La mansión estaba completamente en silencio. Faltaban pocas horas para el amanecer. Todos dormían, salvo los amos de la casa.
La habitación de Alexa era diferente al resto de habitaciones. La había intervenido completamente... las paredes eran de un negro profundo, y ella misma había representado la vía láctea y el sistema solar.
Se encontraba en un profundo sueño. Su tío Charles le había inyectado una gran dosis de Morfeo. Mientras su tío James la encadenaba de pies y manos a su cama con dosel. Ambos esperaban que el brebaje haga efecto, y que su fiebre disminuyera. Si embargo, la temperatura no disminuía; había roto dos termómetros, sobrepasaba los cuarenta y dos grados.
Charles rompió el silencio.
-Tengo miedo...- ambos cruzaron miradas.
-Si, yo también.- James era mucho más grande corporalmente que Charles, y su apariencia era de un guerrero despiadado... pero era tan sensible como un pequeño oso de peluche. Amaba a Alexa con todo su corazón, y daría lo que fuera por que no sufriera. Charles, en cambio, la amaba a su manera.
La adolescente estaba entre la vigilia y el sueño. Oía las voces y los pasos de cada persona que se encontraba en la habitación. Y caía en rápidamente en un vacío. Intentaba gritar, y parecía como si alguien le hubiese arrebatado las cuerdas vocales. Todo su cuerpo dolía. Los brazos de Morfeo la atrapaban, justo cuando ella intentaba despertar, y la mantenían cautiva. Mientras más luchaba, más difícil era. Era prisionera de su propia mente.
Respiró profundamente. Dejó de luchar contra ella. Se libró a los deseos de su inconsciente...
¨Allí se encontraba. Vestía como una princesa, pero no lo era. Llevaba una corona que le quedaba grande, y un vestido de tul negro. Alexa... parada en el medio de una habitación enteramente de cristal; esta habitación parecía estar dentro de una estructura mayor. Un castillo. Donde todos la veían pero no la podían tocar. Ella se sentía observada; pero unas llamas gigantes que rodeaban a aquel palacio de cristal no dejaban que viera.
Comenzó a correr, como un pequeño ratón asustado. Los pasillos de cristal actuaban como un laberinto, debía ir con cuidado de no chocar.
El calor cada segundo que pasaba estaba más presente. Alexa disfrutaba de él. No se daba cuenta que el fuego consumiría de a poco todo su ser, se apropiaría de ella, como cada quien se apropia o no de lo que le toca...¨
Abrió sus grandes ojos... donde antes se hallaban iris de color negro, ahora eran de un naranja intenso. Su temperatura corporal se había disparado. Las cadenas que le impedían moverse, se derritieron al instante cuando sus manos las tocaron. El calor de su cuerpo había reducido a cenizas su ropa, y ahora seguía con su cama.
Alexa se levantó, y trastabilló con una alfombra, que comenzó un lento deterioro. Fue arrastrándose por toda la casa. No podía respirar, era incapaz... le quemaban los pulmones, el aire que pasaba por su traquea... buscaba alguien que la ayude desesperada. Donde ella caminaba, dejaba un rastro de humo y fuego. Había perdido sus esperanzas...moriría allí, con un fuego interior que consumía cada parte de su ser. Dudaba si su alma podría ser salvada.
-ALEXA.- gritó James.
-Cariño...-exclamó Charles desde otra sala.- No es apropiado gritar cuando hay visitas...
James corrió escaleras arriba, y contuvo a su sobrina.
-CHARLES. DEBES AYUDARME...
-En otro momento será, querido Evan. Lamento esto...- hizo un chasquido con sus dedos, y los empleados acompañaron a aquel curioso muchacho a la puerta. Subió las escaleras, con menos agilidad, y con más cansancio.
-Debemos hacer algo...- dijo James entre lagrimas. Alexa estaba recostada en sus brazos, hizo cenizas su traje.- ¿Qué hacemos?
-Debes soltarla, o quemará tus entrañas.- pero James era obstinado. Charles se rindió.- Bien, que se moje con agua tibia, mientras llamaré a Víctor.
James la dejó bajo una tibia ducha. Alexa se relajó, y cayó en otro profundo sueño. Al menos ya no sufría.
...
-¿QUÉ LE HAN HECHO?- se oía la voz de Tori, mientras corría por el pasillo.- Dios mío...- exclamó al verla.- Sus venas...- suspiró preocupado. Nadie se había percatado que las venas de la chica eran de un color anaranjado.
Con una jeringa que sacó de su maletín extrajo un poco de ese líquido en un milisegundo. No hizo falta que tocara su frente para darse cuenta que volaba en fiebre. El agua mermaba la temperatura de a poco. Abrió uno de sus ojos con cuidado, y no hizo falta que utilice su linterna para reconocer esos ojos naranja fuego, capaces de iluminar toda una habitación.
-¿Qué le sucede?- la respiración de James era agitada.
-No lo sé. No se.- susurró Víctor, asustado.
-Bien. Cálmense.- exclamó Charles.- Tenemos a una adolescente que se consumirá y se reducirá a cenizas a ella y a todos nosotros si no hacemos algo.
-Crees que no lo sé...- James mostró sus brazos, se encontraban en carne viva, sangrando.- ¿Cómo es posible? ¿Qué esta sucediendo?
Ambos quedaron asombrados.
-Podría despertarla, quitar su dolor, que se calme, y esperar a que el... fuego... pase.- dijo Tori
-TIENEN MAGIA, AMBOS DOS. ÚSENLA
Alexa oía. Pero su cuerpo no respondía a lo que ella quería. Había otra cosa que controlaba su mente.
-Alexa...- susurró Víctor a su oído.- Necesito que camines hacia salida, debes abrir los ojos...- tomó su mano, y la apretó con fuerza. Charles hizo lo mismo.-No temas al dolor, te lo quitaremos.- Ambos cerraron sus ojos, y dejaron a su magia actuar. Sus venas se volvieron negras, eso significaba que funcionaba, le estaban quitando su sufrimiento. Mientras tragaban saliva y ocultaban su dolor para salvar a la pequeña que más amaban en esta tierra.- Vamos bonita...
Ella respiró con dificultad, y abrió sus ojos. Habían vuelto a ser negros.
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Editado: 06.06.2020