BRAELYN TOLEDO
Sevilla, España
La brisa golpeaba fuertemente mi piel descubierta, mis ojos deslumbran la Torre de Oro mientras el ligero ruido de las aguas acompaña el paisaje, en mi mente ronda una y otra vez la conversación que tuve con mi padre hace menos de una hora donde como si no fuera poco salí huyendo presa del temor.
Tenía la idea de celebrar mi cumpleaños número veinticinco en algún crucero con mis amigas o tal vez salir a algún club de elite para embriagarme.
Jamás pensé que, en vez de preparar una fiesta, tuviera que planear una boda.
Casarme.
Tan sola la palabra provoca que mi piel se ponga de gallina.
Ignoro por décima vez la llamada de mi padre, no estoy molesta con él, en absoluto, solo necesito mi tiempo para procesar todo.
Desde pequeña mi educación fue muy rigurosa, tanto que se me la historia de mi familia de principio a fin, siempre fui consciente de las tradiciones que regían mi vida, pero aparecer no estaba preparada.
Era la hija menor de los señores Toledo, una familia elite de España, mi hermano mayor Mael rondaba casi los treinta años, ya casado con la hija de un gran político.
Una de las tradiciones de mi familia era la unión por medio del matrimonio, para mostrar compromiso entre ambas familias y la lealtad que se juraban.
Se suponía que debería de estar casada hace tres años, pero mis padres fueron muy reacios a dar mi mano, en ese momento no había un candidato a la altura, por mi parte estaba feliz de seguir soltera hasta nuevo aviso así que pasado el tiempo se me fue olvidando ese tema.
Suelto un suspiro al sentir mi celular vibrar en mis piernas, desbloqueo la pantalla y escribo un mensaje corto; mis padres siempre fueron sinceros conmigo, sé que puedo rechazar este matrimonio y evadirlo hasta que muera.
Pero mi apellido pesa más y no le veo tanto complique a este asunto.
Me bajo del capo del auto y camino hasta la puerta de este, ingreso al vehículo prendiendo el motor para abandonar el lugar y volver a casa. Al llegar a mi hogar retomare la conversación con mi padre, amenos para darle tranquilidad, después me acostare a dormir para recargar mis energías y afrontar mi destino.
Una duda nueva crece en mí.
¿Quién será mi prometido?
No había mirado esa posibilidad, si me casaba por lo menos me tenía que agradar el novio.
Parte del trato era que el matrimonio tuviera un heredero, a mí no me interesaba parir, pero tenía que ver los genes del padre y suponer que nuestro hijo o hija salieran hermosos; dispuestos a comerse el mundo.
Hice una mueca. Debía de dejar de ser tan superficial.
El portón negro de mi casa me recibió, los guardias distinguieron mi automóvil e inmediatamente las puertas se abrieron, subí por una leve colina hasta quedar frente a la casa, acomodé mi auto en el espacio designado y una vez hecho, bajé del auto caminando hasta la estructura de estilo romano clásico.
-Que gusto tenerla de nuevo aquí, señorita –me intercepto Carlotta apenas puse un pie en el interior del lugar –Su padre estuvo a punto de mandarla a buscar.
-Tranquila Carlotta, solo necesitaba asimilar todo.
La ama de llaves de la casa asintió, satisfecha con mi respuesta se perdió por uno de los pasillos, continúe mi camino hasta la mini sala donde sabia encontraría a mi padre.
Bernald estaba sentado mirando fijamente el celular que reposaba en la mesita, aclare mi garganta llamando su atención, la tranquilidad atravesó su rostro, se levantó de su lugar caminando hacia mí y una vez estuvo cerca me envolvió en sus brazos.
-Me tenía preocupado.
-Lamenta haber salido así padre, pero necesitaba tomar aire –dije
-Tranquila no importa, no importa –se separó sin soltarme –Ven, sentémonos.
Lo seguí sin pronunciar nada, ambos tomamos asiento en el sofá al mismo tiempo que mi madre aparecía con una bandeja.
- ¡Oh mi niña! Pensé que jamás volverías –hablo en un tono burlón –Tu padre estuvo a nada de perder los nervios.
-Julia –reprocho mi madre
-Le eh traído este te para que se tranquilice, aun no quiero quedar viuda –lo ignoro dejando la bandeja en la mesita, tomo la taza en sus manos y se la estiro a mi padre
-Padre tengo una duda.
Bernald tomo un sorbo de la bebida para luego poner su atención en mí.
- ¿Quién será mi prometido?
Mi madre aplaudió con emoción.
-Vez querido, Lyn necesitaba su espacio.
- ¿Entonces estas conforme con este asunto?
Asentí.
-Pero todo depende de cómo es el susodicho.
-No te preocupes hija, tu madre con su buen gusto jamás falla, pero eso si no lo sabrás hasta mañana cuando nos reunamos con su familia –hablo madre
- ¡Mama!
-Debe ser una sorpresa Lyn, por mi te lo envolvería en papel regalo y le pondría un moño.
-Julia –regaño padre
-Ustedes son mis amargados –mi madre se cruzó de brazos como una niña pequeña
-Iré a descansar –aviso
Me despido de cada uno dejando un beso en sus mejillas, les doy la espalda caminando hacia las escaleras.
- ¿Y tú a dónde vas?
-A dormir –escuche a mi padre
-Mantienes tu trasero en el sofá hasta que te tomes la última gota de ese te.
-Julia…
-Ya te eh dicho algo, Bernald, apúrate que quiero descansar.
Sonreí de tanto escucharlos, el matrimonio de mis padres también fue por un trato, ellos lo supieron manejar y hoy en día su relación es la más sincera y amorosa que conozco. Aspiro a tener ese tipo de relación con mi futuro esposo, no tanto como para enamorarnos, pero si llevar la fiesta en paz y criar a nuestro hijo en un buen ambiente.
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Como cualquier otro día me desperté a las siete de la mañana para salir a trotar, luego de una hora recorriendo las calles regresé a casa para asearme y alistarme, miré seriamente los dos conjuntos de ropa que tenía tendida en mi cama.