Toda la magia del lugar estaba conectada con Lilith, por consiguiente, también con Jess, al ella sentir el mínimo dolor, fuera físico o emocional, éste se iba a multiplicar, todo el lugar iba a hacer su dolor más fuerte. Al Jess enterarse de la muerte de su hermana, fue como si estrujaran y destrozaran su corazón en mil pedazos, aquel dolor que la quemaba desde adentro, lo sentía multiplicarse y solo podía gritar y llorar. Todo el lugar se oscureció, llovía con fuerza y los rayos chocaban contra los matorrales de rosas del lugar. Lilith intentó tranquilizar a su hija, pero Jessica no la quiso escuchar, en el fondo la culpaba por lo que le había pasado a su hermana, debía salir de ahí, tenía que saber cómo estaba Sally y tal vez juntas poder traer de vuelta a su hermana.
Jessica se encontraba arrodillada frente a una fuente, con su mano hacía mover del agua de arriba hacia abajo, la hacía tomar diferentes formas, aquello la tranquilizaba un poco, la lluvia caía en todas partes, menos en un círculo alrededor de Jess, aquella lluvia era tan fuerte que era difícil ver a través de ella. La ropa de Jess estaba rota, su maquillaje estaba desparramado por toda su cara, todavía tenía algunos golpes de la lucha contra Astaroth, no se había molestado en curarse. La joven Lithuriel se culpaba, sentía que, si ella hubiera estado con sus hermanas, juntas hubieran podido evitar cualquier catástrofe, pero ahora Eva estaba muerta y ella encerrada por su madre, Astaroth estaba haciendo de las suyas en el mundo humano, engañando a su hermana. Jess se sentía culpable, en el fondo sabía que no era cierto, que lo que había pasado no era su culpa, pero nunca debió venir a este reino tan indefensa.
—Hija… —llega Lilith con un círculo que la rodeaba y también impedía que la lluvia empapara su cuerpo. —Ya reparé el castillo. Vamos adentro.
La destrucción del castillo había sido causada por una simple liberación de magia de Jess, ella no lo hizo adrede, pero no soportaba más esa cárcel de cristal, quería salir de ahí.
Jessica volteó a ver a su madre, en su mirada se reflejaba odio. La joven nunca había sentido tanto odio recorrer todo su cuerpo, las lágrimas seguían saliendo de sus ojos. Jess congeló el agua de la fuente con la que jugaba, la transformó en picos de hielo que no dudó en lanzar directo a Lilith, el demonio cayó al suelo desangrándose, Jess seguía lanzando los picos afilados de hielo hacia su madre, todos en diferentes partes, pero lo suficientemente profundos como para penetrarse contra el suelo también.
—Jessica… —se quejó Lilith. —Jess, hija… ¿qué estás haciendo?
—Por tu culpa mi hermana murió. —contestó Jessica.
La lluvia cada vez se hacía más fuerte, los rayos resonaban por todo el lugar, la oscuridad recorría cada rincón del reino de la diosa.
—Yo no la asesiné. —dijo Lilith.
—Si hubiera estado con ella, todo se hubiera evitado. —contesta la bruja.
Jess siguió disparando contra su madre, las piernas de Lilith estaban inmóviles, los picos de hielo que atravesaban el estómago del demonio provocaban que ésta creara un charco de sangre alrededor. Pero eso no detenía a Jessica, a sus lados, flotando, había más picos de hielo esperando ser disparados.
—No me puedes asesinar, Jessica. —dice Lilith y de su boca salió sangre.
—Lo sé, pero estás condenada a pasar encerrada aquí para la eternidad, madre. —contesta Jess.
La única magia que podía herir gravemente a Lilith era la suya propia, y esa magia recorría el cuerpo de Jess, por lo que mientras ella atacara a su madre, ésta sufría el doble del dolor.
—Tu hijo te traicionó, Lilith, quería matar a Jason. Eso nunca fue parte del trato. —comienza a decir Jess. —Además, intentó asesinarte a ti, y a mí.
—Lo sé, por eso debemos quedarnos aquí. Nunca más va a poder entrar. —contesta con el poco aire que le quedaba a Lilith.
Al momento en que Lilith dijo eso, una idea se cruzó por la mente de Jessica, sabía que era imposible lo que iba a proponer, pero al menos debía intentarlo.
—Déjame ir a matarlo, madre, con tu magia en mi cuerpo puedo hacerlo. —dice Jess. —Déjame acabar con él de una vez por todas.
—Astaroth no puede ser asesinado.
—Pero Astoreth sí, y si su parte femenina muere, va a quedar lo suficientemente debilitado como para enviarlo de vuelta al infierno. —explica Jess.
Lilith sabía que había sido traicionada, que Astaroth intentó asesinarla una vez, aunque hubiera prohibido que entrara a su reino, él podía encontrar otra manera de entrar, y volvería a intentar asesinarla. Ella no podía permitir que un demonio como él le faltara al respeto de esa manera, debía demostrar por qué era llamada la madre de los demonios.
—Abre las puertas, madre, déjame ir a por él. —pide Jess.
—Lo voy a hacer, bajo mis condiciones. —dice Lilith.
Jessica extrae los picos de hielo del cuerpo de su madre, y las heridas de Lilith comienzan a cerrarse rápidamente, mientras que Jess la ayuda a levantarse.
—¿Qué quieres? —pregunta Jess. Una vez que su madre está de pie.
—A ti. —contesta ella.
—¿A mí?
—Sí, quiero que una vez que Astaroth esté de vuelta en el infierno, vengas a mi reino y juntas le arrebatemos la corona a Lucifer. —dice Lilith. —Quiero que me lo jures, Jessica.