Eran como dos niños fingiendo ser adultos, estando a su vez atrapados dentro de un matrimonio apenas sostenible. Por ser revoltosos e incomodar a otras parejas, de manera indirecta, fueron escoltados a su suite para que se asearan y tras haberse terminado la hora del almuerzo, los supervisarían para que se unieran al recorrido turístico que ofrecía el hotel.
No era que quisieran ahorrar agua o que necesitasen ducharse con urgencia, sino que no se ponían de acuerdo mutuo sobre quién se bañaría primero, ya que pidieron el servicio de habitación y quien estuviera listo antes que el otro, tendría la ventaja para comer con anticipación y dejar sin merendar al restante. De esa manera, ambos consideraron más beneficioso bañarse al mismo tiempo. Es decir, de paso ayudaban con la lavandería y el cuarto de baño era lo suficientemente enorme para que no se pelearan por ser demasiado estrecho. En ese sentido, Maddox le pasó su shampoo de uso personal a Nova tras haber hecho espuma su cabello, ya que según la rubia, el aroma de su shampoo era mucho más rico.
—Oye, la otra vez, me guiaste sin mi consentimiento. —le hizo un reclamo tardío, observándola intentar quitarse la blusa mojada. —¿Es que acaso no controlas el manejo de tu don o es porque estabas borracha? —trató de adivinar, siendo consciente que era decisión suya aceptar la bendición del don y no de Nova. Había decidido no creer en eso de su maldición familiar, así que tampoco recibió las guías necesarias desde pequeño. —Hey. —la llamó, viéndola batallar con la blusa pegajosa hasta que quedó con un sostén negro que realzaba su busto pronunciado.
La rubia cansada de no recibir la mínima ayuda, lo acusó con la mirada, añadiendo:
—Fue mi error ¿de acuerdo? —actuó a la defensiva, enjuagando su cabello. El hombre hizo una mueca, disgustándole el tono que empleó. —Perdóneme, mi lord. —comentó sangrona, sabiendo que lo sacaría de quicio. Tenía pleno conocimiento que Maddox odiaba las guías, por lo que las rechazó desde que tuvo conciencia.
El hombre rodó los ojos, ignorándola como solía hacer. No obstante y contra su voluntad interna, tuvo que inclinarse para agarrar el jabón, estirando el brazo detrás de la espalda de Nova. Fue en ese momento que su brazalete de oro se enroscó con capricho a la hebilla del sujetador de la rubia, inmovilizándola cuando jaló con fuerza, creyendo que se soltaría. Ese movimiento brusco provocó que Nova se tambaleara y pisara un diminuto objeto que la forzó a lloriquear del dolor, como si una pieza de lego se hubiera incrustado en la planta de su pie, por lo que jadeó adolorida:
—¡Ah! ¡Cabrón duele! —chilló como nunca, experimentando un ligero temblor, por lo que tiró su espalda hacia atrás, desconociendo que justo la empleada encargada de su suite acababa de ingresar junto con el personal que iba a dejar la comida. Se formó un malentendido no tan desventajoso. Aunque la insonorización era la mejor, los gritos continuos de Nova traspasaron las paredes, conllevando a deducir que:
—Son jóvenes, por lo que su esposo debe ser muy vigoroso. —aludió sonrojada, Ashley, retirándose de inmediato junto al personal. Aún así, no evitaron escuchar la voz ronca del hombre que le decía a Nova:
—¡Quédate quieta que ya casi lo consigo! —dio pie a miles de pensamientos no puros. El personal y Ashley se retiraron al instante, compartiendo murmurllos mientras dejaban a la joven pareja disfrutar de su momento caliente en la ducha, no sabiendo que Maddox estaba samaqueando a la rubia, porque no dejaba de moverse y por ende, frotarse contra él.
—¡¿Pues qué quieres que haga?! —se quejó, convirtiéndose en una lombriz por sus movimientos. —¡Tengo un calambre! —se paralizó por el dolor del calambre, siendo ese momento aprovechado para que Maddox se cansara y terminara por arrancar la hebilla. Estaba más apurado por detenerla, que lo primero que hizo ni bien se soltó, fue poner ambas manos en la cadera de la dama para que dejara de mover su trasero contra su miembro. —Hijo de puta. ¡Cabrón de mierda! ¡¿Sabes qué línea de sujetador es esta y lo acabas de romper como si fuera el calzón de mercado de tu amante?! —lo atacó enojada tan pronto sintió cómo el sostén se desprendió, generando que sus pechos estuvieran expuestos.
—¡¿Pues que demonios se suponía que debía hacer?! —contraatacó. —¡No dejabas de moverte! —se defendió, desviando la mirada en cuanto la rubia desvergonzada se giró a encararlo. Nova relinchó enterrando el dolor producto de ver su pieza favorita destrozada. —Además, le compro lencería de marca a mi pareja ¿ok? —esclareció ese punto, levantando el sujetador de Nova para dárselo. —No como esta prenda que se rompió cuando ni siquiera usé mucha fuerza. —no mostró arrepentimiento. Al contrario, se terminó de bañar rápido y huyó despavorido, sintiendo escalofríos de que la rubia pudiera agarrar su rostro y meterlo en el inodoro como solía hacer cuando eran niños. A decir verdad, ya no sufría de las maldades de la rubia, porque ya no poseía el mismo cuerpo que un puberto.
Ahora, era un hombre, un hombre que prefirió escapar y no comer, porque Nova salió de la ducha con un espejo para rompérselo en la cabeza.
***
Colombia, Medellín.
Lunes 04 de abril, 2024.
Tras una semana entera, su estancia de hotel estaba a punto de culminar, dado que seguirían el itinerario de países para visitar en su luna de miel. Si bien ambos se la pasaban peleando la mayor parte del tiempo, existían pequeños momentos que mantenían un acuerdo de paz y hacían turismo como cualquier otra pareja. Vieron monumentos históricos y atractivos turísticos, probaron la gastronomía y el alcohol, inclusive hasta llenaron sus maletas de souvenirs. Con todo lo que implicaba, igual se escapan en las noches para ir a bares, fiestas, lugares festivos, etc. Ahora mismo, Maddox se encontraba editando las fotos, teniendo el doble de trabajo. ¿La razón? Fácil, porque Nova le dijo: