Cálido

Cálido

Yo tengo a alguien especial en mi vida. Su cabello es de un reluciente rubio el cual siempre comparo con los rayos del mismísimo Sol. Hoy es un día especialmente gélido ya que la nieve está cubriendo cada rincón de la ciudad, pero a pesar de que estoy temblando sigo esperándola afuera de aquella librería en la que trabaja.

A través de los enormes ventanales del local puedo observar la calidez que emite con las sonrisas que les dedica a sus clientes, ella puede calcinarte con un leve gesto. Me doy cuenta que nuestras miradas se cruzan y me saluda animadamente, ampliando esa sonrisa mucho más hermosa, llenando mi corazón de empalagosa miel.

Ella es tan expresiva que me siento sombría a su lado, soy la sombra que se forma cuando el Sol irradia luz con potencia. Noto la grácil seña que hace para indicarme que la espere un poco más y solo asiento con la cabeza seriamente.

Estoy avergonzada y emocionada al mismo tiempo, falta poco para que esté a mi lado.

Los últimos clientes salen con montones de libros y puedo escuchar como uno de los dos chicos menciona lo hermosa que es Andy, siento una apuñalada en mi pecho y aprieto los puños dentro de los bolsillos de mi abrigo, no debo demostrar cuanto me afecta.

Observo la nieve en mis botas y comienzo a deprimirme ¿por qué prefiere a alguien como yo? Soy aburrida, celosa, posesiva y lúgubre, me enojo con facilidad y uso el sarcasmo como mi lengua natal ¿cómo pudo escogerme?

—¿René? —incluso su melodiosa voz es como un trago de chocolate caliente, dulce y tibia. Mi hermosa Andy, eres lo que más amo en este mundo, no importa si soy tan cursi al punto de dar asco, esos son mis verdaderos sentimientos—¿No te estás muriendo de frío? —me sonríes con ternura y veo como tus ojos similares al ámbar destellan, tan radiantes.

—No, no tengo frío—y esa es la verdad. Eres la única que me da calidez en los momentos como hoy. Siento como una pequeña flama empieza a ascender por mis dedos y me percato de la mano que está entrelazando sus dedos con los míos, aun cuando los guantes no me dejan percibir tu piel, siento que comienzo a arder, mis mejillas se colorean de rojo y oculto mi vergüenza acomodándome la bufanda con mi mano libre.

—Tu cabello oscuro luce realmente bonito hoy, llegando a casa quiero intentar unos peinados que vi en internet ¿me dejas practicar? —estrujas más el agarre de nuestras manos y sonrió tontamente. Sabes persuadirme hábilmente.

—Ya sabes la respuesta.

—Eres la mejor René, por eso te amo tanto.

Ah… en serio que eres un día de verano, tan cálida y hermosa.

Después de una larga caminata llegamos al departamento con el número 54B y entramos sacudiéndonos la nieve que se acumuló en nuestro cabello y ropa, la calefacción estaba encendida así que comencé a sentir más calor en mi cuerpo.

—René… vamos a la habitación—escucho tu voz enérgica y asiento resignada, sé que no tengo escapatoria. Cuando te propones algo, lo consigues. Cuelgo mi abrigo y bufanda y abro la puerta del cuarto para irme a sentar a la cama.

Mi cabello ha crecido unos 3 centímetros más, así que puedo percibir el por qué te entusiasmas tanto por cepillarlo y decorarlo. El colchón se sume por tu peso extra y mi corazón late ante la expectativa.

—Está más largo—me dices con una risa encantadora y solo confirmo lo obvio con un movimiento de cabeza, siento tus dedos pasearse por mi oscura melena y empiezo a acalorarme.

Tócame más.

Incinérame, amo sofocarme con tu piel.

Estiras mi cabello cada que lo aprietas para trenzarlo y sujeto con fuerza las sábanas debajo de mí. Andy, tengo tantas dudas que me carcomen mi corazón ¿cuánto tiempo tenemos juntas? ¿3 años? Lamento ser mala con las fechas… pero hay algo que tengo claro, conforme avanza el tiempo mi corazón se oscurece y me lleno de preguntas estúpidas y de dudas que destruyen mi confianza.

¿Cuándo se caduca está alegría?

—Te ves tensa, René ¿sucede algo?

—Andy, puedes tener a cualquiera… hombre o mujer ¿por qué escogiste a alguien como yo? —te pregunto fríamente, sintiendo como todo alrededor de la habitación se congela. Me giro al sentir como tus manos se alejan de mi cabeza. Pareces confundida y herida por mi pregunta.

—¿Por qué me preguntas eso?

—Tengo miedo—confieso abrazando mis piernas y escondiendo mi rostro. Ya tengo 27 años y me siento como una idiota por torturarme con cosas que debí sufrir de adolescente, pero es la primera vez que me he enamorado… yo jamás me preparé para el dolor de una ruptura, del amor no correspondido y sobre todo jamás experimenté el montón de preguntas dolorosas que una se hace durante la madrugada, yo estaba perdidamente enamorada y no quería perderla.

—¿De qué? —siento tu acogedora mano estrujar mi hombro y puedo respirar con facilidad de nuevo.

—No lo sé Andy, solo tengo miedo… toda mi vida me acostumbré a estar sola, no compartía mis problemas con nadie más, vivía solo para mí, era feliz a causa de mis propias decisiones y acciones y solo me preocupaba de mí… pero cuando comencé una relación contigo, me di cuenta que la vida era tan dulce y afectuosa que ahora estoy atemorizada de qué será de mi vida si un día me abandonas… ¿cómo podría seguir adelante?



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En el texto hay: romance, lesbianas

Editado: 20.09.2021

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