Esta era una verdadera fiesta en la playa.
Mamá estaba sentada en una silla al lado de la madre de Sam, Noemí estaba ayudando a su padre a preparar las hamburguesas que comeremos mientras que Isaac se daba un chapuzón dentro del mar. Sus abuelos estaban dentro de la casa, con Víctor cortando algunos vegetales mientras charlaban.
Sam y yo estábamos como siempre, pasando el rato juntos sin hacer nada en específico. Caminábamos a la orilla del mar, dejando que el agua moje nuestros pies cuando una ola lograba subir el agua un poco más.
Esta es la primera vez que Sam no usa una camisa de manga larga y me sorprendió verlo vestido de esta forma, sin ocultar su cicatriz. Honestamente pensaba que Sam era muy delgado pero ahora que lleva una camiseta sin manga me doy cuenta que sus brazos están algo definidos y sus hombros también.
Según me dijo, le gusta hacer ejercicio en las mañanas así que seguramente su rutina le ha marcado un poco los brazos.
También es la primera vez que no tiene el cabello perfectamente peinado con gel, en realidad, ahora que está libre noto que lo tiene más largo de lo que parece. Sam es una caja de sorpresas.
— ¿Cuál es tu canción favorita de navidad? —le pregunto.
Me señala. —Last Christmas, no hay mejor canción y no acepto otras respuestas.
Suelto una risa. —En realidad, estoy de acuerdo —le digo—, pero es triste y siempre que la escucho quiero llorar.
— ¿Cuál es tu flor favorita? —Sam pasa sus dedos a través de su cabello para peinarlo hacia a un lado pues el viento lo ha movido.
No tengo que pensarlo. —Las margaritas, las amo.
Sam asiente. —Me gustan también pero yo soy más de orquídeas.
Sonrío. — ¿Ah sí? No pensaba que te gustaran las flores.
Voltea su rostro. — ¿Por qué no? ¿Por qué soy un chico? Marie, eso es tan del siglo pasado, ahora los chicos de verdad admiten que les gustan las flores.
—Está bien, chico de verdad —me ajusto los lentes oscuros—, ¿Si pudieras viajar en el tiempo irías al futuro o al pasado?
—Al futuro —me contesta inmediatamente—, así sabría que escaseará en el futuro, que empresas prosperarán y que conflictos habrán.
Niego bajando los ojos a la arena. —Yo esperaba una respuesta menos seria pero está bien, supongo que los chicos de verdad piensan esas cosas.
— ¿Marie? —escucho que alguien me llama pero esa voz no proviene de Sam.
Me detengo y mi cuerpo se tensa. Conozco esa voz, es una persona a la cual yo solía querer mucho pero ya no más. De pronto siento que la temperatura ha subido unos diez grados y me estoy sofocando, no quiero levantar la vista. Sé quién estará frente de mí.
— ¿Marie? —otra voz.
Aun si no quería, lo hago. Veo que Ester, Michelle y Lea están paradas frente a mí. Por suerte tengo lentes de sol, así no pueden ver la mirada asesina que estoy dándoles.
Empuño mis manos y trago saliva. —Vámonos, Sam.
No me había dado cuenta que habíamos estado caminando sin un rumbo, lo suficiente como para acercarnos a la parte más cercana a las casas de ellas.
Sam asiente y gira un poco su cuerpo pero Ester da un paso hacia el frente y me toma del brazo, yo lo retiro bruscamente de ella. —No me toques —escupo enojada.
Pensé que ya lo había dejado ir, que no estaba molesta con ellas y que ya las había perdonado pero es fácil decirlo cuando no tienes a las personas que te han herido frente a ti. Había algo en el hecho que ellas siguieran juntándose como siempre que me hacía enojar aún más, sé que las he estado ignorando y rechazando pero, ¿todo siguió bien sin mí? ¿Están mejor así?
Lea se acerca. —Marie, tenemos que hablar. Habla conmigo, por favor, yo no hice nada.
Suelto una risa sarcástica. —Lea, si hablaron mal de mí seguramente también han dicho cosas de ti.
Michelle se acerca también, no sin antes fruncir el ceño hacia Sam. —Marie, nos sentimos tan mal. Lo siento, estaba celosa y fui una tonta, lo siento tanto, no debí decir nada de eso, te extrañamos.
—Yo no —estoy mintiendo. Aun si alguien te ha dañado, recuerdas todo lo bueno que viviste con esa persona, todo lo que viviste a su lado. Aun si ahora no son mis amigas, en algún momento lo fueron, o al menos eso creía pero en ese momento, era suficiente.
—Vamos Marie, vamos a comer —Sam coloca su mano sobre mi hombro para alejarme de ellas.
Michelle resopla. —Oye, no tengo idea quien eres pero estamos tratando de hablar con nuestra amiga, ¿nos dejas solos?
—No le hables así —le digo molesta—, él es mi amigo, ustedes ya no.
Lea niega con el rostro preocupado. —Marie por favor, no podemos dejar las cosas así. Somos amigas desde hace años, vamos, Marie. Te extrañamos.
Ester hace un puchero. —Las fiestas no son lo mismo sin ti.
Michelle suspira —Además John y yo… ya no me importa, sal con él, estoy bien sin él pero no estoy bien sin ti.
Me arranco los lentes de sol solo para que vea mi expresión. — ¿Crees que me importa John? —Doy un paso hacia ella—¸ esto no se trata de John, esto se trata de las tonterías que dijeron de mamá. Pude… yo pude haberlas perdonado por todo pero, ¿Creen que mamá merece ese tipo de comentarios? ¿Creen que Víctor merece algo así? —aprieto mis puños con demasiada fuerza que sé después de dolerán—, todas ustedes viven en su burbuja de privilegios, tal vez yo también lo hacía. Es cierto, somos jóvenes pero… no…
Ester deja salir aire. —Marie, no es tan serio. Mira, lo sentimos, ¿Qué más quieres de nosotras? Además tú fuiste la que besó a dos chicos a la vez, no te hagas la santa. Es tu culpa que nuestra amistad se haya arruinado, John hizo algún tipo de apuesta o lo que sea y te besó.
Sus palabras se sintieron como un golpe directo al pecho. — ¿Qué dijiste?
Lea trata de ponerse en medio de nosotras. —Marie, sabes cómo es Ester, no le hagas caso.
La aparto y me muevo hacia Ester. — ¿Quién te dijo que besé a dos personas? ¿Cómo que una apuesta?
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Editado: 04.01.2024