Cambio Radical

Capítulo 36

A media noche al fin me atreví a subir a mi habitación, entré y la luz estaba encendida.

 

Ella estaba recostada en la cama con los ojos cerrados pero yo sabía que no estaba dormida, cuando duerme su labio inferior se eleva levemente en un pequeño y casi imperceptible puchero como un bebé.

 

Me encantaba pero a ella siempre le molestó porque decía que era extraño pero yo lo amaba.

 

Tomé algo de ropa y entré a la ducha, cuando salí me recosté junto a ella y abracé su espalda acariciando sus brazos.

 

Samuel: Victoria… - susurré- ya sé que estás despierta.

 

Ella suspiró profundamente.

 

Victoria: ¿Qué vamos a hacer?- preguntó triste, aun dándome la espalda.

 

Samuel: ¿Sobre qué?

 

Victoria: ¿Te casaras con ella?- dijo girándose para mirarme de frente- tienes que estar con tu hijo Samuel, tienes obligación con ella y conmigo… no la tienes.

 

Samuel: mi amor no me voy a separar de ti, contigo no necesito obligación porque te amo bonita... y estoy contigo porque quiero y porque es lo que necesito para vivir… tú y Nico son mi familia amor.

 

Limpié la pequeña lágrima que caía por su mejilla.

 

Victoria: ese niño también podría serlo…

 

Samuel: y si lo es me haré cargo de él... lo amaré y estaré para él como lo he estado con Nicolás pero por nada del mundo me separaré de ustedes- ella sonrió y besé sus labios- perdóname.

 

Asintió y se recostó sobre mi pecho, la abracé por la cintura y traté de conciliar el sueño que nunca llegó.

 

Al día siguiente me desperté muy temprano, tanto que Victoria seguía en la cama.

 

Revisé a Nico y lo llevé a la cama con ella para que durmieran un poco más, escribí una nota para cuando ella despierte y salí hacia mi oficina.

 

Llevaba toda la mañana tratando de concentrarme pero la cabeza no me daba más, tomé mis cosas y salí  de ahí, conduje poco más de treinta minutos hacia las afueras de la ciudad, la brisa del campo logró tranquilizarme un poco, hasta llegué frente a una hermosa casa de estilo campirano y sentí que la ansiedad volvía a mi cuerpo.

 

Alguien en la entrada recibió mi auto y junto a la puerta había una chica de servicio que me saludó y me llevó hasta el jardín donde en el fondo pude ver a Giovanna sentada sobre una manta.

 

Me acerqué a ella con timidez, ella elevó la mirada y me sonrió.

 

Giovanna: Hola Samuel… tanto tiempo- me incliné junto a ella y besé su mejilla.

 

Samuel: ¿Cómo estás?

 

Giovanna: de maravilla- dijo acariciando su apenas abultado vientre.

 

Samuel: hablé con tu padre ayer y me dijo sobre tu embarazo… y bueno yo… yo- dije nervioso.

 

Giovanna: tu querías saber si era tu bebé - asentí con la cabeza inclinada y ella sonrió- tranquilo, no lo es… apenas tengo tres meses aunque bueno mi vientre es enorme, quédate tranquilo que éste enorme bebé es de mi esposo.

 

Samuel: ¿tu esposo?- pregunté sorprendido.

 

Giovanna: si, cuando me fui del país me encontré con un viejo amigo y bueno… nos enamoramos y un mes después nos casamos - sonrió- fue una locura lo sé pero así es esto ¿no?- asentí.

 

Samuel: me alegro mucho que al fin encontraras a alguien.

 

Giovanna: muchas gracias.

 

Samuel: bueno yo tengo que irme, me esperan en casa- me despedí de ella- cuídate.

 

Giovanna: claro que si…- me levanté- Samuel… - me giré a mirarla- la chica pelirroja con la que salías, la que nos vio en tu oficina tu… ¿aun estás con ella? La última vez que nos vimos estaban separados.

 

Samuel: si, nos casaremos pronto - dije sonriendo.

 

Giovanna: que alivio, pensé que la habías dejado escapar.

 

Samuel: no, eso no pasará de nuevo.

 

Giovanna: por favor dile que me perdone por lo de ese día, tenía una extraña obsesión por ti- dijo avergonzada.

 

Samuel: no te preocupes, ya quedó en el pasado- sonreí- cuídate.

 

Ella asintió y yo salí de esa casa, subí a mi auto bastante tranquilo.

 

Aunque la idea de tener un hijo me emocionaba no era de esa manera como quería cumplir mi sueño, anhelaba un hijo, pero lo quería con Victoria con mi pelirroja bonita y no me imaginaba compartiendo esa experiencia con ninguna otra mujer.

 

Llegué a mi casa y me encontré con una de las escenas que más amo, Victoria estaba recostada de costado en el sofá y junto a ella estaba Nicolás ambos estaban dormidos y se acurrucaban el uno al otro.

 

Victoria tenía su mano sobre la barriga de mi hijo como protegiéndolo, mi hermosa novia protege a nuestro bebé incluso estando dormida.

 

Entré en silencio y besé la frente de Victoria, ella comenzó a despertar lentamente y al abrir sus ojos me dedico la singular sonrisa que más amo.

 

Victoria: hola mi amor- susurró y besé sus labios.

 

Samuel: hola bonita.

 

Se levantó con cuidado de no despertar a Nico y después de poner algunas almohadas junto a él para evitar que se cayera fuimos a la cocina.

 

Victoria: ¿Fuiste a verla?- dijo y noté algo de celos en su tono de voz – asentí, ella se giró dándome la espalda- ¿Y qué pasó?... ¿es tuyo?- susurró, me acerque hasta ella y la tomé de la cintura para girarla de frente hacia mí.

 

Samuel: no mi amor… hablé con ella y ese bebé es de su esposo.

 

Victoria: ¿seguro?- preguntó con un brillo en los ojos.

 

Samuel: no tiene por qué mentirme y yo no te mentiría a ti bonita… - acaricie su mejilla.

 

Se quedó en silencio y sin moverse por un rato más hasta que me miró directo a los ojos y me abrazó.



#4702 en Novela romántica

En el texto hay: familia, amor, padre

Editado: 06.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.