No les fue muy difícil subir desde The Oak Room hasta la Suite Presidencial, no con esa tarjeta que les daba todos los derechos a los invitados, tal y como Harry lo había dispuesto y como lo propiciaba conserjería. Para suerte de los demás huéspedes, el ruido de la música no se escuchaba fuera de ese último y espectacular piso, ya que las ventanas y las paredes estaban diseñadas precisamente para no dejar escapar el ruido.
—¿Y cuándo me pensabas decir que tenías una fiesta extrema en el hotel donde trabajo? —le preguntó Cameron a Anne.
—La verdad era que no pensaba venir, así que mejor no te lo comenté. Pero bueno, me animé a última hora y en caso de emergencia traje la tarjeta.
—Entiendo. ¿Sabes? Me parece muy raro que el hotel permita hacer ese tipo de fiestas por aquí. Supongo que conserjería se está excediendo y ojalá no haya problemas...
—¡Vamos, Cameron! Deja de pensar en eso y hay que divertirnos esta noche y no pensar en nada, no tiene gracia venir a una fiesta extrema sin hacer cosas extremas.
—Así que quieres hacer cosas extremas...—se sonrieron mientras el ascensor subía, él se acercó más a ella aprovechando la soledad para besarla. Cameron se separó unos segundos, sus rostros estaban muy cerca. Si, esa noche era "la noche", Anne estaba decidida. Le mordió el labio inferior despacio, tenía toda la intención de dejar claro lo que deseaba.
—Todo depende de ti...—le susurró ella al oído. Pronto el ascensor se detuvo, había llegado a destino y se separaron al momento en que la puerta de ese se abrió. Dos enormes guardias que adivinaron venían del departamento de seguridad de Daniel estaban parados ahí para recibir a los invitados.
—Su entrada por favor —dijo seriamente uno de ellos.
—Por supuesto, aquí tiene. —Anne les tendió la enorme invitación color rojo con su nombre y con la nota de "Pase para dos". Después de confirmar la veracidad de la tarjeta y de ver su nombre en la lista sonrieron y sacaron una valla roja para dejarla pasar.
—Adelante y que se diviertan. —Otro de ellos abrió la puerta principal y ambos se adentraron a esa extraña fiesta roja que al parecer apenas estaba comenzando.
La música sonaba fuerte por todo el lugar y pronto vieron al DJ sobre una tarima. Había ya bastante gente por toda la enorme sala principal, aunque se notaba que las entradas a las diversas habitaciones, salones de estar, biblioteca y oficinas estaban abiertas al público. Se habían retirado casi todos los muebles de la sala principal y habían habilitado una barra bastante grande para varios bartenders y otra para flairs* que hacían piruetas y armaban maravillas con las copas y bebidas.
La ambientación era, tal y como la misma fiesta, completamente roja. Los colores parecían confundirse y todo en la sala tenía esa tonalidad. Las luces, el láser, todo en general era color rojo y parecía ser eso lo único que existía en aquel lugar. Por todo el ambiente se paseaban mozos y azafatas inusuales. Ellos, unos hombres espectaculares apenas vestidos con un boxer rojo y una camisa que no se sabía si era blanca o de un rojo claro y la corbata típica de un smoking. Ellas, con unas faldas diminutas, un pequeño delantal y un top a modo de blusa. Todas chicas de infarto por supuesto.
—Creo que ya entiendo la temática —le comentó Cameron a Anne al ver como un chico llamó a una de las azafatas la tomó de la cintura y la sentó en sus piernas mientras sus amigos parecían divertidos buscando una manera de tocarla o llamando a otra azafata para ellos.
—Ah bueno... yo sabía que esto iba a pasar, es Harry después de todo —dijo un poco nerviosa. Ese maldito Harry había mejorado sus fiestas sucias hasta ese punto. Mierda, ¿qué cara le ponía a Cameron para disimular que esas chicas eras prostitutas, y los chicos también? ¿Prostitutos? Lo que sea, lo había llevado a una fiesta llena de tráfico de personas, drogas y quien sabe qué otra cosa—. Aunque no puedes negar que la música está muy buena —le dijo para variar el tema—. ¿Sabes? Tenemos dentro de la invitación el pase VIP, la pregunta es ahora donde estará eso. —Que esperaba no sea un ambiente lleno de más pecado que ese. Y ahora que lo pensaba, ¿cómo rayos el hotel permitía algo así? Había escuchado que los grandes hoteles de cadena manejaban una red de prostitución para altos ejecutivos, pero eso como que ya se pasaba un poco. Mucho en realidad.
—El ambiente más privado de la Suite es para allá, y si la memoria no me falla esa es la sala de arte —dijo Cameron señalando un lugar donde había dos agentes de seguridad más custodiando la entrada. Sí, debía de ser ahí. Fueron juntos hacia ese lugar donde una vez más le pidieron el pase, ahora el VIP. Confirmaron que Anne lo tenía y ambos entraron sin problemas.
No fue muy difícil distinguir al tal Harry. Era quien estaba sentado en el sofá más amplio rodeado de chicas y chicos que competían entre sí por tener más atenciones de parte del organizador de la fiesta. La gente dentro del salón VIP parecían reconocer a Anne y la saludaron de lejos, mientras ella quería morir de vergüenza. Todos eran antiguos compañeros del instituto exclusivo donde conoció a Harry, ¿qué pensaría Cameron? "Pues que tienes a los peores amigos del mundo", se dijo tratando de disimular. Años que no los veía y le salían con eso, todos niños ricos hijos de papá que no sabían hacer nada mejor que derrochar el dinero en ese tipo de fiestas. La mayoría de ellos ya tenía bastante alcohol encima y bailaban desenfrenados, tocándose unos a otros y sin importarles nada entre besos y movimientos que se producían al ritmo de la música.
#13113 en Novela romántica
#1833 en Novela contemporánea
romance comedia, chef empresario millonario atractivo, amistad aventuras romances y misterios
Editado: 04.10.2023