Martes 12 de abril, 2024.
¿Por qué actuaban tan infantilmente como si fueran críos? Porque ambos eran conscientes, que su vida profesional los abrumaba y pocas veces, se presentaban oportunidades donde se les permitía tener cierta libertad, al extremo de ahogarse en ese éxtasis, provocando accidentes por no saberse controlar.
Ante la ley y la opinión pública, solían interpretar a la perfección el papel referido a ser adultos ejemplares, cuyos negocios y carreras se encontraban en la cúspide del éxito. Sin embargo, nadie conocía lo que conllevaba ese estilo de vida; asfixia. Una vez amaneció, Maddox experimentó una dolencia superior a la resaca, por lo que permaneció quieto, adaptando su vista a la iluminación que se filtraba por las ventanas hasta que el olor a cigarro se impregnó en su cuerpo y fosas nasales. No tardó en darse cuenta de su desnudez propia e inclusive de Nova que estaba fumando con ambos codos apoyados en sus rodillas mientras no emitía ningún sonido hasta que lo vio de reojo.
—¿Ya despertaste, bella durmiente? —se burló tan pronto hicieron contacto visual. A Maddox no le preocupó la ausencia de ropa, es más, agradeció que la muchacha al menos estuviera con una sábana cubriéndola. —Después que reprendieron al guía, nos encontró y nos trajeron al hotel. —compartió la información, estando seria, como si se hubiera enterado de algo que le mató la chispa. El hombre se acomodó mejor en la cama, no importándole nada más que su comodidad.
—¿Nuestros padres se han enterado de nuestros destrozos? —cuestionó indiferente, conociendo la respuesta a su interrogante. La rubia sopló el humo del cigarro, asintiendo por reflejo.
—La luna de miel de un mes se ha cortado. —se lamentó, habiendo deseado completar esos treinta días de diversión. Suspiró. —Tenemos únicamente esta semana, porque debemos regresar. Dicen que ya nos prepararon una mansión para vivir, además que parece que a tu empresa le está yendo bien con la suplente que dejaste a cargo. —le dio buenas noticias, esbozando una pequeña sonrisa. Maddox rodó los ojos.
—Dijiste que querías que el niño fuera capricornio ¿no? —mencionó ese tema que habían enterrado por el frenesí de saborear la libertad. Ante dicha mención, Nova cambió por completo, apagó su cigarro y sacó su tableta así como su celular, además de su laptop portátil, mostrándole su investigación para la concepción de la criatura.
—Puede no parecerlo, pero soy minuciosa. —se defendió ante la mirada juzgadora y sorprendida de su marido. —¿Cuándo sería una buena fecha acorde? —le señaló una serie de fechas perfectas y le dio la facultad para escoger. Asimismo, agregó: —¿Qué? Debemos programarnos para coger y concebir a la criatura. —lo simplificó, como si hablara de un tema cuya importancia no era tanta. Maddox enarcó una ceja, no creyendo que una mujer en el planeta tuviera que programarse para hacer el amor, correción, para follar.
—Cualquiera está bien para mí. —se encogió de hombros, no interesándole, dado que hacía esto nada más para liberarse y vivir su vida. —¿Algo más? —la fastidió, notando cómo Nova estaba a punto de estrangularlo, pero se controló y cambió la pestaña de la laptop, para explicarle un sitio web un tanto… un tanto peculiar. —¿Qué mierda es eso, Nova? —se recompuso, observando y leyendo los artículos de la tienda virtual.
—¿Qué? ¿Crees que cogeríamos así por así? —no aguantó la risa y explotó en carcajadas ante la expresión de Maddox. —¿Cuánto es tu ego como para creer que tu atractivo me seduciría? —lloró de las carcajadas, agarrándose del estómago. Maddox bufó. —Pero enserio, no crees que de verdad me excitas ¿no? —se tornó seria. —Vamos a necesitar de afrodisíacos o algo parecido, porque siendo consciente, no despiertas la mínima lujuria en mí. —destruyó su ego inflado en pocos segundos. —En fin, escoge también. —le mostró la variedad de productos, sabiendo que era necesario para excitarse con un hombre que ningún roce le hacía mojarse. —Personalmente, recomiendo este. —señaló con experiencia.
Maddox se agarró la cabeza, tratando de soportar.
—Bien, vamos con ese.