Tenía una reunión importante más tarde con unos inversionistas, era por eso que se había vestido así, de una manera muy elegante para causar una buena impresión, o quizá lo que en realidad quería era sentirse superior y humillar. Si, eso era lo que en verdad deseaba. En el camino la mujer había comprado algunas revistas, de esas de espectáculos que abundan en New York, y se había dado con una sorpresa en una de ellas. Así que por eso decidió adelantar su visita y empezar a actuar tal y como lo había previsto.
Le pidió al taxista que cambiara la dirección, iba a ir directo a El Plaza. El auto la dejó en la entrada principal y uno de los botones le abrió la puerta para que bajara. La saludó amablemente como siempre lo hacían los de conserjería, pero ella apenas si lo miró. Caminó hacia el lobby, también le pareció escuchar un saludo, pero no le interesó. Cuando ya estuvo adentro una joven se chocó con ella, pero ya que iba tan apurada y decidida fue la otra quien tambaleó. No le gustaba que la interrumpieran, no a ella. La miró de la forma más dura posible y contuvo una sonrisa al notar que la otra chica se estaba sintiendo menos. Siguió caminando entonces, firme y altanera. Tenía aquella revista bajo el brazo y se dirigía hacia la recepción donde Emily la observaba perpleja. No pudo evitar la sonrisa, sabía que su presencia los ponía nerviosa. A ella, a Cameron, hasta a esa Anne Marie. Quizá la odiaran, pero ella era temida pues sabían que era capaz de todo.
—Sandra... —le dijo Emily cuando al fin estuvo al frente de ella. Estaba muy seria y tenía la seguridad de que nada bueno traería su presencia ahí—. ¿Qué se te ofrece?
—¿Dónde está Adriano? —preguntó brusca, no le importó saludarla.
—¿Dónde está Adriano? —preguntó brusca, no le importó saludarla.
—Está ocupado. —Fue lo único que contestó.
—Entonces está aquí.
—Está ocupado —le contestó Emily otra vez.
—Creo saber dónde puede andar, gracias por nada —le dijo aún con esa sonrisa burlona que ya le conocía. Se dio la media vuelta y comenzó a caminar hace el área de restaurantes de El Plaza.
Sandra vio que la entrada a The Oak Room estaba cerrada, quizá Adriano no estaba ahí, además se escuchaba el ruido de trabajo por las remodelaciones. Quizá lo que Emily quiso decir con eso de que "estaba ocupado" significaba que estaba en una reunión. No importaba, igual era capaz de esperarlo y perder ese encuentro con los inversionistas con tal de dar su primer paso para arruinarlo. Lo iba a esperar en café de El Plaza, al menos ahí podría beber algo mientras pensaba un poco.
Tuvo suerte, apenas el maître le dio la bienvenida e intentó conducirla a una mesa, ella notó que Adriano estaba sentado solo en una de ellas. Tomando un café mientras leía un documento en una mesa apartada. Le dijo al maître que ya la estaban esperando y caminó firme hacia Adriano. Era su día de suerte.
Caminó decidida hacia él, este ni siquiera la miraba, estaba concentrado en sus propios asuntos. Adriano solo levantó la mirada cuando escuchó que la silla frente a él se movía y alguien tomaba asiento. Y su cara no fue muy buena al descubrir a su ex novia frente a él. La quedó mirando con seriedad, esperando a que al menos dé una explicación. Pero tenía esa misma sonrisa hipócrita de siempre. Sonrisa que alguna vez había considerado bella y encantadora, pero que en ese momento detestaba más que nunca.
—¿Qué rayos quieres, Sandra? —preguntó con molestia.
—Hola, querido —dijo ella como si nada—. Aunque no debería llamarte así después de cómo me has ofendido. —Adriano se dio cuenta de que llevaba una revista en las manos, sus dedos estaban buscando una página específica y luego se la alcanzó—. No puedo creer que me hayas cambiado por alguien tan insignificante como ella —tomó la revista y le echó un ojo a las fotos. Era la sección de artistas y famosos locales en una revista que salía mensual en New York. Y ahí estaba una foto de él y Priss entrando al café aquella noche en que Harry los agredió. No decía mucho, solo que la chica era una brillante chef que apenas se estaba haciendo conocida y revelaban su nombre también. No le agradó mucho eso, pero menos le agradó lo que Sandra había dicho. Había llamado "insignificante" a su amada—. ¿Puedes creerlo? —continúo—. Llamar chef a una chiquilla que ni ha terminado la escuela, qué falta de información y de respeto para los que si tenemos un título.
—Será mejor que te calles —le dijo muy molesto—, no voy a tolerar que digas una sola palabra sobre Priss. ¿Qué autoridad tienes? No eres nadie, no tienes derecho. Mentirosa, manipuladora y falsa. Eso es lo que eres.
—Di lo que quieras, es una lástima porque te traigo buenas noticias —buscó otra cosa más en su bolso, Adriano estaba a punto de irse pues no soportaba escuchar más a esa mujer y estar frente a ella. Pero ella le alcanzó el sobre de la clínica. Él abrió el sobre y su mirada llegó hasta aquella parte donde en letras mayúsculas indicaba el resultado positivo—. Felicitaciones Adriano, vas a ser padre otra vez. Solo espero que ahora no lo arruines como antes. —Apenas si había asimilado que Sandra estaba embarazada cuando le dijo aquello. La quedó mirando confundido y se volvió a encontrar con su sonrisa hipócrita.
—No te entiendo —dijo con sinceridad.
—¿No me entiendes? Es tan simple como eso, vas a ser padre.
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Editado: 04.10.2023