Nate.
La dulce melodía del piano, queda perfecta con la escena que tengo al frente, Vanessa yace con el cabello rubio a ambos lados del rostro, sus finas fagsiones faciales despiertan un aura angelical, mientras su mirada color marrón de grita que esta dispuesta hasta el infinito llegar si en algún momento tiene que luchar, en sus brazos yace quien es la persona más importante en mi vida Elizabeth.
Mi pequeña princesa de cabellos de oro y mirada de acero como la mía, su piel de porcelana disfruta de los rayos solares, mientras se estremece en los brazos de su madre.
- Es preciosa - comenta, sonriendole a la preciosura que sostiene.
- Por supuesto, es hija mía - la molesto, ocasionando que ría.
-Pero se parece mucho a mi - asegura, levantándola para que la detalle, la bebé parece sentir mi presencia, porque estira sus bracitos, pidiendo que la cargue y lo hago, obedezco, porque no quiero que lloré, odio que la dueña de mi vida llore.
- Hola mi amor - murmuro, basándose la frentecita, ella me sonríe.
Mentalmente confirmó la teoría de que un padre esta dispuesto a todo por sus hijos, porque yo, con apenas conocerla, estoy dispuesto a dar mi vida por ella y a terminar con quien se que planee hacerle daño, porque la vida de un White es sagrada, sobre todo la de la heredera.
Me resulta imposible no detallarla, pues es preciosa, su piel se enrojece con el sol a gran velocidad y la llevo a la sombra, donde poco a poco vuelve su piel a la normalidad.
Vanessa sabe que necesito mi espacio con la niña y aprovecha el tiempo para darse una ducha, Ellie es bastante tranquila cuando está conmigo, pero según Vanessa, es un torbellino completo, lo dudo, algo tan bello no puede ser tan fastidioso.
- Eres hermosa, inteligente, fuerte, valiente y capaz - le digo lo que desde ya debe ir aceptando, la personalidad de los niños se va moldeando, es por eso que le digo esto, ya que no la necesito dudosa, la necesito fuerte y decidida.
Lamentablemente estamos en un mundo donde el que sobrevive es el más fuerte, el que luce más letal a simple vista, ella, nació con un disfraz, pues parece un corderito que se que más de uno querrá casar, por esto necesito que ella sepa de donde viene y a donde tiene que llegar; a la cima.
- No importa cuántas personas quieran hacerte daño, papá te protegerá porque eres una leona, que se esconde entre el rebaño - murmuro, es apenas una niña y parece que lo entendiera, porque aunque sólo tiene unos meses, me mira convencida. - ¿Sabes? - le hablo, mirando nuestro reflejo en el espejo, ella es de cabello rubio como su madre y de ojos grises como yo, es como el complemento perfecto que Dios nos mandó. - Alguna vez tu abuela me comentó, que sin importar que hagan los hijos, los padres los amaran y cuidaran de todas maneras, se me hacía una tontería, hasta que tu llegaste a mi vida - la observo, detallando su delicado y angelical rostro. - Porque te juro que no importa que hagas, papá siempre te cuidará la espalda.
En mis planes de vida nunca estuvo tener un hijo, soy consciente que en mi posición un bebé complica todo, pero ella, llegó sin buscarla y se convirtió en lo que para mí, es el ser más importante de la Tierra.
- Si eres celoso conmigo - habla su madre desde el umbral. - No me quiero imaginar cómo serás con Elizabeth cuando crezca - se burla y la miro mal.
- Mi hija no necesita un novio, tiene un papá que la ama y esta dispuesto a complacerla en todo - le hago saber.
Ríe, besándome la mejilla con dulzura.
- Ella lo sabe - asegura. - ¿Cierto bebé? - le pregunta a ella que me mira, abriendo su boquita para balbusear la palabra que me descoloca por completo.
-Pa...pá.
La sonrisa que se dibuja en mi rostro no la puedo disimular y la abrazo, dejando que ella me rodee con sus mini bracitos.
Vanessa la mira, indignada.
-Yo te llevé durante nueve meses en mi vientre y tu primera palabra es PAPÁ - rueda los ojos - Me decepcionas, Elizabeth.
La miro mal, puede que sea una simple broma, pero no voy a permitir que mi hija sienta que debe llenar los vacíos de alguien, así como su madre.
Ella desde que llegó a este mundo, tiene que ser consciente de que nació para cosas grandes, porque cuando la hora de la verdad llegue, ella debe ser un fénix.