La llegada de los hermanos al infierno no fue placentera, tuvieron que sufrir la reconstrucción de todo su cuerpo, además de soportar al ardiente fuego que quemaba sus cuerpos. Jason y Jess gritaron de dolor, pero nunca se quisieron devolver, la misión que tenían era más fuerte que ese dolor. Una vez reconstruidos, ante sus ojos pudieron ver el infierno.
Aquel lugar era horrible; Jason creyó que iba a ser mejor que el Garg, pero se equivocó, era mil veces peor; el olor a putrefacción inundaba el lugar, gritos de dolor, llanto, era lo que acompañaba aquel olor. El lugar parecía estar quemándose siempre, pero no se veían llamas por ninguna parte, solo el resplandeciente color del fuego, el calor que hacía ahí era insoportable. No había senderos, como en el Garg, era una enorme planicie, con especies de estaciones para torturar las almas ahí presentes, al final se veía oscuridad, parecía que ahí el calor no llegaba, y ahí era donde los hermanos debían ir.
Jessica y Jason dudaron antes de empezar a caminar, pero de todas maneras lo hicieron, no sin antes Jason decirle a su hermana que permanecieran juntos, no sería nada bueno si se separaban por alguna razón, Alejandro había mandado sus cuerpos, no sus almas, por lo que, si morían ahí, no podrían regresar al reino humano. Había miles de almas que querían un cuerpo, demonios de bajo nivel que buscaban la manera de salir de ahí, y demonios de alto rango que no tomaban de buena manera las visitas de brujas y mucho menos, hechiceros. Ambos caminaron por el lugar, cada vez sorprendiéndose más de las diferentes formas de tortura, por el cielo cabalgaban lobos infernales, demonios en una especie de caballos demoníacos, que no gastaban su tiempo y lo aprovechaban torturando desde arriba a las almas en pena. Los hermanos caminaron por lo que sintieron fueron dos horas, no dejaban de sudar y morían por un pequeño trago de agua, pero mientras más caminaban, más lejos se veía el final del lugar.
—No podemos seguir gastando energía de esta manera. No hemos avanzado nada. —dice Jess, apoyándose sobre sus rodillas.
—No hay otra forma, tenemos que llegar, no nos podemos ir sin información. —dice Jason. Luego va a donde ella y le ayuda a levantarse.
Jess se apoyó contra el hombro de Jason, siguieron caminando tratando de ignorar las súplicas de las almas que los veían pasar. Aquellas personas pedían que los asesinaran, no podían soportar más aquel sufrimiento, pero los hermanos sabían que, si estaban ahí, era por una razón, no podían simplemente asesinarlos y dejarlos libres sin antes pagar por sus crímenes. Pero al verlos ahí, nadie se merecía tal cosa.
Jessica se soltó de su hermano y cayó al suelo agotada, el calor era insoportable, no tenía agua y no podía seguir caminando.
—Jess, tenemos que seguir. —dice Jason intentando levantarla. Pero la mujer no tenía fuerzas para seguir.
Jason la levantó del suelo y la cargó en sus brazos. La llevó a un lado del camino, sabía que ella no soportaría seguir, pero no podía dejarla ahí, mucho menos ahora que sabía que era su hermana. Jason estaba agotado, pero su hermana no podía seguir, debía enviarla de vuelta, él podría averiguar todo sobre Astaroth por sí solo, no podía arriesgar la vida de su hermana. El joven Wintt conocía un hechizo que podría funcionar para sacarla de ahí. Jason ensució su dedo con la tierra del lugar, hizo un pentagrama en la frente de su hermana, luego dijo: ad locum redeunt ab inferno. El pentagrama en la frente de Jessica Lithuriel se encendió, emitía una luz color roja de él; Jason se apartó de ella; alrededor de la bruja se dibujó el pentagrama, Jessica comenzó a levitar, cuando estaba a un metro del suelo, el pentagrama en el suelo desapareció, al igual que el de la frente de la bruja y Jess cayó contra el suelo de golpe. El hechizo no había funcionado.
—Jess, ¿estás bien? —le pregunta Jason a Jessica, pero ésta no responde. Estaba desmayada.
Jason maldijo, el único hechizo que conocía para volver al reino humano falló, ahora no solo estaban estancados en el infierno, sino que Jess podía morir. Debían llegar lo antes posible donde Lilith, ella tal vez podría mandarlos de vuelta, después de todo eran sus hijos, era posible que aún los quisiera un poco.
La energía en el cuerpo de Jason era poca, pero tenía la suficiente para llegar al reino de Lilith. El joven no podía dejar a su hermana, pero si efectuaba aquel hechizo que cruzaba por su mente, Jess podría despertar. Jason dudaba en hacer el hechizo, quedarían estancados, pero no podía dejar a su hermana morir. El joven Wintt se sentó en el suelo, colocó la cabeza de su hermana en sus piernas, le besó la frente y luego puso su mano ahí mismo y dijo: dimidium meae industria accipit. La frente de Jess brilló un poco, Jason movió su mano y luego cayó contra el suelo, Jessica abrió sus ojos y se sentó de golpe. Jason le había dado la mitad de su energía a su hermana.
—Jason… —Jess se volteó hacia el joven que yacía en el suelo.
—Solo estoy cansado, no pasa nada. —avisa el chico.
—Me diste tu energía. —Jess suena algo sorprendida.
—Sí, eres mi hermana, no puedo dejarte morir. —dice Jason con una sonrisa en su rostro, una que también Jess le entregó.
Jess se acostó cerca de él, ambos observaban hacia arriba, no había un cielo, era una enorme nube negra que cubría el lugar, aquello se veía turbio del calor que abrazaba el lugar. Ninguno de los hermanos quiso decir nada, simplemente estaban acostados.