en algún momento, y querer acabar con la vida de ellas. Aquello dejó alerta a las brujas.
—¿Qué quiere aquí, Azrael? —pregunta Alejandro alejándose de las brujas.
—Tengo que advertirles. Una guerra se aproxima. —dice Azrael, dirigiéndose a todos los presentes.
—Lo sabemos. Han quiere traer a Mallory a la vida. —dice Jason.
—No puede hacerlo sin esto. —dice Sally y abre su mano con un movimiento rápido y aparece la vasija maldita en sus manos.
—No puedo estar aquí mucho tiempo. Debo seguir con mi trabajo, las personas mueren por todo el mundo y los demonios están deseosos de poseer sus cuerpos. —avisa Azrael.
—¿Viniste a decirnos lo que ya sabemos? —pregunta Alejandro.
—Han no es ella. Astoreth quiere unirse con su otra mitad. —comienza Azrael.
—¿Quién es Astoreth? —pregunta Alejandro.
—Un demonio. Deben saber sobre ella. En los libros de las brujas está la información que necesitan.
Alejandro y Jason voltean hacia Sally y Jess, ellas asintieron.
—La única que sabe cómo detener a Astoreth es Lilith. Pero a las únicas personas que les hablará es a sus hijos. —Azrael voltea a ver a Jess y Jason.
—¿Qué? —dice Jess.
—¿Nosotros? —pregunta Jason.
—Hay una razón por la que trabajan tan bien juntos y por la que confían ciegamente en el otro. Son hermanos, su madre es Lilith, la reina de todos los demonios. —dice Azrael. —Deben bajar donde ella, ustedes son los únicos con los que hablará. Deben bajar a lo más profundo del infierno humano, y cruzar el espejo, son los únicos que pueden.
—¿De qué estás hablando? —pregunta Jason, completamente desubicado.
Jess hasta el momento no decía nada.
—Deben hacerlo antes que sea demasiado tarde. —termina Azrael y luego se gira hacia su hijo. —Hijo, la guerra y destrucción se aproxima, sé que tú lo sientes. Sientes toda la muerte que se acerca, puedes venir conmigo y no sufrir ésta destrucción. —el ángel estira una mano en dirección a Alejandro.
Jason sabía que Alejandro haría lo correcto, además, el joven Zarzakovich ya había accedido a quedarse con él una vez. Pero era inevitable que el miedo y la duda invadieran el cuerpo de Wintt cuando escuchó esa propuesta de Azrael.