Capítulo 53

Aquello que antes solo Evangeline veía, ahora se había expandido por el resto del globo, había miles de cuerpos flotantes por todo el mundo, todos iguales, transparentes, pálidos, con los ojos blancos, y sin ningún tipo de movimiento, solamente donde el viento los llevara, algunas veces chocaban unos con otros, pero nunca caían, permanecían ahí, siempre. Ninguna otra persona parecía notarlos, todos seguían con su vida como si nada pasara, como si aquellos cuerpos no importaran, pero había unas especies que sí los notaban y ellos sabían que no eran algo bueno.

Los lobos, vampiros, incluso las pocas sirenas que existían y las brujas, todos veían a los cuerpos flotantes, no eran dañinos, pero tampoco eran una buena señal. Los lobos de la ciudad oscura veían a los cuerpos y aullaban, aquellos seres sedientos de venganza no actuaban por miedo a lo que todos esos cuerpos significarían. Los vampiros que estaban con los lobos, no entendían lo que pasaba, la relación con los lobos se había vuelto tensa, pero no era el momento para pelearse entre ellos, algunos de los vampiros intentaron alcanzar los cuerpos, pero ninguno logró nada, se dedicaron a buscar información en libros, aunque no encontraban nada. Las sirenas solamente analizaban por unos minutos aquellos cuerpos, para después desaparecer de donde estuvieran, eran las mejores en esconderse. Pero las brujas, las que había por todo el mundo, incluso las que aún no sabían que eran brujas los veían, las demás personas las acusaban de locas, en algunos hospitales las tenían atadas a las camillas, las chicas no podían no dejar de ver todo aquello, para ellas era terrorífico. Las Areek en Francia decidieron hacer finalmente uso del búnker que habían comprado hace años, las brujas se escondieron bajo tierra, nadie sabía la exacta ubicación del búnker, pero sí sabían que no todos podían entrar, había hechizos de protección que ocultaban su paradero. Mientras que las presentes en la Academia estaban aterrorizadas al ver esto, no tenían a nadie que les ordenara qué hacer, pero ninguna se quería ir, la Academia era uno de los lugares más seguros de la tierra.

El mundo estaba sumido en una oscuridad, los destres naturales seguían y las grandes potencias estaban cayendo en crisis, todo se estaba desmoronando, pero nadie notaba la oscuridad que día con día avanzaba cada vez más, todos creían que era el mal clima, pero no se enteraban que este “mal clima” estaba cubriendo toda la tierra, era como la oscuridad le estuviera dando un abrazo al planeta.

Las brujas y los demás seres lo sentían, sentían la oscuridad cubriendo cada centímetro del mundo, era como si la esperanza se les estuviera marchitando, era como ver una rosa marchitarse poco a poco y nadie hacía nada. Muchas de las brujas culpaban la llegada de Astaroth, pero otras no lo podían asegurar, era extraño para las brujas de la Academia culpar sus propias acciones, pero era la única lógica explicación.

El mundo se estaba marchitando poco a poco, todos lo sentían, algunos se estaban volviendo locos, o eso creían los humanos y por eso los amarran en las camillas, pero simplemente no ven con los ojos de los demás. El mundo se marchita cada vez más, y parece que no hay nadie que lo pueda evitar, era el momento en el que necesitaban un héroe, pero eso solo pasa en las películas, en la vida real, nadie siquiera piensa en lo que está pasando, todo se desmorona frente a los ojos de todos y no hay nadie que haga nada, simplemente se sientan a esperar que algo pase, que llegue el “héroe” que promete Hollywood, aunque todos saben que no es más que ficción, siguen esperando que esto pase, ninguno es un líder, todos son seguidores. El mundo se está marchitando, aquella frase es extraña, cada vez que la dicen trae a la superficie más emoción. El mundo se está marchitando. Aunque esto esté pasando hace siglos, este es el momento en que realmente todo se está desmoronando, tan simple como un bollo recién tostado se desmorona. Desde que el primer humano tocó la tierra, ésta se empezó a desmoronar, a marchitar, aunque han creado miles de inventos para ayudar a la humanidad, nada de esto sirve, cada vez el final se acerca más, cada segundo la muerte da un paso más para llegar a tocar tu puerta.

Las brujas, los vampiros, los lobos y sirenas culpan a un demonio, Astaroth, pero él simplemente llegó a un mundo al borde de la destrucción, él llegó con su idea psicópata a gobernar, aunque está errónea, nadie se va a resistir, todos están dispuestos a entregar su libertad por seguridad, y ese es el gran deseo que va a utilizar Astaroth, la seguridad, cada persona en este mundo quiere seguridad, incluso más que dinero, por lo que el demonio de los deseos se los va a cumplir, pero quiere la libertad como precio.

El gran hospital Bulder en Australia, ha tenido la mejor reputación en años. Aquí es donde está Eva, camina de lado a lado en la enorme sala de espera, la cual tiene una ventana gigante que deja ver toda la ciudad, dejando un escalofrío por el cuerpo de la bruja, ver aquellos cuerpos la hacía sentir más nerviosa que temerosa, la chica sabía que algo estaba pasando, y era posible que su única esperanza estaba en el quirófano en ese momento.

Después de que Kevin y Eva se aseguraran que la chica estuviera bien, ser irían, pero Evangeline pidió poder hablar con ella, a Kevin aquello le había parecido extraño, pero la insistencia de Eva lo hizo esperar con ella. Llevaban más de tres horas en la sala de espera, era un perfecto cuadrado, con una ventana que daba a la ciudad, sofás cómodos, incluso había juegos de mesa, como si las familias esperando ahí se importaran en jugar. Kevin insistía en que Eva se sentara a esperar, pero la chica estaba nerviosa e impaciente, no dejaba de caminar paralelamente por la sala, el chico solo se mantenía recostado en un sofá, con su cabeza echada hacia atrás, con sus ojos cerrados. Los dos chicos ni siquiera sabían el nombre de la chica, por lo que Eva decidió ir a preguntar el nombre.