CAP. 8- DIANE COLLINS
—¿Se podrían apurar ambos, por favor?
Hable desde el otro lado de la puerta con impaciencia, esperando a que el par de hombres que se encontraban aun arreglándose me dieran una respuesta.
Se tardaban incluso mas que una mujer y eso era preocupante.
La puerta se abrio dejando ver a Ander ya arreglado, robándose mi atencion por completo, ¿Cómo era que siempre lograba verse tan jodidamente atractivo y caliente?
Su camisa negra apretaba los lugares indicados, en general casi todo su torso bien trabajado y relucía la maldita camisa por la forma de su anatomía. Sus pantalones negros entallados a sus piernas y la forma en que relucían sus zapatos negros de lo limpios que estaban, solo me hacía desear comérmelo en ese momento.
—¿Por que tan desesperada, mi amor? —pregunto burlón, moviéndose ligeramente a un lado, invitándome a entrar.
A un con la mirada en él, camine al interior de la habitacion, donde un fuerte aroma golpeo mis fosas nasales, era la combinación de perfume varonil y ese tan indiferente olor que desprendían los hermanos Carrington.
—No estoy desesperada, solo que tengo algo llamado “curiosidad” y me está matando—respondí a su pregunta, quitando mi atencion de el para observar el lugar.
Era como un closet gigante con percheros a los costados, con sacos perfectamente alineados, cajones con corbatas ordenadas por color y un sofá de piel en el centro de la sala.
No me habría sorprendido demasiado si no fuera porque caí en cuenta de que todo parecia perfectamente acomodado, cuando pensé que ese lugar estaría hecho un desastre.
Frente a un espejo de cuerpo completo que habia en una esquina, estaba Blair ajustándose la corbata a su cuello con completa concentración.
—Desde que te dijimos que te enseñaríamos Atlanta, nos haz parado de hablar y parlotear de ello—
Lo vi girarse en mi direccion, mientras se abotonaba las mangas de su camisa con una sonrisa torcida en los labios y me sentí desfallecer. Una simple acción que me parecio extremadamente atractiva, podía alterarme los sentidos en segundos.
—¿Y tienen algun problema con eso? —cuestione para despues sentarme en el sofá cruzándome de piernas, provocando que mi vestido se subiera ligeramente mostrando un poco de mi muslo.
—Pff, para nada, aquí el único problema es que nos los recordabas cada cinco minutos, créeme, pude haberte escuchado todo el día, pero estabas tan metida en el tema que ni siquiera nos has prestado la atencion que necesitamos—dijo Ander.
—¿Y qué clase de atencion necesitan? —pregunte inocente.
Antes de que me respondieran ya podía notar la mirada de Ander en mi muslo desnudo, a lo que sonreí al ver como logre llamar su atencion.
—Preciosa, existen muchas clases de atenciones—hablo Blair, acercándose despues de ponerse su fragancia—Y nosotros necesitamos de todas.
Ambos se pararon frente a mí y debido a que era la única sentada, tenía que mirarlos hacia arriba. Esto parecio gustarles, ya que una sonrisa se extendió en ambos.
Blair tomo mi mentón para que lo mirara atentamente y remojo sus labios.
—Hay un tipo de atencion que podría terminar con el 99% de nuestros problemas y tu sabes cual es…—pronuncio con lentitud, a la vez que veía como su miembro semi erecto se asomaba por la tela de su pantalón.
Sabia que su mente podía reproducir miles de escenarios conmigo a sus pies, y puede ser que me aprovechaba un poco de la situación. A demás, por la manera en que mi cara quedaba a la altura de sus caderas, sabia que a veces el imaginar se les iba de las manos.
—Qué lástima, porque ese tipo de atenciones yo no las doy—me pare bruscamente, provocando que la cercanía entre ambos aumentara.
Mire a Ander burlona y este solo sonrió negando con la cabeza. Me gustaba jugar con ellos y ese seria mi nuevo pasatiempo favorito.
—Si ya estan listos, ¿Qué esperamos para irnos? —sonreí con maldad.
Puse una mano en el pecho de Blair y lo hice retroceder para poder salir de esa burbuja de tensión que nos rodeaba. Camine hacia la puerta y antes de tomar la manija para abrirla, me gire con lentitud hacia ellos y con un tono burlón hable:
—Ah, y Blair, yo que tu me iba a un baño para bajar ese pequeño gran problema que tienes ahí abajo—señale su entrepierna con mi mirada. El gruño por lo bajo y supe que tal vez me maldijo en todos los idiomas existentes—Iré por mi bolso, los veo en la entrada.
Sali de ahí y cerré la puerta detrás de mí. Una sonrisa triunfadora se habia alojado en mí.
Desde el momento en que ambos me declararon como suya, me propuse hacerlos enloquecer tanto como yo pudiera, hasta que alguno de los dos cayera, suplicándome por un poco de más…
Como siempre, la soledad de los corredores me acompaño a mi viaje hacia a la habitacion de Liv. A la cual aun no le contaba sobre mi extraña relación con los chicos.
Quise invitarla para festejar que su primera misión habia salido con éxito, a pesar de que habia salido con uno que otro rasguño. Despues de todo, se lo merecía y tenía también muchas cosas que explicarme sobre un chico que habia conocido.