Buscando La Libertad

CAPITULO 2

— Conejo.

El silencio del ambiente es interrumpido por su voz, por fin ha vuelto, el movimiento del viento ha cambiado a nuestra dirección, su compañera llegó antes, olfateo un aroma extrañó, arrugó las cejas.

¿Quién sobrevivió?

¿Qué se impregno a su aroma?

Es un fuerte aroma nauseabundo.

— Nunca cambias ese habito ¿No?

— No...

— ¿Qué tienes escondido? — Los seis giramos, suelta una fuerte carcajada, es intenso el aroma, se de donde proviene — ¿Piensas negarlo? — Su expresión cambia, se detiene sin dar ni un solo movimiento, sus labios tiemblan al igual que sus dedos, miró el reloj de mi brazo, casi diez minutos han pasado del tiempo estimado — En serio ¿Quieres intentarlo? — Aprieto las manos — Kasha... ¡Kasha! — Pronuncia mi nombre, burlándose — Conejo atrapó otro conejito ¿Qué deberíamos hacer? — Me levantó de mi sitio, retrocede dos pasos al verme caminar a su dirección.

— ¿Por qué trajiste esto? — Se adelanta y lo atrapa, golpea la espalda de Ary, oigo un fuerte quejido, ignoró lo que hizo, sé que lo merece. Su rostro se estrelló contra el piso, su pie esta encima suyo — ¿Qué es esta cosa? Hueles demasiado delicioso ... — Lame su labio inferior, sus ojos cambian de color —. ¿Puedo probarte?

— ¿Qué es? — Preguntó irritada.

— Un mocoso.

— Hay otro aroma — Dije caminando a su dirección, me sonríe, me deja ver el crecimiento de sus colmillos, está ansiosa por alimentarse — No te lo he permitido.

— ¡Ah! ¡Maldito perro! — Lo suelta, pequeñas esferas rojizas terminan manchando el pasto verde, le ha mordido — ¡Voy a destrozarte!

Observó los dos cuerpos, uno parece un niño y el otro, un lobezno, nos gruñe a todo excepto Aryel.

¿Por qué trajo es cosa?

La misión es asesinar a todos.

Ella se levanta, con las piernas temblorosas, y al instante, caminó a su dirección, el enojó aumenta en mi cuerpo, sin poder contenerme, la presiono contra el árbol, un doloroso quejido, se oye de su voz, escupe sangre en mi mano, ignoró cada llanto, la voz de mis compañeros. — ¡Detente! — Gritan — ¡Por favor!

— No te atrevas a tocarlo, Janice.

Ordenó severa, me mira retándome, aprieto el puño, dejando que mi fuerza salga, titubea varios segundos, se da por vencida, pero no evita que lo estampe al árbol, tomó una fuerte bocanada de aire y agarró del cuello, encajando mis dedos a su piel, oigo paso detrás mío.

— Atlas, te lo advierto — Amenazó — Voy a herirte.

Un movimiento improvisado, logró que se levantará y me alejará unos pasos, se interpone entre las dos, se aferra a eso tratando de protegerlo.

— ¿¡Que estás haciendo!?

— ¿Estas bien? — Le preguntan, tose sangre, la piel está en su piel — ¿Te lastimó?

— ¿Qué significa esto? — Sus expresiones encienden mi enojo, mi cuerpo se mueve, a velocidad y aparezco detrás el invasor — ¿¡Por qué lo salvaste!? — Rechino los dientes — ¡Todos tiene que morir!

— ¡Es solo un niño! — Me grita llorando — ¡Solo un niño!

— ¡Cálmate! — Atlas me interrumpe — ¡Podemos pensar en algo!

— ¿Sentiste pena? — Asiente, le gruñó, mostrándole mis colmillos, me mete, siento su miedo alrededor suyo, su rostro lo muestra, es inevitable no sentirlo, debería ya haberlo aprendido — ¿Por eso tardarte tanto? — Lagrimas recorren sus mejillas — ¡Perfecto! — Esquivo el golpe y se lo devuelvo con más fuerza, Atlas vuelve a interponerse, aprieto su muñeca y lo estrelló a la hierba, sacó la daga, y apunto a su cuello — ¿Por qué sigues haciendo esto? ¿No sabes lo que sucederá?

— ¡¡NO SOY UNA ASESINA COMO TÚ!! — Me paralizó, mi mirada cae en ella una vez más, llena de rabia e ira — ¡¡No lo soy!!

Janice solo se ríe, antes de ponerse seria.

— Asesina ... ¿Eh? ¿Así la llamaste? — Oigo el sonido de las flechas, ninguna me roza — ¿¡Así te atreves a decirle!? ¿¡Cuantas veces salvó tu miserable existencia? — Otras más son lanzadas a nuestra dirección, suelta fuerte quejidos.

— ¡Basta, Janice! — Atlas grita.

— ¡CALLATE MALDITO LOBO!

Lo suelto, retrocedo varios pasos, tomó fuertes bocanadas de aire, mi corazón se aprieta, agarró mi cabeza, la golpeo contra el piso, trato de impedir que esos recuerdos vengan a mi mente, a atormentar mi maldita existencia, golpeo, tanto que la sangre fluye, muerdo mi labio inferior, no logró contenerlo, un fuerte gritó quiebra mi voz.

— ¡Lo sí..ento! — Susurra.

— ¡Mátala! ¡Mátala! — Mi voz interior grita — ¡Mátala! ¡Mátala!

— ¡Cállense!

— ¡Mátala! ¡Mátala! — Mi voz interior grita — ¡Mátala! ¡Mátala!

— ¡Ustedes no deciden sobre mí!

— ¡Kasha!

— Acércate si quieres morir — Le advierten, la miró de reojo, su semblante serio, la puedo saber con solo oírlo, sabe el estado en que me encuentro — Solo vas a morir, Conejo.

Por fin dejó de oírlos, los recuerdos desaparecen, ya no hay llantos, ni voces, solo una inmensa tranquilidad en mi mente.

— Tienes razón, Aryel — Pronunció, notó la sangre en las hierbas, me la limpio del rostro, trato de suavizar mi expresión — ¿Lo soy verdad? Una asesina sin remedio disfrutó tanto como Janice de matarlos y beber su sangre — Trata de venir, Atlas, la detiene — Realmente quería salvarlo, no quería verlo morir, tanto tu como a este niño ... — Lo miró de reojo, parece ser de su misma edad por su tamaño — Pero ... ¿Qué hicieron ustedes? No movieron ni un solo dedos para impedirlo, se quedaron callados como los cobardes que son ¿Te imaginas el dolor que sentí ante los castigos que obtuve? — Giró sobre mi eje, alejándome de ellos, me apoyo en una enorme roca, dejándome solo quedarme tranquila — No necesitó, que lo vuelvas a decir o te mataré.

Oigo los sollozos, sé que la están consolando, la quieren demasiado.

¿Por qué siguen haciendo esto?

Comprenderlo, me es difícil, siempre quiere salvar vidas, incluso agotando su propia energía.

Las reglas son irrompibles, si lo haces, eres llevada a los sótanos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.