“Un huracán es una violenta tormenta compuesta de vientos en espiral alrededor de un núcleo, llamado ojo. Atrae lluvia, granizo y ráfagas poderosas de aire que se desplazan a la par de nubosidades abundantes.”
Parte 1 “Confieso bajo la luna”
Quisiera haber tenido la fuerza, las entereza, de remembrar los buenos momentos acumulados en nueve años para usar mi voz como ancla, hacer ver a Caelestia que no deseaba luchar con ella cuando recién podía verla, pero ni una sola palabra sale de mi boca mientras corría el pie derecho hacia atrás, abriendo los brazos para colocarme en posición de ataque.
Ella no se hace esperar, tan impredecible como siempre había sido a mi lado, sus manos se movieron con gracia para invocar sin trabajo una serie de tajos aéreos que yo tengo que bloquear o esquivar en mis posibilidades, terminando por retroceder un par de metros. Ahora con la distancia favoreciéndome es mucho más viable convocar alguna manipulación que pueda controlar en mi estado de agotamiento.
Junto las muñecas de ambas manos y las giro en su apoyo central para arremolinar un pequeño tornado plata delante de mí. Repito el gesto y la pareja del primero aparece, girando con vehemencia y despejando todo lo que se encontrara suelto en el suelo.
Guio de manera rápida y directa ambos tornados hacia la posición de Caelestia, quien solo tiene que esquivarlos para después desequilibrar la base de estos, haciéndolos romper el vistosas ondas grises, por suerte ya consideraba aquello.
Me elevo del suelo con la protección y distracción de los tornados y así puedo moverme lo suficiente como para apuntar a uno de los costados de la albina, convocando una rápida y certera ráfaga en su contra apenas ha inhabilitado los tornados. Cae al suelo dando un jadeo y yo la sigo cortando el aire con mi cuerpo a toda velocidad. Muevo los dedos para crear los círculos de atadura aérea y así fijarla al suelo antes de volver a tocar tierra y crear una esfera grisácea que termina siguiendo un vistoso patrón con aspecto líquido.
— No quiero pelear, no puedo. — Aquello era verdad en varios sentidos y me deja ver el rostro contrariado y debatiente de Caelestia dentro de la burbuja dentro de la cual la he sellado.
Puedo ver las estocadas furiosas en el tono aguamarina de su energía impactar el interior de aquella prisión, pero ella y yo sabemos que no va a romperse a menos que el ataque venga del exterior. Era una técnica que me había mostrado Nana y que Caelestia había admitido era bastante útil.
— Nadie más está peleando, ¿Por qué tenemos que hacerlo nosotros?
— ¡MALDITO COBARDE! — El desaforado grito me hace girar la cabeza sobre el hombro para enfocar el rostro nuevamente furioso de Aiden —. ¡Ya la tienes, mátala!
— Cierra la boca, sé lo que hago. — Su reacción a mis palabras se da en apenas un par de segundos, tiempo en el que yo también debo reaccionar.
El peli plata se mueve para impactar la esfera de retención y así romperla, aprovechando las ataduras en el cuerpo de Caelestia para crear sus proyecciones de puntas de lanza, mismas con las que ya había dado muerte a un espíritu, confiando en que se sumaría otra víctima con aquella técnica.
La corta distancia que lleva a las manipulaciones de aire sólido al cuerpo de la albina se ve corrupta por un sonido de choque, producto del encuentro de las puntas contra el zendo escudo convocado por mi propia energía. La mueca trastornada de Aiden no se hace esperar mientras retrocedía un par de pasos refleja su sorpresa.
— ¿Cómo te atreves a defenderla? ¡Es uno de los monstruos que pretende matarnos, estúpido!
— ¡He conocido verdaderos monstruos y ella no es uno! — Había muy pocas ocasiones en la que mi voz dejaba de ser calmada y me permitía levantarla como en aquel momento. Pero era realmente imperativo.
— No sabes lo que estás diciendo, la luna te ha dejado loco.
— Llámame como prefieras y te plazca, no me interesa. He vivido los últimos nueve años rodeado de aquellos que realmente merecen el nombre de monstruos. No me aceptaban en ningún trabajo apenas saber que era aeroquinético, torturaban mi mente infantil recordando la muerte de mi madre, atacaban mi aspecto cuando yo no lo elegí. — Hago una pausa para bajar un poco mi voz, sin mover mi vista de las facciones apretadas de Aiden.
— Tú has visto la cara amable de quienes necesitan esperanza, yo he vivido a la sombra de aquello que ven como una maldición. El mundo que he defendido todos estos meses es el que se encargó de recluirme al fondo de sus estúpidos prejuicios y ella, solo ella, estuvo ahí mientras aceptaba que aún siendo recolectores de mundos parece que hemos seleccionado toda la basura que pudimos.
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Editado: 14.01.2019