— Ya los detuvieron, no hay peligro, pero como no sabemos cómo comunicarnos con él, no hemos podido avisarle, por eso decidí venir — explicó Gonzalo.
— No sería mejor ir con la policía.
— No me sirve su nombre, lo cambio.
— ¿Y una fotografía?
— No tengo...
— ¿Y un retrato hablado?
— No sé cómo es.
— ¿Y eso por qué? — preguntó Piotr curioso.
— ... se fue cuando yo era muy niño, no lo recuerdo bien.
— Has perdido todo este tiempo buscándolo, sería mejor que vuelvas con tu familia.
— No volveré a casa sin él.
— Tal vez ya tenga una vida hecha, han pasado muchos años de que desapareció, por lo que supongo.
— Si es así me quedaré a su lado — acomodó un medallón plateado que colgaba de su cuello, no tenía nada grabado.
— ¿Él te lo regalo?
— No... sí, es lo único que guardo de mi padrino.
— Mejor será que salgamos luego de aquí, es peligroso mientras estemos en el territorio del "Blanco". Te toca conducir.
Cuando empezaron a viajar juntos, el mayor le enseñó al otro a conducir esa máquina, así se iban turnando para que uno de ellos descansará o durmiera en la litera.
Una vez vieron por el territorio del Blanco una jovencita que no debía tener más de 16 años, de pelo rubio, y ojos verdes que estaba desesperada, trato que pararán para que la llevarán.
— ¿Por qué no se detuvo? Se nota que está en problemas.
— Debe haber escapado de los hombres del "Blanco", si la llevó nos meteremos en más problemas con él.
— Por favor Piotr, no podemos dejarla botada — miró al camionero con ojos de perrito a medio morir.
Se devolvieron y la llevaron con la policía con la condición que no dijera que ellos la habían ayudado.
— Gracias — les dijo la jovencita cuando la dejaron a cuadras de la comisaría, le dio un beso en los labios a Gonzalo, ya que se dio cuenta que por él, el chofer la había recogido — llámame y te pagaré como quieras este favor — le pasó su número de celular.
El muchacho sonrió nervioso.
— No es necesario que me pagues de ninguna manera, solo cuídate.
"Es demasiado bueno para este mundo — se dijo por enésima vez Piotr".
Desde entonces cuando alguien pedía aventón, ellos lo ayudaban, sobre todo cuando estaba en el territorio del Blanco.
Cuando se supo entre sus compañeros que Piotr había cambiado su forma de ser, un día, en un bar para camioneros, estaban el chofer y el muchacho tomando algo. Mike, el que había sido el anterior mejor conductor de la empresa quiso molestar al mayor.
— Supe que ahora llevas a quienes te lo piden, que diferencia cuando uno anda solo a cuando va con su amor al lado.
— ¡¡Que dijiste!! — Piotr se le plantó en frente, con los puños cerrados — a ver si eres tan hombre para repetirlo frente a mí.
— Solo decía que nunca imagine que te gustaban los jovenci... — no pudo terminar de hablar, el camionero le dio un puñetazo que lo lanzó al piso.
Varios amigos del que cayó quisieron golpear al hombre, así que Gonzalo se metió también en la lucha, espalda con espalda los dos les dieron una paliza a todos, igual recibieron golpes, pero fueron los únicos que terminaron en pie.
— ¿Alguien más quiere decir algo? — preguntó el joven, con mirada fría, como nadie dijo nada más, escupió al piso — lo suponía.
Salieron tranquilos, pero solo a una cuadra de allí se tuvieron que apoyar uno en el otro para caminar, siguieron al hotel donde alojaban, dentro de lo que les permitían sus adoloridos cuerpos.
Esa noche Gonzalo se sentó en su cama a ver al hombre dormido en la cama del lado, tenía varios moretones en la cara, por un momento, mientras luchaban con los otros camioneros, tuvo la impresión de estar nuevamente al lado de quien buscaba, tuvo una pelea interior hasta que no pudo seguir controlándose, se movió lentamente, y sin que el otro despertará lo besó.
Luego, sigilosamente, volvió a su cama. Se dijo que nunca más lo haría, pero luego de probar esos labios, fue para él como una droga, regularmente, cuando sabía que el otro estaba muy cansado, lo besaba, hasta que una noche el durmiente lo abrazo y le respondió al beso. El joven se quedó de piedra pensando que el otro había despertado, pero para su suerte seguía dormido, cuando el camionero se relajó, el muchacho se acostó, ahora estaba confundido con sus sentimientos.
"Debo encontrarlo, pero... — estaba confundido porque sentía algo muy fuerte por Piotr — ¿Qué haré cuando encuentre a mi maestro?".
Desde entonces Gonzalo pasaba muchas horas pensando en eso, mirando por la ventana el paisaje, el camionero se dio cuenta, pero no dijo nada.
"Tal vez por fin quiere volver a su casa, sería lo mejor para él, aunque yo..."
Piotr apretó los dientes, molesto por lo que sentía al pensar en separarse del joven, siguió conduciendo en silencio para tranquilizarse.
Unos meses después, cuando volvieron a pasar por el territorio del Blanco, en una encrucijada había un grupo con varios automóviles atravesados en el camino.
— Diablos — Piotr apretó el acelerador y su camión se convirtió en un bólido, pasaron, pero el vehículo sufrió mucho daño.
Cuando llegaron a su destino, el encargado estaba furioso.
— Mandaremos a reparar el vehículo, pero el valor se te descontará de tu sueldo.
— No es mi culpa que me hayan querido detener para robarme.
— Eso dicen todos cuando toman y chocan ¿O fue otra cosa? ¿Estabas ocupado con tu hijo? — dijo malicioso.
— Desgraciado — Piotr le dio un puñetazo, hubiera seguido, pero Gonzalo lo detuvo.
— No vale la pena seguir ensuciándose las manos con alguien así.
— Estas despedido. Dame las lla... — apenas se le entendía, el hombre sentía que tenía poco menos que la mandíbula rota.
Antes que terminará de hablar Piotr le tiró las llaves del camión, tomó su bolso y se fue, seguido de Gonzalo.