Buscando a mi madre

Capítulo 20: Siento dolor y rabia

-----Narra Jazmín-----

Abro mis ojos y todavía sigo aquí en este lugar tan bonito, pero en vez de tener bonitos recuerdos, todo lo que recuerdo me hace sentir muchas emociones, estoy con el alma hecha pedazo, mi corazón llora, no puedo creer que yo haya sido abusada por mi mejor amigo, la persona que yo amaba con el alma, yo creí que él sentía lo mismo por mí.

En estos momentos lo que siento es odio, mi cuerpo me duele, mi parte íntima está inflamada, roja, con sangre, los pezones me arden, me levanto de la cama con mucho cuidado, de pronto siento que todo me da vuelta, me vuelvo a sentar y quedo en la orilla de la cama, el dolor de cabeza es insoportable, pero tengo que salir de este sitio.

Me levanto nuevamente con las manos en la cabeza, mis piernas tiemblan, voy directo al baño y me lavo mi zona íntima únicamente con agua del grifo, ya que eso fue lo me ayudo a mitigar el dolor. No puedo darme una ducha, necesito irme lo más pronto de este sitio, salgo del baño, voy a la habitación, me visto lo más rápido que puedo, peino mi cabello con mis manos, antes salir de este lugar consigo mi bolso en el mueble, pero también hay una nota y una pastilla.

“Perdóname Jazmín, espero que no me denuncies, no fue mi intención hacerte daño, pero tú me provocaste, tú eres culpable de lo que hice, tomate esta pastilla, es anticonceptiva, te va a ayudar a no salir embarazada, espero volver a verte me gustó mucho lo que hicimos anoche”

—Mal****, desgraciado, lo odio cómo puede decir que es mi culpa. —Grito con ira.

Agarro agua y me tomo la pastilla, después que lo hago me doy cuenta, que yo soy una estúpida como pude confiar en él. A pesar de lo que me hizo me tomé la pastilla, tal vez es hasta peligrosa. ¡Qué rabia tengo! Escucho voces afuera del yate, tomo mi bolso y salgo, veo a varias personas montadas en sus barcos, un señor a lo lejos me llama la atención, me recuerda a mi amigo Ángel, me acerco a él.

Después de darle los buenos días, le pregunto si puede hacerme el favor de acercarme a una playa.

—¿Cómo se llama la playa? Señorita. —Pregunta amablemente.

—Rehoboth beach. —Respondo tratando de estar tranquila.

—¿Usted vive en esa zona? —Interroga el canoso.

—Sí, señor, es que vine a una fiesta con unas amigas y me dejaron sola. —Declaro con mentira, pero a veces toca.

—Tienes una cara muy demacrada, las fiestas y el alcohol no son buenos, destruyen la juventud. —Crítica el señor con severidad.

—Mi padre debe estar preocupado, ¡por favor lléveme!, yo le pago el viaje. —Ruego, tratando de convencerlo, sacó un billete de 100 $ que tengo en la cartera.

—Tranquila señorita, yo la llevo, guarde su dinero, no lo necesito. —Dice él dándome la mano para entrar en el barco, ese único contacto me ocasiona ganas de llorar, él me ve y me regala una sonrisa amigable.

—No te preocupes, no pienso hacerte nada malo, soy viejo, pero no un sádico, yo sigo enamorado de mi esposa, aunque ya no la pueda ver, la llevo en mi corazón. —Comenta, dando un suspiro lleno de tristeza y melancolía.

—Últimamente, no sé en quién confiar, la mayoría de personas que se me acercan es para hacerme daño. — Digo mientras una lágrima recorre mi mejilla.

—Escúcheme bien, por unas cuantas personas que te hagan daño, no pueden pagar todos los que te rodean, todavía hay personas con buenas intenciones. Es bueno pensar mal, porque piensas mal y acertarás, pero también es bueno dar el beneficio de la duda. —Manifiestas él, mirando directamente a mis ojos—. Póngase este chaleco salvavidas mejor prevenir que luego lamentar. —Me pongo el chaleco, el barco empieza a moverse y yo me mareo y empiezo a vomitar mucho por uno de los costados del barco.

Luego de unos minutos el mareo se me pasa. Respiro aire fresco y cierro mis ojos, unas lágrimas ruedan por mis mejillas, quiero gritar del dolor que siento, ese malnacido me desgració la vida, ahora no sé que voy a hacer, quiero vengarme y hacerlo sufrir. Pero no sé si tengo las fuerzas para volverle a ver el rostro, no se si soy capaz de hacerle daño a alguien, mis principios y enseñanzas me obligan a hacer el bien, pero este dolor y esta rabia me hace pensar en cosas malas. No deseo que se muera, quiero verlo vivir una vida miserable. Que ridícula soy a las personas como él siempre les va bien, así que no se que pensar, ni que desear ni que hacer. Solo quiero arrancarme el corazón y no sentir nada.

Por ahora solo quiero huir, así que voy rumbo a la playa donde vive mi amigo Ángel, necesito estar con alguien que me transmita paz y no me vaya a molestar con preguntas.

Luego de casi una hora llegamos a la playa, lamentablemente me toca mojarme con el mar. El muelle está muy lejos y no quiero caminar tanto, prefiero bajarme aquí y caminar menos.

—Muchas gracias por todo. Y perdoné si le causé alguna molestia. —Manifiesto mientras me quito el chaleco, los zapatos y los guardo en una bolsa junto a mi cartera.

—¿Cuál molestia? No se preocupe, estamos para ayudarnos. —Declara con un apretón de manos y una mirada llena de tranquilidad—. Perdóname por dejarte en este sitio, ¿estás segura de que vives por aquí cerca, o me estás mintiendo? —Concluye mientras observa todo alrededor.

—Aquí cerquita vivo, no se preocupe, nuevamente, muchas gracias. —Digo dándole una sonrisa cariñosa.

El señor me deja en un lugar poco hondo, yo sé nadar gracias a Ángel, cuando tenía como 13 años Mulan y yo veníamos a visitarlo, lo hacíamos muy seguido y él me enseñó a nadar.

Ahorita llevo un año que no lo veo, se va a alegrar mucho, pero ¿no sé, si contarle lo que me sucedió? ¡No quiero que me eche la culpa a mí! Tampoco quiero que nadie se entere.

El agua está muy fría, empiezo a nadar a la orilla con la bolsa en mis manos, salgo a la arena y me siento, respiro profundamente, el señor menea su mano y sigue su viaje.

Después de meditar por varios minutos en lo que voy a decir, decido levantarme de la arena y seguir mi camino hacia la casa de Ángel, son como 10 minutos a pie.




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