Al día siguiente el equipo de dos estaba trabajando arduamente para dar con el paradero de Logan, cada vez estaban más cerca de encontrarlo y aquello era el detonante de los nervios e inseguridad de ese par de amigos.
Elena tenía miedo, una parte de ella le decía que la pequeña Lilian podría terminar siendo afectada por todo lo que estaba sucediendo o llegaría a suceder con todo lo relacionado con su padre.
—Tengo sueño —fue lo primero que salió de la boca de Jessid.
Ambos pasaron la noche en vela intentando acceder a los registros, si no hubiera sido porque el servicio de internet estaba fallando demasiado, estaban seguros de que harían logrado su cometido con gran facilidad.
—Deberías ir a estirar los pies un poco —respondió su compañera con una diminuta sonrisa.
—Sí, traeré a Lilian y… luego iremos a comer algo, todos juntos.
Desde que Lilian llegó a sus vidas, Jessid había podido disfrutar de una mayor cercanía a Elena, se sentía como si tuviera esa familia con la que tanto soñó en un pasado. Si bien las cosas no se habían dado como todos lo esperaban, se encontraban agradecidos por la oportunidad que se les brindaba de poder ser felices al lado del otro.
Las comidas en familia eran mucho más divertidas que aquellas que se tenían en la soledad de una habitación, Elena se sentía satisfecha al escuchar las risas de Lilian, e incluso de Jessid, las cuales eran demasiado contagiosas. No sabía de dónde sacaba tanta energía ese hombre, pero le gustaba que se mostrara tan cálido con su nueva pequeña niña.
De regreso a la oficina, Jessid recibió una llamada por parte de su padre. La mirada del hombre se apagaba cada que tenía que relacionarse con él; parecía que el asunto ea urgente, así que prometiendo no tardar, se marchó dejando a Elena a solas con la investigación.
—Bueno, solo somos tú y yo —afirmó posando sus ojos sobre Lilian, la cual estaba leyendo la historia de Blancanieves.
Esa historia era una de sus favoritas, por lo que cada que podía volvía a leerlo como si fuera la primera vez.
De esa misma manera pasaron un par de horas, ahora, los pequeños pasos de Lilian resonaban con un ritmo bastante agradable. Los ojos de ella se posaron en su abogada, en esa mujer que era su único medio que le permitiría reencontrarse con ese hombre que la trajo al mundo, del que no tenía idea que ella existía.
—Elena, Elenita, dime, ¿Quién es la más bonita? —preguntó ladeando su cabeza.
—Mira en el espejo, cariño —respondió sin apartar su mirada del ordenador.
Elena sentía que estaba demasiado cerca de encontrar a ese hombre que dejó a su familia. Bueno, no los había dejado; aun así, estaba molesta de que no supiera que tenía una hija demasiado linda y agradable.
—Está empañado, no veo nada —se quejó la niña frunciendo su nariz.
—Exactamente, esa es tu respuesta. No hay nadie bonito aquí —afirmó de una manera jocosa.
—¡Elena! —se cruzó de brazos y se dejó caer en la silla.
—Mira, cariño. Este es un mundo cruel en el que piensan que pueden opinar de las apariencias de los demás. Lo físico no importa, eres hermosa, pero lo que es invaluable es esto de aquí —señaló al corazón de la pequeña que sonreía a su Elenita.
Un par de minutos transcurrieron, Lilian no dejaba de tararear una alegre canción, sentía que estaba cercana a conocer a su padre. A pesar de que nunca antes llegó a escuchar de él, sabía que pronto obtendría una nueva familia.
—¡Eureka! —gritó Elena saltando de su silla. —¡Sé dónde está tu padre! —exclamó abrazando a la pequeña Lilian, quien no dejaba de saltar de la emoción.
—¿Dónde está mi papi? ¿Podremos visitarlo?
—¡Sí! Está en la prisión de la capital —expuso saltando con felicidad.
Los saltos de Lilian se detuvieron paulatinamente, sus ojos se centraron en su amiga, la cual imitó su acción.
—¿Prisión? —masculló —¿Mi papá es un criminal?
Sus ojos se apagaron un poco y su pequeño corazón latió con más fuerza de lo normal. ¡No quería que su padre fuera un hombre malo!
—Mami dijo que él era una buena persona, ¿Mami me mintió? —Su voz sonaba tan apagada que el corazón de Elena se estrujaba de solo pensarlo.
Intentó despertar su instinto maternal en ese momento, no sabía cuál era la manera adecuada para tranquilizar a la niña. Al final de cuentas, las palabras de consuelo no eran lo suyo.
—Lilian… —llamó su atención posando sus manos sobre sus hombros. —Sé que estás confundida, decepcionada y un poco asustada. Desde que conozco a Logan, él nunca fue un hombre de problemas, era un hombre… bastante bueno, atento, amoroso.
«Lo era tanto que me enamoré de él».
—Sabes que he trabajado con muchas personas; algunas veces, las personas inocentes son las que están detrás de una reja, y las culpables, son recompensadas en público.
—¡Eso es injusto! —exclamó molesta.
—Lo es, te dije que el mundo es cruel. Pero aún podemos trabajar en el nuestro primero —señaló, una vez más, la cabeza de la niña.