Cambiaste Mi Mundo

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CAP. 5- DIANE COLLINS

—Entonces, ¿Esto es lo que debo ponerme? —cuestione levantando la tela sedosa entre mis dedos.

—Es hermoso, ¿Cierto? —Liv sonrió a mis espaldas, viendo el vestido con completa admiración.

La habitación de Liv, a pesar de ser mas pequeña que la me dieron a mí, era un espacio en el que extrañamente me sentía más cómoda, y no solo por el simple lugar sino por ella. Su amabilidad me habia atrapado y hasta ese momento, no tenía duda de que Liv era de las pocas personas en las que podía confiar, no demasiado, pero si podría contarle uno que otro secreto.

El vestido reposaba por enfrente de mí, mientras lo sostenía del gancho, buscando ver si se me vería bien, una vez que lo tuviera puesto. Pegue la tela a mi cuerpo, y para mi suerte creo que me quedaría perfectamente bien. Al menos mi reflejo demostraba que no se me vería nada mal.

Faltaba un solo paso para que finalmente pudiera salir de ahí. La ceremonia. Según Liv, era un pacto que debíamos realizar Blair y yo, un pacto en el que nuestra propia sangre sellaría nuestro futuro. Para eso teníamos que ir debidamente vestidos, según los hechiceros pidieran y esta vez habían ordenado que fuera un vestido de seda blanco, para nada esponjado, ni nada que llamara la atención, simplemente algo casual.

Liv compró el vestido tal y como lo pedían y era realmente hermoso. Aunque a decir verdad dejaba mucho a la imaginación por el simple hecho de que el escote del pecho era suficiente como para mostrar mis clavículas y mis delgados brazos, a penas y me llegaba a la rodilla y tenia una gran abertura en la espalda. Lo bueno era que cubría a la perfección mi trasero, aunque si no fuera por esos centímetros de tela que llenaban el vestido, tal vez habría exhibido más de lo que hubiera querido.

—No debes sentirte incomoda cuando te lo pongas—comentó Liv, sentada en el filo de la cama, viendo como yo misma me ponía el vestido frente a mí, insegura de mi físico—Mujer, eres hermosa, ese vestido te sentará a la perfección. Ademas, no debes preocuparte mucho si no quieres mostrar mas de lo debido, también llevaras una túnica. Esa te la daré más tarde por que es…especial.

—¿Me harán daño? —pregunte, dando la vuelta para verla. Mordí mis uñas con nerviosismo y ella sonrió.

—Cada ceremonia es diferente a la del resto, Di—mencionó tranquila—A decir verdad, nadie sabe cómo son esos pactos, mas que los que ya estuvieron en uno. Normalmente deben mantener en anonimato todo lo que pase dentro porque si no, son años de mala suerte.

—Que bueno que lo mencionas por que estoy casi segura de que terminando todo te habría contado a lujo de detalle lo que pasó—dije y ella soltó una risita—Si te digo la verdad, realmente estoy muy nerviosa. Siento como si me fuera a casar o algo así.

—Pues realmente no hay mucha diferencia—escuche que susurró.

—¿Qué?

—Ah… nada, nada, tranquila. Vas a ver que no te va a pasar absolutamente nada.

—Bien, me voy a probar el vestido, ahora salgo—dije caminando hacía el baño.

La ceremonia tendría inicio a medianoche, ni un minuto más, ni un minuto menos. Los hechiceros nos habían hecho llegar una carta con cada paso, cada elemento y cada instrucción que debíamos seguir para que el pacto siguiera el hilo tal y como ellos querían. Comenzaba a pensar que todos querían que todo saliera perfecto, sin ningún error y no me molestaba en lo absoluto, pero si me hacía pensar que tal vez yo no tendría espacio en tanta perfección, siendo la reina del desastre.

Poco a poco me despoje de mis prendas de ropa, dejándolas a un lado. Mi cuerpo era delgado, pero no era curveado como esperaba que fuera. No tenia ese fabuloso trasero de modelo, ni mucho menos unos pechos grandes, pero me conformaba con lo que tenía, aunque algunas veces me sintiera un poco incomoda vistiendo cosas que simplemente no se acomodaban a mí.

Para ser precisa, trataba de pensar siempre que me viera frente a un espejo que no debía impresionar a nadie. Que tanto mi cuerpo como yo, debíamos tener nuestro debido respeto y no dejaría que nadie llegara a criticar mi físico, ni mucho menos que pisotearan mi poca autoestima, la cual con el tiempo esperaba que fuera aumentando.

El vestido se deslizo por mi cuerpo como si esté lo hubieran hecho casi a mi medida. Dejando a un lado el hecho de que definitivamente dejaba al descubierto gran parte de mi piel. Parecía que la tela buscaba dejar un toque de delicadeza en mi porte. Miré el reflejo y me recorrí a mí misma de pies a cabeza. Vaya, de alguna manera me sentia increíble en ese vestido. Mas que la tela y como me quedaba, sentia que el solo hecho de que haría un pacto imposible de romper con Blair aumentaba el especial de todo. 

Unas fuertes voces, se escucharon del otro lado de la puerta. Personas hablando a todo volumen y la inconfundible voz de Liv ordenando cosas, como si estuviera molesta. Fruncí el entrecejo y aun descalza, salí del baño. Crucé el pasillo y vi a una mujer regordeta con una caja de madera, un banquito y a una chica a su lado.

—No nos vamos a ir de aquí hasta que la señorita Collins salga de donde sea que esté—vociferó la mujer casi lanzándose a Liv, la cual solo estaba parada con el mentón en alto, acompañada de una serenidad confusa.

—Pues lástima, porque aquí no está—dijo Liv fuerte y claro—Ademas, ella no necesita de su trabajo, ya tiene lo que le pidieron.




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