Sábado treinta de noviembre de dos mil nueve. Por la madrugada.
Querido amor.
Imbécil estúpido.
Alex.
Hace dos días y dos noches que ni siento mucho. Lo hablamos todo ¿Recuerdas?, Vomité todo. Tomamos decisiones. Ahora estoy temblando de rabia.
"Fue tu decisión" dices ahora por haberme ido de ahí. Por no haber ido contigo y tus compañeros de trabajo. Y no sabes todo lo que implica esa frase.
Fue mi decisión abrir mis sentimientos para las personas importantes, para ti. Fue mi decisión cambiar poco a poco porque ya no me reconocía. Fue mi decisión hacer el trabajo que te faltaba porque fue mi decisión querer darte ese tiempo libre y pasarlo contigo.
Fue mi decisión cuando quise continuar creyendo que los planes de ir a cenar iban a salir bien cuando me dí cuenta de que no importaba si hubieras terminado tu trabajo pendiente ni que si yo no lo hubiera hecho porque tú ibas a ir con ellos.
Fue mi decisión que quisiera causar una buena impresión... Fue mi decisión cuando antepuse mi incomodidad sobre estar contigo. Fue mi decisión darme la vuelta y dirigirme sola a casa. Fue mi decisión, sí, dormir un poco por estar exhausta.
No fue mi decisión que mi cansancio se apoderada de mí y no escuchar cuando estabas afuera. Tampoco fue mi decisión que llegarás minutos más tarde de lo acordado. Ni mucho menos fue mi decisión que no entiendas mi furia ahora. Realmente no fue mi decisión que con la sentencia "no lo entiendo" pases el tema de lado. No fue mi decisión que ahora duermas plácidamente cuando quisiera que trataras de entenderlo. No fue mi decisión que no sintieras empatía. Pero si es mi decisión arrancar un poquito de mi amor por ti.
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Editado: 13.07.2020