El reloj marca las once
Y entre aquel roce
Hallé la locura
Al deslizarme en tu cintura.
Tu boca se convierte
En mi habitación
Se escapa el corazón
Cuando todo le divierte.
Tus manos son una bahía
Tu vientre un paisaje
Donde se extravía
Todo mi equipaje.
Vive el frío de la noche
Y el calor se desprende
Cuando los cuerpos se aprehenden.
Baja el céfiro de la montaña
Morimos en el ambiente,
Cae el sudor de la frente,
Queda una huella,
De tu mano en mi ventana.