No solía entrar muy temprano a trabajar al restaurante, la verdad que hasta ya le estaba molestando. No le gustaba el ambiente de trabajo en "The Palm Court", era todo muy diferente al restaurante de Adriano. Aunque él era un maître muy cotizado en el ambiente, no quería siquiera pensar en tener que alejarse mucho de The Oak Room, ese lugar era casi como suyo, al menos en lo que se refería a comedor y a vinos. Todo era cuidado personalmente por él, todos los detalles, todos los estándares y demás. Todo había sido diseñado a su gusto junto con Adriano, por eso se sentía incómodo de trabajar en otro lugar.
Tampoco es que quisiera quedarse toda la vida en esa área, pensaba más adelante abrir una escuela de Maîtres o algo similar. Había muchas escuelas de todo tipo, pero algo como lo que él tenía planeado no. Pero para eso aún tenía que trabajar mucho y estaba seguro de que lo iba a lograr.
Y ya tenía más motivos para hacerlo, uno de esos era Anne. Sabía que a ella poco le interesaba el dinero, pero no por eso iba a ser un conformista. Si estaban juntos quería darle lo mejor, una vida cómoda que nunca la haga sentirse mal por haber abandonado su hogar. Porque ella bien pudo haber hecho caso a sus padres y terminado con él, pero decidió enfrentarlos. Así que quedarse atrás o rendirse no estaba entre sus posibilidades. Ahora que Adriano estaba volviendo a la acción lo necesitaba más que nunca para la reestructuración del restaurante. Pensaba dedicarse por completo a The Oak Room y uno que otro evento privado. Ya había sido suficiente con "The Palm Court".
Ese día llegó temprano sin querer, no se sentía motivado a estar más tiempo en ese lugar. No tenían su estilo de atención y no siempre se hacía lo que él quería, pero igual estaba ahí. Y no se imaginó que le llegaría esa llamada. En un principio no atendió pues estaba demasiado ocupado para perder el tiempo con un número desconocido. Pero luego fue tan insistente que no le quedó de otra, supuso que quizá era algo grave. Al cabo de unos segundos se arrepintió de haberle contestado el teléfono a Sandra Weaver.
—Hola, Cam, de seguro estás muy sorprendido de que tenga tu número, ¿verdad?—Esa voz era inconfundible, no tenía que presentarse.
—La verdad es que no, este es mi número de trabajo, sin mucho esfuerzo cualquiera que quiera contratarme lo consigue. Así que supongo que vamos a hablar de negocios, ¿verdad? —preguntó serio.
—Algo así, pero no te asustes. Hace unos días me encontré con tu hermosa novia, te ha contado, ¿cierto?
—Me contó, claro. ¿No tienes nada mejor que hacer que pensar mentiras? Debe ser muy triste tu vida, Sandra. ¿Cuántas horas al día te la pasas maquinando tus maldades?
—No mucho, fluyen solas —dijo y luego comenzó a reír—. Y ella me creyó, ¿cierto? ¿La has notado dudosa y distante acaso?
—Debes estar loca, Anne jamás le creería a una mujer como tú. ¿Qué es lo que tramas? ¿No estás cansada ya de tantas mentiras?
—¿De qué mentiras me hablas? ¿Acaso no recuerdas aquellos tiempos?
—¿Perdón? —No podía ser cierto, ¿acaso Sandra de verdad se estaba creyendo su historia? Parecía sostener muy bien esa posición. Pero luego comenzó a reír y eso lo molestó más—. ¿Ya terminaste todo lo que tenías que decir?
—¡Oh claro que no! ¿Acaso crees que pierdo el tiempo llamando a la gente por nada?
—Creo que pierdes el tiempo conversando conmigo. No sé qué es lo que pretendes, han pasado ya varios años desde que terminaste con Adriano y siempre hemos tenido una relación muy profesional, ¿por qué esto ahora?
—No seas ridículo, Cameron, tú lo sabes perfectamente. Él arruinó mi vida, él me quitó a posibilidad de ser madre, mató a mi hijo.
—Sé que fue muy triste lo que pasó. Sé que el bebé no tenía culpa alguna, pero él también sufrió mucho. No es ningún asesino.
—Yo le juré que no lo iba a dejar ser feliz, ¿él me arruinó? Pues yo también. Y sabes que soy una mujer de palabra.
—Ahora entiendo tu retorcido plan. —Ya lo veía todo más claro. Había visto a Adriano triunfar, lo había visto salir con algunas chicas, pero ahora él estaba enamorado y era feliz. Sandra quería arruinarle su felicidad como venganza por la muerte del pequeño, eso era todo—. ¿En serio piensas que serás feliz así?
—Eso no te importa, yo haré lo que quiera y punto. Aunque claro, durante estos años ha habido algunas personas que entraron a mi lista negra, y eso te incluye. Sabes, Cameron, muy pocos se dan el lujo de rechazar tanta belleza...
—¿Belleza? ¡Pero si estás podrida por dentro! ¿Y sabes qué? Ya me cansé de hablar contigo. Me queda muy claro cuáles son tus intenciones así que...
—Espera, no he terminado de decirte lo más importante. Solo hay una forma de acabar con todo esto.
—No me interesa saberlo.
—¿Y si te digo que se ti depende la felicidad de Adriano? —Estuvo a punto de colgar pero ahora quería saber que estaba tramando esa mujer,
—¿Qué es lo que quieres?
—No es algo que se pueda hablar por teléfono, pero solo te digo que tú tienes la oportunidad de al fin servir de algo en tu calidad de mejor amigo. ¿Qué dices?
—Que es una trampa, no se me ocurre otra cosa. La próxima vez piensa mejor lo que vas a decirme.
#13216 en Novela romántica
#1851 en Novela contemporánea
romance comedia, chef empresario millonario atractivo, amistad aventuras romances y misterios
Editado: 04.10.2023