Cadenas

∣6∣

ANGELINE OLIVERA

Sevilla, España

Ir de compras es uno de mis pasatiempos favoritos, básicamente derrochar dinero me encanta y jamás pierdo una oportunidad a la hora de hacerlo. Por eso estuve más que dispuesta acompañar a mi amiga Braelyn, el tema de la boda la tiene totalmente estresada, así que planeamos un día juntas para despejar la mente.

Conocí a Braelyn cuando tenía dieciséis años, era nueva en la preparatoria ya que mis abuelos decidieron vivir en España por negocios. Recuerdo tanto que mientras la maestra me presentaba con el resto de la clase, al fondo había una castaña mirando por la ventana, parecía una pintura magnifica, trasmitía serenidad y felicidad.

La maestra me obligo a presentarme, horriblemente lo hice tartamudeando, todas esas miradas en mi me causaban nervios, me indicaron que tomara asiento y yo no sabía ni cómo moverme hasta que aquella castaña me miro, me sonrió y alzo la mano para que me acercara.

Inmediatamente mis piernas se movieron hasta el puesto a lado de ella, la castaña no dejo de mirarme y luego de que me senté estiro su mano, saludándome con amabilidad. Fue ella quien me integro al grupo de amigos, era muy activa y carismática, siempre la veías con una sonrisa en el rostro.

Braelyn fue y es una gran amiga, pendiente de las necesidades del otro, siempre dispuesta a apoyarte ante toda situación.

Cada tarde después de salir de la preparatoria ella me acompañaba hasta la casa, abecés se quedaba hasta por la noche cuando venían a recogerla, mis abuelos la amaron tanto que le tomaron una gran confianza, jamás había podido ir a una casa de alguna compañera o quedarme a dormir allá. Mi primera pi jamada fue gracia a Braelyn, había hecho una presentación del por qué debería ir a aquella reunión de chicas, mis abuelos por supuesto que aceptaron y en mí no cabía la emoción.

Siempre me acompaña a las terapias de mi abuela y gracias a ella el negocio de la familia aumento, mi familia trabaja en la industria de la confección, la línea de ropa creció gracias a que Braelyn se la pasaba hablando de la magnífica ropa que hacían mis abuelos, llegamos a ser tan conocidos que estuvimos en el grupo de la alta costura.

- ¿Crees que esto convine?

Dejo de revisar las prendas de ropa y giro para ver a mi amiga, hago una mueca para no reír al ver la trágica combinación de accesorios.

-Por dios, obviamente no.

Braelyn rueda los ojos.

-No sé para que venimos a estas tiendas si literalmente tus abuelos son los diseñadores más glamurosos de todo el planeta –se queja quitándose el collar

-Observamos a la competencia –susurro bromeando

-No se compite, donde no hay nivel.

-Lyn tienes que salir más de casa, ¡Tomar el sol! Comer un helado, pasear, observar, convivir…

-Ya, ya, ya –me corta –Entiendo tu punto.

Sonrió ante su mueca, abandonamos la tienda y pasamos a otra, donde en realidad no hacemos nada solo miramos y tocamos los artículos como si se nos fuera la vida en ello.

Braelyn empieza a parlotear sola, escucho como se queja de que la decoración de su boda no le está gustando y cosas así, la idea de esta salida era que olvidara ese tema por un momento y pudiera relajarse.

Claramente no está funcionando.

Miro a mi alrededor buscando algo que pueda servir, el foco se me prende cuando a lo lejos veo un puesto de carros rentables.

- ¡Ven! –agarro la mano de la castaña y al trote la llevo aquel puesto

Mi amiga me mira como si me hubieran salido dos cabezas, el encargado de los carros está sentado en una silla mientras fuma un cigarrillo, cuando nos detenemos en frente, alza la mirada y frunce el ceño.

-Queremos dos carros –pido

El desconcierto del señor es claro, pues que harían unas adultas pidiendo subirse a unos carros de niños.

- ¿Disculpen?

- ¿Cuánto vale el tiempo? –pregunto mientras saco mi cartera

El señor se rasca su cabeza rapada, nos da un repaso más y suspira para luego levantarse.

-Dos euros por diez minutos.

Le paso en total cuatro euros para poder tomar dos carritos, Braelyn continúa mirándome como un bicho raro, el señor cuenta la plata y asiente señalándonos los carros.

- ¿Te has vuelto loca?

-Solo se vive una vez Lyn, sube te vas a divertir.

Sus ojos grises me analizan hasta que suelta un suspiro, tomo un carro montable BMW blanco y Braelyn se acomoda en un 4x4 rosado. A pesar de que estos vehículos son para niños, perfectamente nos montamos en ellos, aunque mantenemos las piernas recogidas por el poco espacio.

Miro los controles y enciendo el carro, muevo la palanquita y piso el freno para avanzar. Miro a mis espaldas como mi amiga retrocede, maldice por carios segundos hasta que por fin avanza hacia adelante.

- ¿Una carrera?

-Debes estar bromeando, jamás he conducido estas cosas –se queja

-Ay vamos Lyn, es cómo manejar un auto de verdad, pero en miniatura y más simple.

La castaña arruga su frente tratando de maniobrar el volante, después de un minuto aparentemente le ha cogido el tiro.

- ¿Lista? –cuestiono cuando se alinea conmigo

- ¿Hasta dónde?

-Una vuelta completa a la plaza, la primera que llegue al punto de salida gana.

Ella solo asiente moviendo su cuerpo para acomodarse, se inclina hacia delante arrugando los ojos.

-En sus marcas –cuento –Listas, ¡Fuera!

Piso a fondo la pequeña palanca, el auto se mueve rápido, las personas me miran como si estuviera loca, pero que puedo hacer, mi espíritu sigue siendo el de una niña.

- ¡Quítense de mi camino!

Miro sobre mi hombro como Braelyn conduce de un lado hacia otro, gritando y agitando sus brazos a las personas que se le atraviesan.

Más bien a las que ella se les atraviesa.

Rio sin poder evitarlo, conduzco tranquila mirando a lo lejos veo la línea de meta imaginaria, de pronto un golpe en mi costado manda mi pecho hacia el volante.



#9409 en Novela romántica
#5077 en Otros
#855 en Humor

En el texto hay: romance, matrimonioconcertado, españa

Editado: 27.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.