Café+papel=amor

Capítulo 11

Me encontraba en un dilema. No sabía si comprar donas glaseadas o panquesitos con chispas de chocolate

 

-Las donas son ricas... Pero los panquesitos tienen chispitas de chocolate y a mí me gusta mucho el chocolate -murmuro-. Creo que serán la donas, tanto chocolate seguro que me hará vomitar. -sentencio.

 

Tomé de las donas para dirigirme con prisa a donde el chocolate caliente se encontraba. A escasos centímetros unos dulces detienen mi paso.

 

-¡Noo!... Son las gomitas que comía de niño -chillo-. Pensé que ya no existían...

 

Lissandra

Mi corazón se detuvo tan pronto abrí la puerta, ahí estaba Alex inclinado sobre los estantes de dulces. No sé porque mi corazón paró un instante, para después acelerarse. Supongo estaba demasiado nerviosa de verlo tan repentinamente.

Un flashback de aquella noche viene a mi cabeza, nuestras manos friccionar, es lo primero que aparece. Dudosa de decir algo, me dispuse en acercarme a él...

 

Alex

Escucho la puerta de la tienda abrirse pero no cerrarse. Las inevitables ganas de voltear me incitaban a girar en aquella dirección, cedí a la idea, el tiempo apremiaba y debía darme prisa. Agarro las gomitas y me apresuro a la máquina de café

 

-¡Con permiso! -exclamo al momento que tropiezo con una persona.

-¡Hola bob... Alex! -corrige con nerviosismo

-¡Ohh... Perdón... Lissandra! No me imaginé que estuvieras justo detrás de mí -digo apenado-. ¿Cómo estás?

-Ah... No... No te preocupes, yo tampoco me había dado cuenta que estabas ahí... -tartamudea

-Mmm... Ya veo

-Si... ¿Y que haces aquí tan temprano? -pregunta con curiosidad-. Siempre llegas tarde al trabajo

-Son las 7:20 de la mañana, faltan 10 minutos -Reviso la hora en el celular-. ¿No se supone que ya deberías de estar abriendo el restaurante?

-Si, se supone... Pero perdí un poco de tiempo platicando con mis padres. -rasca su brazo izquierdo-. Ahora responde a lo que te pregunte -Coloca las manos en su cintura.

-¡Ah, cierto! Salí con tiempo de casa, y decidí pasar por un chocolate caliente... -explico-. Pero... ¿Que haces aquí?

-¡Oh, es verdad! Yo... yo también vine a eso. -explica nerviosa.

-¿En verdad?... Bueno... -tomo de su mano y la llevo en dirección a la máquina de cafés

 

Me percate inmediatamente que estaba demasiado nerviosa. Su mano sudaba pero no oponía resistencia, su cara se tornaba roja y tartamudeaba cuando la miraba fijamente a los ojos. Por suerte, sé disimular un poco.

Nos despachamos dos chocolates grandes y salimos del lugar.

 

-!Ven, sube rápido! -Apunta a un impresionante auto deportivo, color negro

-Si... -Me acerco con duda.

-!Sube! -replica.

 

Cierro la puerta con demasiado cuidado, no tengo antojo de querer vender uno de mis riñones para pagar una puerta nueva.

 

-¿Nunca te habías subido a un deportivo, verdad? -sonríe de manera burlona.

-No, nunca. -respondo mientras veo con asombro el lujoso interior del auto.

-¡Ey! Deja de babear que ensuciaras mi auto -Me hace dar un brinco del asiento-. Es broma, relájate -Suelta una carcajada.

-Perdón. No sabía que tuvieras un auto como esté -Paso mi mano sobre el tablero.

-¿No lo sabías?... -Contiene una risa-. -Anoche te subiste a él ¿Y no te diste cuenta? -Apoya su cabeza al volante y explota en risas.

-No... -Me cruzo de brazos.

-Ok... -limpia con su dedo las lágrimas de sus ojos-. Quizá no te diste cuenta porque morias de sueño.

-Tal vez...

-Y... Esa rosa en tu mano... ¿Para quién es?... Desvía su mirada con recelo.

-!Ah!... Es una rosa que... -Miro la rosa en mi mano, recordando las palabras de aquella mujer-. Es... Es una rosa que conseguí para ti... -Las mejillas de Lissandra se ruborizan y clava su mirada en mí.



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En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 07.08.2020

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