—Yo solo quiero unas malditas papas y ya —les dijo Anne mientras caminaban, rumbo al McDonald's más cercano. La acompañaban Rachel, Camila, Emily y Kate. Priss había dado a luz un precioso bebé de nombre Jonathan, y ellas estuvieron todo el rato rondando la sala de espera, ansiosas por conocer al bebé. Lo vieron un momento y luego del respectivo bombardeo de fotos, y de una llamada a seguridad para que las saque por escandalosas, tuvieron que salir fuera del hospital en busca de algo que comer.
—¿Dijeron cuál es el horario de visitas? —preguntó Camila. Andaban todas muy emocionadas, habían acompañado a Priss durante todo su embarazo y luchaban por ser la madrina. Rachel decía que no le importaba porque Adriano se lo prometió, pero igual ellas hacían los méritos. Anne le dio mil y un consejos, pues ella ya había pasado por eso, Camila le llevó recetas caceras de su país para evitar náuseas y tener un bebé más saludable, Emily le recomendó a un amigo ginecólogo y otro obstetra que fueron compañeros de escuela secundaria y la atendieron de maravilla. Por su lado, Kate fue quien se encargó de cubrir a Adriano todo el tiempo para que pueda acompañarla en el embarazo. Como era obvio, para todas la única que no merecía ser madrina era la que se creía más segura en el puesto.
—De dos a cuatro —les avisó Rachel. Ya estaban en la cola para hacer el pedido, cada una sabía qué iba a ordenar—. Por cierto, ya hay fecha para la despedida. Será en dos semanas, les paso el dato después, ¿creen que Priss pueda ir?
—A la despedida no creo, a la boda, sí —le dijo Emily. Hablaba por supuesto de la boda Cameron y Anne, la despedida de soltera sería en dos semanas. Aunque llevaban años viviendo juntos y ya tenían una hija, apenas se animaban a casarse en una gran ceremonia.
—Tienen que ver el vestido, ya está en sus últimos retoques, ha quedado tal como lo pedí —les dijo animada la chica.
—Claro, será genial —le dijo Cami. Ese era otro motivo de emoción, la boda era lo más comentado después del nacimiento de Jonathan.
—Y acá nos toca —avisó Rachel cuando ya faltaba una persona para llegar a la cajera.
—Bienvenido a Mc Donald's, ¿cuál es...?
—¡Oh cielos! —gritaron todas a la vez. La cajera ni terminó de decir el discurso pues también se quedó una pieza. Quien las atendía era nada más y nada menos que Estelle.
—Imposible —murmuró la chica fastidiada. Tenía que tener tanta mala suerte que se encontró no con una, sino con todo el circo completo. Y todas mirándola impactadas.
—Mejor vamos al Popeye's —propuso Anne de inmediato, todas asintieron. Sin decir más, se dieron la vuelta. Una vez fuera, y sin querer, empezaron las risitas.
—Me pregunto si con ese McSueldo —empezó Camila— podrá vivir como ser humano decente.
—No seas cruel, querida —le dijo Kate—. Todos saben que con esa McEsclavitud no se puede vivir sin perder la dignidad.
—Pobre —agregó Emy sorprendiéndolas—. Si, sé que me hizo mucho daño con lo de Harry, pero acabar así... Chicas, en verdad no se lo deseo a nadie. Qué horrible destino.
—McDestino, querrás decir —corrigió Rachel y segundos después estallaron en carcajadas.
—Me pregunto si estará seduciendo a su McSupervisor —les dijo Anne, más risas llamaban la atención de los transeúntes.
—No creo —contestó Rachel—. Ese McSupervisor lo mejor que podrá ofrecerle será una McPollo.— Más risas. Una parte de ellas se sentía culpable por reírse de la desgracia de la chica, pero otra parte pensaba que cada quien cosecha lo que siembra, y si Estelle estaba ahí era porque ella misma se lo buscó.
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Editado: 04.10.2023