AXEL AGILAN
«¿Por qué no lo haría?», pensé mientras miraba el gran paisaje. En mis manos tenía una rama de color cobrizo que mostraba más su color por el sol que daba su último esplendor del día; las tierras de Plezush gozan de tanta belleza, la gente y la cultura hacen que cualquier viajero desee quedarse, lástima que no pude quedarme el suficiente tiempo. Pero disfruté del lugar para tomar la decisión correcta.
En el camino de descenso de la colina donde estaba pude pensar por varios minutos si era alguien emocional o lógico; los anoah merecen ser respetados al igual que cualquier ser humano sobre la faz de Caehal o merecen ser aniquilados por su astucia y su número. Todavía era joven como para pensar en ello, sin embargo, debía hacerlo y la decisión era urgente y necesaria si quería fijar nuevamente el rumbo en mi vida. Mientras caminaba por el sendero del bosque cuando la primera estrella se mostró en la densa oscuridad; mi alma sintió regocijo pero a la vez ira hacia la clase, no cometeré lo mismo que hicieron mis padres en ese entonces pero a decir verdad tampoco seré distinto.
«Si mi padre desea que yo tome el trono, como debería ser, haré que la clase anoah se someta a las otras y no al revés», pensé mientras esquivaba las ramas que se atravesaban en el camino; no sé en qué momento cambió mis pensamientos referente a los anoah, pero ¿sería infantil si dijera que tiene que ver con el acto de infidelidad que fue cometido hacia mí? Admití que en ese momento me dejé llevar de mis emociones, enamorarte de alguien no es solo sentir el latido fuerte cada vez que estás con esa persona; no es solo creer que tienen los mismos gustos o dejarte llevar por las incómodas mariposas en el estómago; enamorarte es conocer tan bien a la persona que deseas con fuerza estar en un espacio cerrado y tolerar todas las extrañezas que puede tener; enamorarte es negarte a ti mismo y a tu tiempo para cederle espacio a una persona que seguramente será la más importante por el resto de tu vida —siempre y cuando estén listos para estar juntos—. Lo comprendí muy tarde y eso me costó parte de mi madurez emocional, ¿lo bueno a destacar de ello? que podré tomar decisiones con determinación sobre cualquier persona.
Creía ser capaz de tomar el trono, de niño era peor que mi hermana y ella siguió en la casa de cristal y no se enfrentó al mundo, yo lo hice.
Llegué a la cabaña donde estaba y entonces observé la pequeña pluma con la cual había escrito el diario; ésta goteaba tinta desde la punta y manchó el papel en donde escribía acerca de mi futura sucesión al trono. «Ya tomé mi decisión», pensé poco después de rasgar la hoja manchada y con mi elemento lo convertí en una mísera esfera de cristales la cual lancé hacia el bosque con la esperanza de que nadie la halle. Tomé lo necesario de mi armario, no quise llenarme de cosas que solamente traerían recuerdos dolorosos a mi corazón; hace mucho que no viajaba a grandes distancias; Plezush hasta la costa de Icora son semanas de viaje; y entonces antes de salir me miré en el espejo y me aseguré que todavía tenía aquel falso yo que se reflejaba, años y años escondido para no volver pero estaba a punto de tomar el barco, a un paso de no saber si era la decisión correcta pero seguro que era lo que quería.
(...)
No era cualquier barco; se arreaba por los dichosos cambiaformas, eran cuatro en total, dos adelante y dos atrás, el capitán parecía ser una persona perteneciente a la clase kamor por la unión que tenía con los animales pues estos atendían con claridad cada instrucción que él les daba. Tuve curiosidad y le grité a uno desde el balcón pero lo único que recibí fue silencio y el eco de mi orden. El capitán por lucirse gritó: “¡Con más velocidad!” y estas bestias de inmediato avanzaron tanto que casi caí al océano, entonces él arribó a mi posición y con una sonrisa dijo:
—Nadie puede darles instrucciones a excepción de yo.
—¿Por qué? ¿Qué tan leales son?
—No son leales.
—¿Entonces? ¿Los sobornas? —mofé y planté la mirada en los ojos casi ciegos del capitán.
—Son convenientes. Siguen solo a las personas que pueden darles algo, y una vez esta persona pierde la capacidad de darles lo que ellos se ganaban, los cambiaformas lo abandonan sin dolor alguno. —Sonrió y miró a las olas que se producían por el pasar del barco—. Con estos animales tal vez tardemos menos, dos semanas y media tal vez, pero incluso pueden sorprendernos y lleguemos en un par de días.
Salió del encuentro y siguió fijado en el astro anaranjado y gris que brillaba en la noche. Él sugirió que entrara a la habitación correspondiente pues nos acercábamos al punto más frío de Caehal; ese gran manto de hielo que cubría gran parte del planeta, tuve un poco de miedo, las cosas gigantes pueden hacerme sentir inservible y efímero, por eso hice caso al capitán y entré a mi habitación donde al acostarme caí profundamente dormido por el oleaje del barco.
Parecía que lo único que hice fue parpadear y la luz de la mañana brillaba por las rejillas, pero esta era extraña, no era clara sino que era pálida y opaca. Entonces me puse sobre mis pies y noté que alguien había colocado un abrigo de lana sobre la mesa de noche, por instinto me lo puse y el calor que éste transmitía me hizo sentir una sensación agradable en mi cuerpo e interior, tanto que casi olvido el motivo del viaje. Cuando abrí la puerta me topé con una inmensa pared blanca que podría decir llegaba hasta las nubes, mi corazón dolió por la impresión de algo tan grande «¿Es este el punto más frío?», pensé. Un pasajero pasó detrás de mí con una taza de káme caliente. Lo desee como si fuese el oro mayor buscado y entonces me acerqué a la persona para tomarlo del brazo y girarlo, me separé al notar que era una mujer:
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Editado: 08.05.2024