-----Narra Mulan-----
Ando con los nervios de punta. No sé qué es capaz de hacer esa víbora con mi niña Jazmín. Van a ser las 3 de la tarde y nada que llegan.
Ojalá y mi niña esté bien. Yo a Emily le digo víbora, porque es una persona mala. Suelta su veneno sin importarle el resultado de este. Los hijos de ella llaman a mi niña bastarda, ¡por su culpa! Ella siempre habla con sus hijos sobre eso. Les dice que Jazmín no es su hermana, que es una bastarda y que no la pueden aceptar como parte de esta familia.
Si supiera el daño irreparable que le hace a sus propios hijos. No tengo hijos, pero opino que los está criando de una manera incorrecta. A los niños no hay que meterles ideas en contra de ninguna persona y menos de un familiar tan cercano como un hermano. Ella no puede sembrar el odio ni el rencor entre ellos. Al final, no importa lo que haga, ella nunca podrá cambiar el pasado.
Ella debería hacer todo lo posible para que estos niños se lleven bien y tengan una infancia bonita. Pero no entiendo por qué se empeña en hacer que sus hijos odien a Jazmín. Porque con el paso del tiempo, es lo que esos niños terminarán haciendo, todo por culpa de ella.
No entiendo ¿Por qué llevó a Jazmín a dar un recorrido por la playa? Para mí es tan extraño. Me siento tan culpable de que no hayan llegado.
No confío en las personas como ellas, falsas. Las personas no cambian de la noche a la mañana. Las personas lo que hacen es ponerse un disfraz para ocultar sus verdaderas intenciones. Y eso es lo que hizo esa víbora con mi niña Jazmín y tan inocente ella creyendo en su madrastra.
Me encuentro en mi cuarto, tendida en mi cama, pensando ¿qué hacer? En eso, escucho que tocan la puerta, pero la manera como lo hacen me asusta. Salto de la cama como si mi vida dependiera de eso. Mi corazón está a punto de estallar, me pregunto qué estará pasando.
Al abrir la puerta, me encuentro con el señor Argenis, esto es bien raro, porque él nunca sube a estos pisos de arriba.
—Señorita Mulan, le tengo una muy mala noticia. ¡La niña ha desaparecido! No se sabe si es un secuestro, tampoco se sabe muy bien lo que sucedió. ¡No sé! Cómo explicarle, por favor, venga conmigo. — Expresa el chofer de la casa con una mirada llena de terror y miedo.
—¿Cómo así? No entiendo lo que usted me está diciendo. ¿Dónde está la señora Emily? —Pregunto, tratando de respirar, ya que me siento algo asfixiada y tengo como un nudo en la garganta. Lo peor es que yo sabía que algo así podía suceder, por eso era que quería ir con ellas, para cuidar a mi niña.
—Ella está en la comisaría poniendo la denuncia. —Responde él con tristeza.
Salgo de mi cuarto con muchas ganas de llorar. Mi cuerpo tiembla. Yo me prometí cuidarla y no lo hice. Sigo mi camino por el pasillo y bajo la escalera rápidamente. Al llegar abajo, se encuentra el señor Oliver y los niños que se retiran al instante que yo llego a sus habitaciones por orden de Oliver.
—Mulan, qué bueno que llegaste. Necesito que me consigas una foto de Jazmín, ¡por favor! —Pronuncia Oliver, levantándose del sofá.
—Pero no entiendo, ¿qué le pasó a la niña? —Interrogo con molestia.
—Emily me dice que se descuidó por un momento arreglando una falla que tenía el carro y de pronto, cuando vio adentro del carro, no vio a la niña. Ni estaba afuera del carro. Eso pasó en medio de la autopista.
—¿Puede ser que la olvidó en la playa? ¿Ya la buscaron allá? —Pregunto con disgusto.
—Ella dice que está segura de que montó a la niña en el vehículo. —aclara Oliver.
—Entonces, ¿qué podemos hacer?
—Necesito una foto de Jazmín. La Policía se la está pidiendo a Emily. ¿Tú tienes alguna?
—Señor Oliver, lamentablemente no tengo. Todavía no le hemos tomado la foto para el colegio. —Confieso con tristeza. Me siento tan culpable, no debí dejar que esa víbora se llevara a mi niña.
—Sí, es cierto. ¿Y en tu teléfono tienes alguna? —Insiste él, con la mirada cabizbaja.
—No, señor Oliver. Yo no utilizo mucho el teléfono. Perdóneme. —Hablo con voz temblorosa.
—Tranquila, Mulan. Todo es mi culpa. —Comenta él, mientras se sienta nuevamente en el sofá.
—¿Qué podemos hacer? —Pregunto mientras me siento junto a él.
—Lo mejor es esperar. —Murmura Oliver.
—A mí me gustaría ir a la comisaría. ¿Le puedo decir al señor Argenis que me lleve? —Le pregunto con lágrimas en mis ojos.
—No llores, todo va a estar bien, Emily me dijo que no era necesario ir. Ella está en ese proceso. Los únicos que pueden hacer algo son la Policía. —Dice Oliver, pero se encuentra pensativo. Qué hombre tan descarado, sigue confiando en su esposa.
—Señor Oliver, ella es su hija. Perdone que se lo diga, ¿usted realmente confía en Emily? Porque para serle sincera, yo no confío en ella. —Hablo con franqueza.
Después de decir eso, el señor Oliver se queda en un silencio muy incómodo. Él solo está sentado pensando, no sé en qué. Al final, me levanto decidida a pedirle al señor Argenis que me lleve a la comisaría, pero antes de seguir con mi plan debo preguntarle a este hombre sin corazón, ¿dónde está la comisaría?
Él está ciego por su esposa, ya que ni la dirección de la comisaría tiene. Él llama a la víbora y le pregunta el nombre de la comisaría. Lo que es peor aún, es que la tipa esa no lo sabe. ¡Qué locura! Oliver le cuelga y me dice el nombre de la autopista donde según ocurrió la desaparición, yo llamo a Jun y le cuento y después de media hora él me manda el nombre de la comisaría más cercana a la autopista. Le pido a mi Dios que todo salga bien y que mi niña esté sana y salva y pronto podamos saber de ella.
Jun me manda la dirección a mi teléfono por medio de un mensaje de texto, ya que teléfono inteligente, no tengo todavía.
Salgo de la sala. Al señor Argenis lo encuentro en la cocina hablando con Flora y Teresa. Rápidamente, salimos al garaje, pero antes de que el carro pueda arrancar, el señor Oliver abre la puerta del auto. Se monta en silencio y en todo el camino no pronuncia ni una palabra.
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lucha por sobrevivir, infancia dificil, conoceras el verdadero amor.
Editado: 31.10.2024