Cambio de Rol

Enfrentamiento

...CAPÍTULO 8...

Dianela, siguió a la secretaria que la llevaría a una oficina de la rectora, caminó por un pasillo largo y bien iluminado hasta llegar a la gran oficina. La secretaria abrió la puerta e hizo que entrara Dianela para cerrar la puerta. Dianela vio a la mujer sentada detrás de un escritorio amplio y ordenado. Era la rectora.

La rectora llevaba unos lentes que colgaban de una cadena alrededor de su cuello y tenía un semblate serio pero amable.

Dianela se acercó y la saludó con un apretón de manos, sintiendo cierto nerviosismo en su interior. La rectora le ofreció asiento y Dianela se sentó en una silla cómoda de cuero frente al escritorio de la mujer.

La rectora abrió un archivo en su computadora y comenzó a revisar los datos de Dianela.

—Señorita Dianela, pensé que ya no vendría de nuevo.

—Si, mi celular estaba malogrado.

—Debe haber estado malogrado por un año para que no le hayan llegado los correos.

“¿Cómo que un año?”, se preguntó Dianela. Simplemente Dianela se limitó a sonreír y no decir nada.

—Pero me alegra que después de haber mandado varios mensajes a su correo por fin pudo aceptar venir. Después de todo eres una de mis mejores estudiantes.

—En el mensaje decía que aún puedo retomar los estudios junto a la beca ¿Verdad? —Preguntó Dianela cerciorándose de que estaba en lo correcto.

—Si, es verdad y me gustaría saber la razón por la que dejo la universidad— La rectora dio una pausa para que Dianela responda, pero al ver que no lo hizo. Continuo —Por ahí escuche que se había casado y que estaba embarazada por lo que dejó la universidad.

—Solo me casé y contestando a su pregunta, por asuntos personales tuve que dejar la universidad.

—Espero que no lo haya dejado solo para dedicarse a su esposo, después de todo en ese momento tenías un futuro prometedor siendo muy joven.

—No, por supuesto que no— Contesto Dianela fingiendo una sonrisa.

La directora la miro a los ojos como si fuera un detector de mentira, pero vio que Dianela decía la verdad. Sonrió y volvió a mirar la computadora.

—Para nosotras las mujeres nos es difícil, aún en tiempos modernos, avanzar y competir contra un hombre, incluso para mí me ha costado llegar a donde estoy, pero realmente me alegro que haya decidido volver —Dijo la rectora con una sonrisa cálida.

—Si, gracias —Dianela devolvió la sonrisa.

—Entonces solo necesitas pagar la matrícula y podrás continuar como antes en la universidad, y mi secretaria te informará todo al respecto— La rectora le entregó un documento del pago de la matrícula.

—Bien, gracias.

Dianela se levantó de la silla y volvió a estrechar la mano de la directora para retirarse. Cuando se acerco a la puerta para ir a la rectora dijo:

—Dianela, ha madurado mucho.

Dianela volteó a ver a la rectora, quién seguía con esa sonrisa cálida en su rostro. Se sintió muy agradecida con ella después de no haber rendido para que Dianela volviera a la universidad, aunque la Dianela original lo hubiera rechazado.

Abrió la puerta con una sonrisa y se retiró.

...***...

Asher estaba apoyado contra la pared del edificio, de donde Dianela había entrado, viendo su móvil mientras esperaba a Dianela. Miraba a su alrededor, observando la entrada del edificio ya todas las personas que pasaban por allí.

Sin embargo, después de unos minutos, Asher se empezó a aburrir de estar de pie. Decidió apagar su móvil y esperarla en el auto. Se dio la vuelta, comenzando a alejarse de la entrada del edificio, pero en ese momento, vio a Dianela salir con unos papeles en la mano.

Finalmente, ella se acercó y le entregó los papeles para que los guardara. Asher los tomo y no podía evitar mirarla de reojo, ya que se veía muy diferente a como se veía con los vestidos que normalmente vestía en casa.

—¿Termino de hacer su matrícula? —Preguntó Asher viendo los papeles que le entregó Dianela.

—Sí, ahora podemos irnos. Vamos a un restaurante.

—Bien. ¿No se olvida de algo?

Dianela grabó por un instante que Adrián le había dicho que quería conversar con ella, pero no le importó ya que sabía que no iba a aguantar el hambre hasta llegar a la mansión.

—No olvido nada, vamos.

...***...

Adrián estaba sentado en su elegante despacho, iluminado por la luz natural que se filtraba a través de las grandes ventanas. Tenía su portátil abierto frente a él y revisaba con concentración los documentos que tenía abiertos en su pantalla. El silencio solo era interrumpido por el tecleo de las teclas y el suave zumbido del aire acondicionado.

En ese momento, alguien tocó a la puerta y Adrián levantó la vista. Era su mayordomo, un hombre de edad avanzada vestido con un elegante uniforme negro. El mayordomo hizo una reverencia y entró en la habitación.

—Señor, ¿Qué desea para almorzar? —Preguntó el mayordomo con voz suave.

—¿Sabes si ya ha llegado Dianela? —Adrián no quitó la vista de los documentos.

—No, señor. Todavía no llega.

Adrián apretó los documentos disimuladamente, pero luego los soltó ya que pensó que era innecesario de su parte.

—Tráeme un té y un sándwich de pollo.

El mayordomo asintió y se retiró dejando solo a Adrián, quién seguía mirando varios papeles. Pero no dejaba de pensar en Dianela lo que hizo dejar a un lado los papeles y recostarse en el espaldar de la silla, y liberar al menos un poco su mente.

—¿Por qué pasó esto?

...***...

Asher y Dianela llegaron al restaurante y se dirigieron a la entrada. Un mesero los recibieron con una sonrisa y les mostro el camino hacia una mesa en el centro del salón. La decoración era elegante y el ambiente tranquilo, perfecto para una reunión entre amigos.

El mesero les entregó los menús y les explico las opciones del día, recomendando algunos platos especiales. Dianela escuchó con atención decidiéndose por un plato:




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