Los días para Liz se hacían demasiado cortos, deseaba que estos tuvieran más horas para poder disfrutar de Emma y de su bebé. Emma y Liz habían formado un lazo muy estrecho, Liz en un muy corto tiempo se había convertido en una especie de hermana mayor para Emma, mientras que para Liz, Emma representaba la frescura y la juventud que no se detuvo a disfrutar, ademas, representaba la materialización de todos los reproches que se había hecho durante días sobre no disfrutar más de su familia y pensar solo en sí misma y en cosas banales.
Cierto día Emma hizo una pregunta inocente pero que para Liz encerraba muchas cosas y la dejó pensativa.
*****
-¿Hay alguien especial esperando por ti en casa?
Liz se quedó en silencio un buen rato, Emma pensó que no respondería pero cuando menos pensaba Liz dijo:
-Si, hay alguien especial pero no espera por mi.
-No entiendo.
-Conocí a alguien especial, a alguien demasiado bueno para mi, quizá su dulzura era justo lo que mi vida tremendamente amargada necesitaba, pero yo no lo supe ver.
¿Sabes? Le hice daño, mucho daño.
Hace mucho tiempo que yo construí una coraza y no dejaba entrar ni siquiera a mi familia, cuando el llegó fue como un torbellino dentro de mi. Me gustó, era atractivo, joven, con una personalidad hermosa y eso me asustó. Eso no justifica las cosas que le dije y como se las dije pero es la verdad.
Sucedieron tantas cosas dentro de mi, cosas que nunca antes sentí y eso me aterró. Para bien o para mal yo tenía una forma de ser, mantenía el control de la situación y estaba acostumbrada a que las cosas se hicieran a mi modo, que el entrara a mi vida sería dar un giro a todo eso y yo no podía permitirlo.
Para mí lo que hacía no estaba mal, era simplemente yo y nunca me detuve a pensar en cómo hacía sentir a los demás con mi forma de ser, no hasta que quizá fue demasiado tarde para enmendar las cosas con el.
Tuvimos un momento muy lindo, fue quizá el único momento en demasiado tiempo en que me permití ser vulnerable. Mostré mis emociones y me deje llevar, pasamos una noche hermosa.
Hablamos acerca de nuestras vidas, nos sinceramos con el otro sobre nuestra atracción y terminamos en su casa, en su cama. Nunca la había pasado tan bien ni me había soltado tanto, el alcohol hizo su parte en esto. Al día siguiente cuando desperté y lo vi ahí, tan pacifico, tan diferente a mi, simplemente tomé mis cosas y me fui. No me detuve ni siquiera a ver dónde estaba, solo caminé y caminé hasta que en un punto subí a un taxi que me llevó a casa e hice como si esa noche nunca hubiera pasado.
-¿Y no lo volviste a ver?
-Si, ese mismo día me buscó y yo lo traté bastante mal.
-¿Por qué?
-Creí que era mejor así, yo solo quería que se fuera y me dejara seguir con mi vida. No quería que nada me sacara de mi eje.
-¿Y fue lo correcto? ¿Te sentiste mejor?
-No. Me sentí mal con todo lo que le dije y me sentí mal cuando el se rindió.
-¿Por que? Eso era lo que querías, el cumplió con tu deseo.
-Quizá yo era la que no sabía lo que quería. Quizá quería que insistiera hasta hacerme rendirme. Quizá debí insistir yo, quizá debí quedarme. Quizá debí darme la oportunidad de quererlo.
Son muchos quizá...
*****
Ahora Liz regresaba a casa y solo tenía un pensamiento en su cabeza, debía buscar a Robert.
*****
Robert se encontraba en la sala de su casa leyendo un libro mientras esperaba la pizza que había pedido, cuando el timbre sonó.
Rob se levanto y tomo el dinero para pagar la pizza, estaba seguro de que su preciada comida había llegado. Cuando abrió la puerta casi cae de espaldas, no era su pizza y no era una persona a quien esperase ver en la puerta de su casa.
-¿Liz? ¿Que haces aquí? -A Liz las palabras le sonaron duras, pero ¿para que mentir? Lo esperaba.
-Vine para hablar contigo, si tú lo deseas claro.
Robert la miró. No se veía como siempre, no se veía imponente, no se veía como la reina del mundo, no se veía como Liz.
No solo se trataba de cómo iba vestida o de cómo llevaba su cabello, sino de lo que proyectaba. No parecía la misma mujer que era capaz de acabar con tu mundo con unas simples palabras.
-Pides permiso ahora, que sorpresa. -Rob no lo dijo en mal tono pero aún así esto la puso más nerviosa.
-Si, yo... estoy intentando hacer las cosas bien ahora. ¿Me invitas a pasar, quieres que hablemos afuera o prefieres que me vaya?
-La verdad es que preferiría que te fueras. -Liz quiso sorprenderse pero ¿Que esperaba? ¿Que la recibiera con los brazos abiertos? No, se cosecha lo que se siembra.
-Lo entiendo. Que pases buenas noches. -Una sonrisa sincera aunque algo triste salió de sus labios, se giró y se marchó.
Rob se quedó parado en la puerta durante minutos, no estaba seguro de cuantos, aún sin poder creer lo que acababa de pasar. ¿Por que había dicho eso? Claro que quería escucharla, se abofeteó mentalmente y salió tras ella.