Busqueda De Identidad

Parte 4


Fui a la oficina del Sr. Bell, necesitaba ayuda, quería su colaboración, deseaba atrapar al tipo que acabó con la felicidad de Lia.

—Lo siento, Alicia, pero no podemos hacer nada. —Dejó claro.

—¿Por qué no? ¡Son millonarios! No sé..., ¿Sobornar a la policía? ¡pagar a un detective privado! Hay muchas cosas que pueden hacer.

—No tengo la necesidad de hacerlo. —Me interrumpió, alzando la voz. Me encogí de hombros e incliné la cabeza sin decir nada, sintiendo la frustración crecer en mi interior al enfrentar la resistencia de mi padre.

—Por favor...

—Ruth se va a molestar, sabes que no le agrada esa gente.

—En ese caso, dame mis fondos para la universidad. —Pedí, a lo que levantó una ceja interrogante—. Si no me van a apoyar, lo haré sola, no necesito su ayuda.

—Si la necesitas, por eso viniste. — Recordó con superioridad, a lo que resoplé y miré hacia otro lado, cruzando los brazos en un gesto de descontento por la falta de apoyo que encontraba en mi propia familia.

—Está bien, lo haré —dijo después de una risa ligeramente divertida.

—¿En serio? —pregunté con emoción, sintiendo un rayo de esperanza.

—¿Me estás cuestionando? —Negué con la cabeza—. Claro que lo haré, todo por ti, Alicia. Voy a contratar al detective. Si esto te mantiene quieta, lo haré.

—¡Muchas gracias, Papá! — Corrí hacia él y lo abracé, sintiendo un alivio momentáneo.

—Pero hay una condición —me alejé de él para mirarlo atenta—, después de esto, tendrás que alejarte de tu antigua vida de una vez por todas, olvidarás a esa gente, ¿entendiste?

Me quedé en silencio y procesé sus palabras.

—Ya es hora, Alicia. Nosotros somos tu familia, solo somos tres, ya tienes que olvidarlos. —Por alguna razón, esas palabras me cayeron mal, estaba decaída. —Para que sea más fácil, nos mudaremos.

—¿A dónde?

—Al sur del país —sonrió intentando mostrarme el lado bueno —. Míralo como vacaciones permanentes, pasarás todo el día en la playa, te puedes tomar un año sabático, los estudios los puedes terminar después —explicó, sabía que no podía negarme. Al no tener otra opción, accedí.

—Está bien.

No esperé un día más, mi tía conocía ahora sobre el detective, pero las semanas transcurrieron sin que obtuviéramos resultados. La incertidumbre se volvió un peso constante en mi pecho, cada día que pasaba sin noticias se convertía en un recordatorio doloroso de la impotencia que sentía.

La esperanza inicial de obtener justicia se desvanecía gradualmente. Cada llamada telefónica se volvía una expectativa frustrada, y cada día sin avances amplificaba la sensación de que la justicia se desvanecía, dejándome en un estado constante de angustia e incertidumbre.


 


 



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En el texto hay: misterio, asesinato, familia

Editado: 10.06.2024

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