Alex
Tomé de la llave y la giré para recibir agua caliente sobre todo el cuerpo. Perdido en mis pensamientos, una extraña incomodidad se aferraba cada vez más en mi cabeza no sabía que significaba y que podía hacer para despejar aquella mala sensación.
Después de la ducha sentía demasiada hambre; no había comido nada, pues Lissandra se había llevado mi apetito junto con su bella y ausente sonrisa, así que bajé por algo a la cocina. No había nada preparado lo que significaba que no había nadie en casa.
—Qué raro, cuando llegue a casa ni siquiera me percate de los ausentes.
Subí hasta mi habitación y me recosté boca arriba mientras resoplaba y mis tripas se retorcían. Con forme pasaban los minutos no dejaba de pensar en medio de la obscuridad.
Una luz que se reflejaba desde la ventana me despertó, no me enteré del momento en que caí dormido pero estaba feliz de saber que ya estaban en casa para poder cenar. Mire al reloj de pared y solo habían pasado 25 minutos, parecía un sueño eterno.
Bajé las escaleras para recibir a mis padres, pero el sonido de mensaje entrante retumbaba desde mi habitación. Dos toques a la puerta me hacen olvidar el celular y vuelvo en dirección a la puerta un poco extrañado.
—Pensé que traían llaves… —refunfuñando abro la puerta.
—¡Hola!