Una guerra estalla cuando se olvida la última
Alice Wood
Llegamos a casa sanos y salvos y lo primero que hacemos es subir a la habitación. La cabeza me da vueltas y solo quiero ducharme con agua fría.
-Duchémonos- pido sin mucho ánimo. Él me sigue hasta el baño sin comentar nada y nos desnudamos en silencio.
Lleno la tina de agua tibia y me siento con Cai detrás. Sus manos se aferran a mi cintura y me atraen todo lo posible a él. Su pecho choca con mi espalda y mis pezones se endurecen de estremecimiento.
Él no lo ha hecho con esa intención pero... siento que ahora es el momento. Me siento lista y con ganas.
Mis piernas están flexionadas y abiertas rozando las suyas y hoy no hay espumas por lo que el agua es transparente. Me siento expuesta y excitada y se lo muestro moviendo las caderas con la consecuencia de que rozo lo que él tiene entre las piernas. Una ola de calor me hace entreabrir los labios y echar la cabeza hacia atrás.
-Cai...- murmuro con la voz ahogada.
-¿S-sí?- él se está excitando pero trata de esconderlo, supongo que para no forzarme.
No le digo nada cuando tomo su mano izquierda con la mía y la hago acariciar mi piel hasta subirla a mi pecho derecho, sus dedos buscan mi pezón instantáneamente pero solo se quedan acariciándolo, como si no estuviese seguro de lo que estoy tratando de hacer.
Cojo su mano derecha con la mía y hago lo mismo que con la otra pero hacia abajo, acaricia mi piel hasta llegar a mi monte de venus y pongo mi mano sobre la suya, solo que mis dedos sí que buscan palpar más para dejarle claro que sus sospechas son acertadas. Entonces él arrastra su mano bajo la mía sin dejar de acariciarme hasta dar con mi vagina pero la ignora para ir a mi ingle. Su otra mano acaricia mi pezón derecho con cuidado.
Seguro estará pensando que soy porcelana de la más fina que hay y me quiere tratar como él. No voy a decirle lo contrario.
-Una guerra estalla cuando se olvida la última ¿Sabías?- murmuro.
-No, no lo sabía- susurra sobre mi oreja. Otra ola de calor me recorre desde la cabeza hasta los dedos de los pies.
-Mi guerra ha sido con el sexo, las batallas perdidas con esos dos abusos- detiene sus movimientos al escucharme, pero no se aparta-. No quería tener sexo contigo porque me daba miedo perder otra batalla pero...
-¿Pero?- me anima a continuar con voz suave.
-Pero ahora siento que ellos eran mis enemigos desde el principio y no supe verlo. Contigo siento que somos aliados y que lo fuimos desde un principio- lo digo todo en voz baja pero él me oye y aparto sus manos para girarme y quedar cara a cara-.Siento que no he olvidado esa guerra pero que eso no tiene nada que ver contigo. Con nosotros.
Entonces salta a mis labios y los atrapa con tanto cariño y delicadez pero al mismo tiempo fuego y pasión que no puedo evitar preguntarme si eso es el amor.
Amor...
Su mano derecha se aferra a mi cintura para atraerme hacia él mientras que con su mano izquierda se ayuda a levantarse conmigo.
Me aferra entonces con sus dos manos y yo enredo mis piernas en sus caderas para dejar que me guíe hasta la cama. Siento el colchón en la espalda y él sobre mí.
En mi vida me había sentido tan... segura de algo y no me arrepiento cuando él baja con los besos por mi cuello, clavícula y pechos. Se divierte con ellos pero con tal cuidado que me mata de ternura y... de ganas. Me mata de ganas.
Lo dejo hacer mientras su pene erecto roza mis piernas, mis muslos y mi entrepierna debido a sus movimientos inquietos. Los míos no se tardan y elevo las caderas haciendo que mi vagina se choque con su pelvis. Parece entender mi insistencia porque baja con un camino de besos por todo mi torso y vientre hasta llegar a mis muslos.
Otra vez ignorando la vagina.
No me quejo porque los besos húmedos que está dejando en el interior de mi entrepierna me está volviendo loca.
Loca.
Entonces llega a mi vagina y su respiración choca con mi humedad haciéndome jadear. Quiero sentirlo dentro pero esto debe ser my placentero.
Sopla desde abajo hasta arriba, donde está mi clítoris y un estremecimiento me hace mover las caderas. Me siento tan mojada que sé que la lubricación no va a ser un problema.
Dejo que coja mis piernas y las ponga sobre sus hombros para quedar a milímetros de mi lugar agrado.
-Eres jodidamente hermosa- es apenas un murmuro, como si se lo hubiera dicho a sí mismo pero llega a mis oídos y eso solo hace que mi lubricación natural se multiplique.
Entonces lo hace y yo me siento la mujer más afortunada de la historia. Su nariz roza mi clítoris y lo acaricia acentuando el calor que ya sentía en todo el cuerpo, pero sobretodo en ese punto donde se siente todo tanto y de esa forma tan... agradable, embriagante.
Llega su boca al lugar y lo lame con cuidado haciendo que mi garganta suelte un gemido desde lo más profundo del estómago. Su ronca risa hace que sus dientes rocen el pequeño lugar lleno de nervios. Pasa entonces a los labios y succiona haciendo que mis piernas tiemblen con violencia alrededor de su cuello mientras sus manos acarician el exterior de mis muslos. Su lengua se une a la succión y acaricia mientras mi puntito se hincha de puro placer.
-Por favor... por favor...- suplico con las manos aferradas a las sábanas. ¿Qué a qué suplico? Ni idea pero lo hago.
Cai gruñe ante mi suplica y acerca la mano izquierda a mi vagina para introducir el pulgar con cuidado pero entra con tal facilidad debido a mi elevada excitación, que vuelve a gruñir sin soltar mi clítoris y dobla el pulgar haciendo que choque con la fina capa que separa ambos conductos. Entonces exploto sin poder soportarlo más y me corro.
Y es lo mejor que he sentido en mi puta vida.